Por muchos años, Federico Lemos se autodefinió como "contador de historias". No solo por tener un padre periodista, ni por considerar que la clave para encontrar buenas historias sea teniendo un periodista al lado. Se trató más que nada de la necesidad de recordar. De rescatar aquello que se pierde en la línea temporal de la historia. De encuadrar aquellos elementos que hoy componen nuestra memoria colectiva y sentir nacional. 

Gonchi: la película (2015), Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno (2024) o La otra pelota (2025) son apenas algunos ejemplos de una motivación repetida en la carrera de Lemos: encontrar esos bastiones que forman parte de un sentir.  Estudiarlo y registrarlo. Contar la historia. 

El documental se estrenó el 26 de noviembre, en un evento atípico que tuvo lugar en su protagonista: fue proyectado en el Teatro de Verano. Así, los uruguayos fueron testigos de un evento en honor a su propio patrimonio. En conversación con Montevideo Portal, Federico Lemos contó su intención de llevar el documental a varios puntos del país bajo la organización de múltiples proyecciones en espacios públicos, y comentó cómo ve la situación actual tanto del género documental como del cine en general. 

Emoción a cielo abierto tuvo su primera proyección el 26 de noviembre, fue al aire libre y en el Teatro de Verano. ¿Cómo surge la idea de hacerlo de esta forma?

La idea de estrenarlo en el Teatro de Verano surgió casi a la misma vez que tomamos la decisión de estrenar una película que generara una conexión directa con el espectador en el momento de verla. Muchas de las personas que iban a concurrir al estreno iban a sentirse muy identificadas con determinado espectáculo o momento, y finalmente eso ocurrió. Una de las cosas que vivimos en los días y horas posteriores a la avant premiere fue muchísima gente que nos hizo una devolución muy interesante, y estuvieron buscando permanentemente conexiones en lugares en donde estuvieron y vieron ciertos espectáculos. Transformamos el Teatro de Verano en un gran set de filmación de las entrevistas, porque se desarrollaron todas en ese mismo lugar. Y veíamos que los artistas, cuando llegaban y se sentaban, miraban, observaban, tenían una sensación muy linda que facilitó incluso las conversaciones y las charlas.

A veces las entrevistas llevan un proceso, determinado tiempo de calentamiento para alcanzar el lugar al que uno quiere llegar como periodista, como investigador o productor. En este caso fue muy interesante ver el momento en el cual ellos llegaban al teatro y se emocionaban, recordaban un espectáculo, un show, y eso nos animó a tomar la decisión de transformarlo en un gran cine al aire libre. Era un desafío de producción importante, es una nueva configuración del Teatro de Verano quecuenta con 5.200 personas. Es bravo llenar ese lugar, y más con un documental. El cine nacional tiene sus dificultades, y conlleva un trabajo constante de cercanía, de tender puentes para que la gente se acerque. Llevar una proyección así tenía todo un desafío. Nosotros sentimos que eso se logró, que la emoción estuvo, que bajó por esas canteras, incluso una cosa muy linda que ocurrió a mí me sorprendió muchísimo, fue que cada vez que aparecía un artista la gente aplaudía. Ocurrió durante una hora y media: independientemente del momento en el que ese artista aparecía, la gente aplaudía. Eso fue muy hermoso, me parece que conjugó de alguna manera lo que nosotros imaginábamos, y además la noche y el día ayudaron muchísimo también.

En tus proyectos siempre estuvo el interés por mirar hacia atrás y recuperar el pasado. ¿Cómo es la relación entre la población uruguaya con su historia? ¿Hay una carencia?

Hay una intención de retratar lo que los uruguayos sentimos muy propio. La memoria y el retrato colectivo de una sociedad que es muy politizada, muy futbolera, muy carnavalera, muy musica y nostálgica. Somos un pueblo muy nostálgico, y en ese sentido me parecía interesante trabajar desde esos lugares para poder no solamente rescatar el archivo que andaba por ahí y que era difícil de conseguir — porque además no todos tienen la capacidad de digitalizar y preservar—. Había un trabajo interesante de nuestro equipo de producción de buscar en cada una de las temáticas fuertemente necesarias de rescatar el archivo. Esas historias a mí particularmente me parecieron interesantes, porque el uruguayo se interesa por ellas.

