Por Tomás Gutiérrez
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Sebastián da Silva ha estado en repetidas ocasiones bajo la lupa. Como uno de los senadores del Partido Nacional más vocales y mediáticos, no es ajeno al cruce, y así ha protagonizado más de un episodio llamativo. El último fue cuando llamó “puto de mierda” al senador frenteamplista Nicolás Viera, luego de que este lo acusara de haber recomendado a gente invertir en la estafa de Conexión Ganadera. Esto ocurrió durante la interpelación a Alfredo Fratti, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, por la compra de la estancia María Dolores por parte del Instituto Nacional de Colonización.
El caso terminó sin pasar a mayores. Tanto oposición como oficialismo retiraron sus pedidos cruzados de sanciones y ambos protagonistas se retractaron con los correspondientes pedidos de disculpas.
En entrevista con Montevideo Portal, Da Silva reconoce su falta, asegura que entró en “una profunda depresión” y se refirió a la interna del Parlamento. “Estaba a 200 metros de la llegada, venía bien. Pero ahí entré mal en un curva y me di vuelta”, metaforiza sobre el episodio con Viera.
“Yo estaba preparado para comer mierda. En la previa de la interpelación, se habían metido con mi familia, con mi empresa, con mi apellido, con mi honor. Estaba dentro del simulacro. Nos habíamos preparado para comer mierda. Volqué de la peor forma”, explica. En esa línea, dice que se metió con cuestiones con las que no se mete “habitualmente”: “El insulto es un insulto normal, pero, como me dijo mi hijo, no para alguien que sea gay”.
Para Da Silva, la interpelación “fue muy buena”, ya que de esa instancia “van a salir microinterpelaciones, porque ahí se puso arriba de la mesa María Dolores, el suelo de María Dolores, si van los colonos, si se inunda, etcétera”. Sin embargo, admite que hubo una cuota “de estupidez” de su parte.
“Estuve hecho mierda conmigo mismo”, sostiene. Así, se retrotrae al “discernimiento ignaciano”, consigna vital en la educación del Colegio Seminario, donde cursó su educación secundaria. “Me llevó hasta épocas de terapia, de decir ‘qué es lo del inconsciente que te hace estar así’. Estaba poseído por el lado oscuro”, dice.
“Tengo que controlarme más. Yo muchas veces no asumo el lugar en el que estoy. Entonces a veces tengo que dejar de ser el Negro da Silva para ser el senador Da Silva. Esa es una lucha interna que en ese caso se vio. Mal yo”, agrega el senador.
El tercer tiempo en el Parlamento
“Hay que ver lo que son las interpelaciones en Europa para darse cuenta de que acá somos unos niños de pecho”, comenta Da Silva sobre la dinámica parlamentaria. El Palacio Legislativo, del que siempre se dijo que tiene espejos en lugar de ventanas, es un lugar cada vez más accesible y transparente, en buena parte gracias a la tecnología. Las sesiones se transmiten en vivo, disponibles para todo público. Por lo tanto, el legislador en su tarea está cada vez más expuesto. Pero ¿qué pasa en la interna? ¿Cómo es el diálogo ahí?
“Lo que dije de Fratti, lo de Temu y todo lo otro, se lo digo todos los días”, asegura Da Silva, en referencia a cuando, durante la interpelación, dijo que el ministro es “la versión Temu de [José] Mujica”. “No nos bancamos. Ni él me soporta a mí ni yo lo banco a él, y eso viene de larga data”, confiesa el nacionalista. ¿Es personal? “Algo de personal hay.”
“Es un tipo impostado. Le conozco su trayectoria como productor a Fratti. A mí no me podés dar clases de campo”, asevera el dirigente blanco. Aun así, Da Silva dice que, cuando Fratti asumió su cargo, intentó dejar de lado sus diferencias, pues “los problemas de los productores hay que resolverlos”, más allá de calificarlo como un “guitarrero”. Inclusive, afirma que “en los temas programáticos no había mucha diferencia”. Pero, en casos como el de Colonización, el senador no se puede “quedar callado”.
Da Silva entiende que, al estar “en un mundo algorítmico”, cada uno “elige la forma de representar”. “Lo que vos no vas a ver en mí es la autopercepción de que yo soy un representante de la sociedad. Yo represento a lo que entiendo que tengo que representar, y, en el mundo algorítmico, esa representación muchas veces genera rechazo. No me autopercibo importante. Tengo un compromiso con parte de la sociedad que ve en nosotros un escudo”, indica.
Acá, el senador alude a la responsabilidad que tienen los legisladores con respecto a quienes los votaron, pero otra cuestión es la formalidad de la investidura parlamentaria.
“Desde que llegó el MPP al Senado, esa investidura cayó. Todos y cada uno de ellos van como si fueran a bailar a Volvé Mi Negra. No va por ahí”, opina Da Silva, que además acota: “Atrás, abajo, con las luces apagadas, la relación es buena y se puede trabajar, y se trabaja, se fomenta el diálogo, mano a mano”.
¿Cómo es esa “buena” relación en la práctica? “Está el sindicato de los imbéciles que fumamos”, ejemplifica el senador blanco. “Con [Alejandro] el Pacha Sánchez, mi relación personal es con el sindicato del pucho, porque salíamos a fumar y ahí hablás de tus hijos, etcétera”, cuenta.
“Parte de las cosas que yo le decía es que para conocer a la gente tenés que verla en una sucesión, un divorcio, la disolución de una empresa. Por todo lo que se le venía a él como sucesor de ese imperio que formó Mujica”, dice, en el sentido de que “eso después genera una relación”.
