Un equipo científico internacional demostró que el veneno de abeja (apitoxina) puede alterar el funcionamiento de los vasos sanguíneos, afectando su capacidad para dilatarse correctamente, lo que puede ser perjudicial para la salud, pero que también podría ofrecer nuevas vías de tratamiento para enfermedades vasculares o incluso el cáncer.

aEl estudio, publicado en la revista Toxicological Sciences y liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), analizó los efectos de la apitoxina y su componente principal, la melitina, en células humanas y arterias de ratones. Los resultados mostraron que ambas sustancias afectan la viabilidad celular y la relajación de los vasos sanguíneos, generando una menor capacidad de dilatación, en parte por el aumento del estrés oxidativo y la alteración en los niveles de óxido nítrico, una molécula clave en la regulación vascular.

Riesgo y oportunidad

El estudio subraya el doble carácter de la apitoxina: si bien puede tener efectos tóxicos en dosis altas o en personas vulnerables, también presenta un prometedor potencial terapéutico, especialmente en patologías donde la regulación del flujo sanguíneo es crítica, como enfermedades cardiovasculares o ciertos tipos de tumores.

“La melitina representa casi la mitad del veneno de abeja, pero no explica por sí sola todos los efectos observados”, explicó Francesc Jiménez Altayó, coordinador del estudio, quien destacó que los efectos adversos pueden producirse con pocas picaduras en individuos sensibles.

Con información de EFE