Mikaela tomaba sol junto a un grupo de amigos en un parque de Estocolmo, cuando las circunstancias la obligaron a retomar el servicio de forma inesperada.

Según consigna The Local, el grupo lagarteaba apaciblemente cuando un joven se les acercó vendiendo unas revistas. Nadie se interesó en el liten kran (canillita en sueco, literalmente) pero el insistió.

Durante su intento de vender, apoyó su mercadería en la lona donde la agente y sus amigos descansaban. Y al recogerla se le "pegó" un celular.

Mikaela notó instantes después la ausencia del aparato y corrió tras el diariero, ayudada por una de sus amigas, también policía. Ambas demostraron estar en estupenda forma física y no necesitar uniforme ni esposas para atrapar al oportunista, que no tuvo ninguna oportunidad ante los poderosos brazos de Mikaela.