"ETA es una gran nación", o "los españoles son muy españoles y mucho españoles", zona algunos de los ejemplos de meteduras de pata en los discursos del presidente español, en cuyos discursos siempre parece aguardar rampante el gazapo que lo convertirá en pifia de todos.
Y si su afirmación "la cerámica de Talavera no es cosa menor, dicho de otra manera es cosa mayor", debe haber puesto al borde del soponcio a su dobladora a lenguaje de señas, su desventura lingüística más famosa fue la inigualable "es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde".
Esta vez, la lengua le jugó una mala pasada mientras lanzaba una diatriba contra Pablo Iglesias, del partido opositor Podemos, quien tras escuchar la sentencia hizo claros gestos de no haber entendido nada, sensación sin duda compartida por el resto del auditorio.
"Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor. Mejor para mí, el suyo, beneficio político", fue la oración de marras.
Minutos después, las reacciones aparecían en Twitter