Contenido creado por Martín Otheguy

GASTRONOMÍA Y ALGO MÁS

    

Al viajar por Europa y las islas británicas, muchas personas se asombran por el placer de compartir una comida o una buena bebida en el marco que ofrece un pub de 200 o 300 años de antigüedad, como si se tratara de un acontecimiento único e irrepetible Pocos de ellos saben que en Uruguay también existen lugares cargados de historia, donde se respiran en conjunto los aromas de diversos platos y los aires de otro siglo.

Un salto al pasado
El Molino de Pérez es para muchos uruguayos una joyita perdida en la ciudad, un remanso que se mantiene incólume al paso del siglo y que hoy en día funciona como un restaurante con reminiscencias de pub británico en su construcción, aparte de ser también un espacio cultural. Para rastrear los orígenes de este lugar tan especial hay que retroceder 170 años en el tiempo, cuando Juan María Pérez construyó un molino de agua que funcionó hasta los últimos estertores del Siglo XIX, en el lugar ubicado actualmente en la rambla O` Higgins y Alejandro Gallinal.

A pesar de que la fuerza de las aguas de 1895 inutilizó sus mecanismos interiores, la belleza del predio fue suficiente para atraer a personajes de la época, que usaron el campo como lugar de descanso. El magnetismo por la zona fue tal que a mediados del Siglo XX comenzó la reconstrucción del Molino y las instalaciones, utilizadas en algún momento como Biblioteca Municipal. Hoy en día, a salvo de la inclemencia de los años, se conserva la vieja maquinaria, las muelas y varios elementos que tienen casi dos siglos de historia.

En este marco, El Molino de Pérez renació como restaurante hace pocos meses, cuando sus nuevos dueños decidieron rescatar la magia de un espacio que se niega al olvido.

De lejos la construcción se asemeja a una antigua posada de piedra con dos estilos diferenciados. Arriba, con un corte más moderno, funciona APEU, la Asociación de Pintores y Escultores del Uruguay, donde constantemente se realizan exposiciones y eventos culturales. Abajo, ambientado en forma mucho más cálida, se encuentra el restaurante que funciona actualmente allí.

Un pie en el presente
Un vestíbulo decorado con buen gusto y que conduce a un espacio amplio recibe al visitante. Esta segunda sala (la principal) tiene varios niveles: una barra de madera bien ambientada, una suerte de entrepiso que funciona las veces como pub y más abajo un sector ideal para cenar, aunque los distintos propósitos no son excluyentes.

En el entrepiso una pequeña tarima funciona como escenario, donde se esperan ciclos musicales en diferentes días de la semana. En los tres niveles, madera y piedra son dos elementos que predominan y le otorgan al lugar una atmósfera cálida, que parece encapsulada en el tiempo.

La zona de la barra, con el techo a baja altura y un tratamiento trae a la mente las imágenes de los viejos pubs británicos cuyos orígenes se remontan a la época victoriana. El sector inferior, el que se usa más comúnmente para la cena es lo suficientemente cómodo sin caer en el extremo de ser amplio y frío.
El diferencial del Molino de Pérez no es sólo su ambiente especial o la tranquilidad de los antiguos campos que lo circundan. Sus nuevos dueños se juegan por una propuesta gastronómica muy cuidada.

El chef es Alejandro Salvo, ex discípulo de figuras de la cocina como Américo Toullier o Hugo García Robles. Ha decidido darle al Molino una línea clásica de cocina francesa, que no descarta los toques asiáticos y que cualquier comensal podrá comprobar en una visita al lugar. Salvo tuvo la flexibilidad suficiente para alternar en el menú platos que identifican al Molino sin perder de vista opciones más económicas.

De su cocina pueden degustarse, aparte de platos más perfeccionados, el sushi, focaccia, strómboli (una suerte de sucedáneo refinado de la pizza) e incluso una clase de panes italianos muy solicitada.

Una mirada al futuro
El Molino, rescatado nuevamente y pasando por un continuo reciclaje que no pierde de vista su esencia original, planifica en el futuro combinar sus encantos arquitectónicos con una serie de eventos.

Para los miércoles se planea un ciclo de jazz a cargo del trío de Gastón Ackerman, que será alternado posteriormente con espectáculos de tango y flamenco.

La línea de cervezas alemanas Warsteiner, un clásico del lugar, también se apresta a una serie de eventos que proponen combinar los sabores de las cervezas con distintos aperitivos y comidas. El desafío es combinar platos que realcen los sabores de las diversas cervezas o que por el contrario se contrapongan a ellos, a la manera de las cervecerías alemanas.

La segunda planta de la construcción, destinada a exposiciones de pinturas y esculturas, hace que el lugar consiga conjugar gastronomía y cultura por partes iguales. No se descarta en un futuro cercano actividades en conjunto.

Datos
Molino de Pérez
Ubicado en el pasaje Veltroni (entre Rambla O`Higgins y Gallinal)
Abierto a miércoles a sábado desde las 20 horas
Domingos sólo con reservas especiales (flexibilidad de precios en propuestas específicas)

Si quiere enviarnos sus propias recetas, las recibiremos con gusto

gastronomia@montevideo.com.uy

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