Una mujer con un megáfono y una caja forrada con espejos cubriendo sus caderas, o sus pechos. La caja tiene un pequeño agujero por el que se pueden introducir las manos y tocar. La gente pasa, se detiene y, casi con timidez, mete los dedos dentro del agujero.

Esta es la última performance de la artista suiza Milo Moiré, mujer que se describe a sí misma como "artista conceptual, pintora, amazona del arte y psicóloga".

El proyecto se titula Mirror Box y ha llevado a la artista a varias ciudades europeas en lo que ella describe como una reivindicación de la naturaleza consensual de los actos sexuales.

"Estoy aquí hoy por los derechos de la mujer y la autodeterminación sexual. Las mujeres tienen una sexualidad igual que los hombres tienen una. Sin embargo, las mujeres tienen que decidir por sí mismas cuándo y cómo quieren ser tocadas, y cuando no", comenta la artista sobre la inspiración que subyace a la pieza, según publica la revista Play Ground.

Las acciones de Moiré y su Mirror Box se desarrollaron con normalidad en ciudades como Amsterdam y Dusseldorf. Sin embargo, cuando llegó a Londres las cosas se complicaron.

La artista comenzó su performance en la plaza de Trafalgar. Al poco tiempo, la policía la detuvo, forzándola a pasar 24 horas en una celda y multándola con "una cifra de 4 dígitos".

Al salir de prisión la artista emitió un comunicado. "Moiré se ha tomado la libertad de mostrar el deseo sexual, dando a las mujeres una voz sexual", decía. "El reflejo de la audiencia en la caja con espejo se convierte en una metáfora visual del cambio de roles del voyeur al objeto de vista: un juego constante de inversiones análogas a nuestro papel en el mundo digital".

Para la artista, el arresto es una muestra más de la falta de unidad legal en Europa y hace referencia a la actitud liberal de Amsterdam ante la misma performance.


No es la primera vez que esta mujer tiene problemas por sus performances. En enero de 2015 fue detenida en París por posar desnuda delante de la Torre Eiffel. Pasó la noche en una comisaría, y después subió a la red algunas fotos sobre su experiencia. Pese a que la multa por mostrar los genitales en Paris podía ascender a los 15.000 euros, negoció para no tener que pagar nada. Parece ser que en esta ocasión no ha tenido tanta suerte