Sumergir los pies en agua tibia con sal y bicarbonato es una práctica habitual en hogares y redes sociales que combina tradición, autocuidado y una dosis de marketing wellness. Se le atribuyen efectos relajantes, desodorantes, antifúngicos e incluso “desintoxicantes”. Pero ¿cuánto hay de cierto?

Efecto relajante y exfoliante

La sensación de alivio tras un baño de pies es innegable. El calor activa la circulación y ayuda a relajar músculos, especialmente después de jornadas prolongadas de pie. Por otro lado, el bicarbonato de sodio actúa como exfoliante suave, ayudando a remover células muertas y mejorar la textura de la piel. También neutraliza olores, gracias a su capacidad para modificar el pH, dificultando el desarrollo de bacterias causantes del mal olor.

Propiedades de la sal: ¿más que un exfoliante?

Cuando se utiliza sal marina o del Mar Muerto, estudios dermatológicos han documentado efectos beneficiosos en casos de dermatitis atópica o psoriasis, al mejorar la hidratación cutánea y reducir la inflamación. No obstante, esos efectos se observan en contextos clínicos controlados, y no en baños esporádicos en casa.

¿Tiene efectos antifúngicos?

El bicarbonato ha mostrado cierto efecto inhibitorio frente a hongos como la Candida albicans en estudios de laboratorio. Pero su eficacia es limitada en comparación con medicamentos antimicóticos como la nistatina. En otras palabras, puede ayudar como medida de apoyo, pero no reemplaza un tratamiento médico.

¿Qué dice la ciencia sobre "desintoxicar"?

Uno de los mitos más extendidos es que este tipo de baños "eliminan toxinas del cuerpo". Esta afirmación carece de respaldo científico. El cuerpo ya cuenta con órganos encargados de eliminar toxinas —principalmente el hígado y los riñones— y no existen evidencias de que un baño de pies pueda cumplir esa función.

Una práctica complementaria, no curativa

El baño de pies con sal y bicarbonato puede ser útil como complemento de higiene y bienestar personal. Favorece la relajación, suaviza la piel y puede ayudar a controlar el olor, especialmente si se realiza de forma ocasional. Pero no sustituye tratamientos médicos ni debe considerarse terapéutico por sí solo.

Con información de Europa Press