Un fanático del fútbol y de la cerveza decidió repetir para el Mundial de Catar la hazaña que ya había llevado a cabo para la edición del año 2018: conseguir una cerveza de cada país participante en el torneo.

Pese a que vivimos en una época globalizada, en la que acceder a bienes de todo el planeta es más simple que antes, la tarea no fue fácil: insumió varios meses y un verdadero encaje de bolillos logístico.

Gus Hully, de 35 años, vive en Bidford-On-Avon, Inglaterra, y comenzó en mayo con el plan que le permitirá —una vez que se ponga en marcha el campeonato— brindar con una cerveza de cada país contendiente.

Si bien las cervezas europeas son comunes en los estantes de los supermercados británicos, Hully —quien trabaja como analista de la industria de la música— pronto descubrió que las cervezas de otros continentes eran difíciles de conseguir, especialmente aquellas de países donde el alcohol es ilegal.

Por ejemplo, pudo hacerse con una cerveza senegalesa marca La Gazelle solo porque un ruso radicado en el norte de Italia y con contactos adecuados accedió a conseguírsela. Y lo hizo gratis, por la simple razón de que la idea del inglés le pareció genial.

Además, cuando quiso repetir mecanismos usados en 2018, descubrió con desazón que algo había ocurrido desde entonces: el brexit había cambiado las reglas del juego y le dificultaba conseguir algunas marcas. Así las cosas, tuvo que encargar algunas bebidas a la dirección de un amigo radicado en Alemania, quien luego lo visitó y se las entregó personalmente.

Gracias a ese tipo de trasiegos, logró sumar a su lista marcas de Túnez y Costa Rica. Además, en casos de países como Irán o Arabia Saudita, donde el alcohol está limitado o prohibido por razones religiosas, debió conformarse con cervezas sin alcohol.

En cuanto a nuestra región, Hully se decantó por verdaderos clásicos: Quilmes de Argentina, Antártica de Brasil y Patricia de Uruguay.