El episodio ocurrió en una iglesia en EEUU, y no deja de tener cierto pulso de película de terror: el sacerdote alcanza a bendecir al pequeño "en el nombre del padre y del hijo", pero en el momento en que menciona al Espíritu Santo, el pequeño se le escapa de las manos y termina boca abajo en el agua.

El porrazo del bebé arranca una comprensible exclamación en la familia que rodea la pila, y el flamante cristiano es retirado de inmediato del agua, asustado y sin duda con una muy mala opinión acerca de la fe y sus ministros.

Quede pues para los teólogos y Doctores de la Iglesia el debate posterior ¿está ese bebé en adecuado goce del sacramento del bautismo, o la interrupción de último momento lo mantiene bajo la influencia del pecado original?