Oscar y Arthur vivían en la ciudad inglesa de Manchester, compartían, juego, comida y siestas.

El gato Arthur era mayor que Oscar, por lo que para el cachorro era una referencia cotidiana, imprescindible para poder acceder al alto sillón del living de la casa.

La muerte de Arthur, desconcertó bastante a Oscar, por lo que luego de ver a los dueños enterrar el cuerpo de su amigo, optó por esperar a la noche para comenzar el desentierro.

Oscar llevó el cuerpo a la casa y lamió el cuerpo de Arthur para sacarle la tierra que tenía encima. Al otro día, sus dueños volvieron a enterrar al gato querido, ahora sí, en lugar secreto.