Nos planteamos como equipo intentar retratar estas historias, llegar al gran público de alguna manera con los intereses reales que existen a través de trabajos documentales que retrataran a muchos de estos artistas músicos políticos, que muchos de ellos se estaban yendo. En el caso por ejemplo de Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno, nosotros hicimos la última entrevista con Danilo Astori. Pocas semanas después falleció. Carlos Steneri también, uno de los que participaron en ese gobierno; Mujica, y otros tantos que también están retratados en ese documental y en algunos otros.

Me parece que el documental es un género que goza de muy buena salud. Antes el documental era algo de domingo a la tarde, antes de la siesta. Nadie iba ni loco al cine a pagar una entrada para ver un documental. Hoy las plataformas están llenas de documentales, el algoritmo te está mandando constantemente biopics de futbolistas, tenistas, pilotos, músicos, series de asesinos seriales, lo que sea. Todo lo que es series documentales y proyectos tiene gente con ganas de verlo, y eso hace que el género goce de buena salud. Además también cambió la forma de contar las historias, muchos realizadores utilizan diferentes herramientas tomadas quizás de la ficción o de otros géneros para hacerlo más dinámico, desde la narrativa, desde el guion, desde la edición. Y eso hace que la gente tenga ganas de verlo, entonces está bueno que pase.

Te has encontrado en varios proyectos con mal material de archivo a la hora de trabajar. ¿Creés que eso puede haber perjudicado la relación del ciudadano con su patrimonio en Uruguay?

Sí, la temática del archivo ocurrió durante muchos años. Los canales de televisión por ejemplo, antes cuando no estaba toda la tecnología digital, usaban cintas VHS o de distintos tipos. Eran caras, entonces cuando había que grabar o respaldar programas, se pasaba por arriba y se pisaba. Nos pasaba en nuestras casas, nosotros teníamos los VHS y grabábamos todo el tiempo conciertos. Era otro mundo, y era muy común agarrar un casete del cumpleaños de XV de una prima, pasarlo por arriba y grabar un concierto, y después teníamos un gran problema familiar. Eso pasaba. Ya no, porque se está trabajando fuertemente en digitalizar y preservar ese archivo. Yo creo que hubo mucho de eso, hubo mucho también de falta de prevención, de cuidado, de estructuras y de instituciones que se encargaran de eso. Hoy en día existen muchos proyectos hermosos que intentan rescatar la historia, la cultura y la memoria, y se encuentran con esas dificultades. No tienen la posibilidad de acceder rápidamente al archivo como en otros lugares, que de repente sí han trabajado en eso y se han ocupado. Siempre es un tema. A mí es una de las cosas que más me agobian, cuando empiezo a avanzar en un proyecto, y digo "¿qué habrá de archivo sobre esto?", porque a veces te imaginás algo que después no está, hay que trabajar para buscarlo y es un trabajo arduo.

¿A qué atribuís esta buena salud del documental? ¿Tiene que ver con un carácter inagotable de la realidad?

Yo creo que hay un montón de razones. Soy un defensor del género y atravesé momentos difíciles. Mis primeras películas las veíamos pocos pocos, éramos realmente pocos en las salas. Jorge Batlle el año pasado fue la película uruguaya más vista de la década. Más de 30.000 personas en sala, más de 400.000 personas en distintas plataformas de distribución. Este año también La otra pelota fue una de las películas más vistas del año, Emoción a cielo abierto abrió con 4.000 personas en el teatro y va a salas ya con un número interesante. Hay que trabajar en tender puentes con el espectador, no solo con las historias, sino con las herramientas de distribución y de comunicación para traer al público y seducirlo para que vuelva a conectar con el cine nacional. Me parece que es por ahí.