Una activista de la organización Animal Help liberó este fin de semana a diez conejos bajo el lema "No más jaulas ni esclavitud animal".

"Liberamos a los 10 conejitos gigantes lejos de la gente en zona agreste, cerca de un arroyo. Por la abolición de la esclavitud y matanza de animales", publicó la organización en su página en Facebook, adjuntando un video del momento de la liberación.

"10 vidas, 10 conejos traídos a Animal Help los llevaremos lejos de los humanos y los liberaremos. Por primera vez en su vida conocerán la libertad. Ayúdanos a ayudar", escribió luego la activista, que agregó los datos de cuentas para colaborar con la organización.

El episodio, sin embargo, logró un efecto contrario al deseado por la activista, ya que fue denunciada por "agresión medioambiental". El naturalista Juan Villalba, miembro de varios grupos internacionales especialistas en conservación (como CITES o CBSG), denunció el caso ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente al entender que el hecho puede tipificarse como "agresión ambiental".

"Liberar una especie doméstica al medio natural puede producir un desastre desde el punto de vista conservacionista y sanitario. El conejo ya ha demostrado sus efectos nocivos, transformándose en plaga, en diferentes regiones", señaló a título personal el naturalista.

Villalba explicó a Montevideo Portal que envió a la DINAMA fotos y un video (que adjuntamos en la nota) como pruebas del hecho. "Entiendo que va a haber un seguimiento del caso porque es un tema que trasciende a Fauna por el potencial impacto ambiental", dijo.

El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente tiene un sistema vía web que genera un mecanismo que permite realizar una denuncia ambiental y generar un procedimiento técnico de inspección y control. Mientras tanto, la cartera avanza en la tipificación de delito ambiental, que permitirá que este tipo de denuncias tengan, en caso de demostrarse, consecuencias penales y no solamente multas.

El naturalista consideró que las sueltas de animales "sin control alguno" ni autorización de Fauna no son nuevas, pero que ameritan ya que el Estado tome cartas en el asunto.

"Algunas organizaciones y animalistas sin formación ninguna ni personas idóneas en su plantel cometen esta clase de torpezas. Aunque se pueda aducir que hay buenas intenciones, bien se puede aplicar aquella frase del camino empedrado al infierno", agregó.

El especialista explicó que es "altamente negativo introducir especies exóticas fuera de su ambiente natural, porque casi siempre terminan en situaciones catastróficas, en especial si carecen de enemigos y se transforman en plagas". En este caso en particular, destacó que si bien es posible que la mayoría de los animales mueran, con que solo sobreviva una hembra preñada puede generarse una rápida expansión, teniendo en cuenta los hábitos de procreación de estos animales.

El conejo por la culata

El Estado "debe tomar cartas con estas organizaciones protectoras de animales y establecer cuáles son sus límites, ya que este tipo de iniciativas", además, "son aprovechadas para publicitar las formas de donar dinero, ya que hay gente que cree de buena fe que lo están haciendo bien, dejando en claro un afán mercantilista".

Como ejemplo, recordó que cuando activistas liberaron animales del zoológico de Atlántida, los gatos terminaron comiéndose a casi todas las aves, que no estaban preparadas para huir de los depredadores. "Lejos están este tipo de movidas de ser acciones en beneficio de la fauna o el bienestar animal. No liberan nada", dijo.

En Queensland, Australia, por ejemplo, está prohibido tener conejos incluso como mascotas. La multa asciende a 44.000 dólares australianos solamente por tenerlos. Traídos a Australia en 1859, los conejos se expandieron rápidamente por este estado hasta ser millones, a tal punto que el Departamento de Industrias Primarias de Queensland describió a los conejos como "la peste animal introducida más destructiva de la agricultura y el medioambiente" en el país.

Debido a sus conocidos hábitos de procreación y su amor por fabricar madrigueras y comer pasto, se estima que los conejos provocan una pérdida anual entre 600 millones y mil millones de dólares australianos en erosión y severa degradación de la tierra.