Según el legislador, “el trabajo parlamentario a veces es medio vidrioso, porque el Palacio Legislativo es la hoguera de las vanidades”. “Si vos amanecés viendo qué rédito político le podés sacar a las cosas es porque estás equivocado. Ahí hay 130 personas y gran parte de ellas está con una calculadora al santo botón”, sostiene.
Personalmente, Da Silva señala que en su caso “es mucho más fácil tener una reacción natural” de a quién representa: “Yo represento del centro a la derecha; del centro a la izquierda hay otros”. Sobre ese punto, dice que tiene definido su lugar en el clásico espectro político entre izquierda y derecha.
“Me siento integrante de una derecha popular. En este país, la derecha está asociada a los milicos, la dictadura, olor a cachiporra. Pero hay una derecha popular que hoy por bulevar Artigas está trabajando, manejando un taxi, haciendo una distribución, abriendo un kiosco, es empleado, detesta a los sindicalistas como los detesto yo porque le complican la vida. Esa derecha popular, que no tiene nada que ver con la dictadura, detesta la propaganda LGBT, no a los LGBT, a la propaganda exacerbada. Eso existe y creo representarlos, o por lo menos soy uno de los que lo representa”, explica.
“Diálogo”, dijeron Orsi y Delgado
La campaña electoral de 2024 tuvo muchas peculiaridades, pero un concepto central fue el de “diálogo”. Tanto el Frente Amplio como los partidos de coalición vendieron a sus candidatos como catalizadores de un necesario diálogo para resolver temas urgentes de la sociedad uruguaya. Finalmente, Orsi ganó la contienda, pero, más allá del resultado, ¿cómo se trasladó ese énfasis dialoguista al Parlamento?
De acuerdo con Da Silva, en la actualidad ese diálogo “se hace”.
“Con el senador [Daniel] Borbonet, suplente de Silvia Nane, un neonatólogo crack, grado 5, votamos una ley para que sea obligatorio el análisis de hierro en las embarazadas”, comenta a modo de ejemplo. “Yo salí a bancar al senador Borbonet porque el hierro lo produce la proteína animal básicamente, entonces todo ese discurso woke de la carne, que ‘nos atacan las vacas’, y este hombre que sabe del tema dice que la deficiencia de hierro… Matamos dos pájaros de un tiro. Eso lo sacamos grave y urgente”, asegura.
“Es como en todos los ámbitos ¿Dónde está el límite? Si sos un chorro, si le pegás a tu mujer, si sos un discriminador, un mal patrón, un vago. Después, pensar distinto...”, menciona el dirigente blanco. Así, puso un par de ejemplos más de vínculos personales suyos.
“Yo le digo al [Patricio] Pato Diez: ‘Sos el único comunista que trabaja’. Es mi veterinario de cabecera, allá en Cerro Largo, y así es la vida, el Uruguay. Con Tamara Paseyro [ministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial] discutía ya cuando éramos gurises, ella era de izquierda y yo blanco. Te puedo asegurar que en La Paloma me como un asado con Tamara sin drama. Tiene los mismos valores, manda a los hijos al mismo colegio que yo. Eso es más importante que si vos sos de izquierda o derecha”, sostiene Da Silva.
Sin embargo, más allá de la ideología de cada uno y de los valores, el diálogo como práctica suele ser más necesario y complicado cuando se está en desacuerdo en algún punto clave.
“Yo soy un gran psicólogo de sucesiones. Durante mi trayectoria privada, vienen las familias a vender una estancia, entonces ahí se repiten los patrones de comportamiento, y vos tenés que encasillar para lograr un consenso y que toda la familia quede contemplada. Hay temas en donde vos lo que no te ponés de acuerdo lo vas sacando; es una estrategia”, expresa el senador, para llegar a su punto: “Hay cosas en donde no nos vamos a poner de acuerdo”.
“El voto de los uruguayos en el exterior, ¿para qué voy a discutir eso?”, cuestiona. “¿Para llegar a algún terreno común? No tiene sentido”, responde el parlamentario. “Lo que puedo hacer es atacar esa idea para evitarlo, pero después sentarme, tomando mate o un café... Somos inconvencibles. O con la carne sintética. ¿Qué gano yo si me hablás de las ventajas de la carne sintética? Voy a perder el tiempo”, asegura.
Da Silva asegura que, si bien el Partido Nacional “no tiene posiciones únicas o tan puntuales y radicales”, “vos tenés tus principios”. “Pero además es los que te votan, ¿o pensás que el que votó la [lista] 40 porque estaba Javier García y el Negro da Silva quiere que después cambien?”, pregunta retóricamente.
“Mirá lo que le pasa a Cabildo Abierto. Están destruyendo su base electoral”, afirma. “Esa base electoral, que no es poca, la está destruyendo [Álvaro] Perrone, porque empieza con las cosas de él. Eso no es lo que votaron, no es lo que piensa el votante de Cabildo Abierto. ¿Te pensás que cuando lo ven a Perrone se sienten representados? No”, asevera sobre el partido liderado por Guido Manini Ríos.
En ese sentido, apuntó a la figura del fallecido expresidente Mujica y la actualidad del Movimiento de Participación Popular.
“En el pos-Mujica, el mujiquismo, que tiene una cantidad de votos, seguía un ideal. Mujica era una especie de hombre que abarcaba todo, desde el empresario al obrero. Lo votaban feministas, pero él detestaba a las feministas. Tenía atrás un halo. El mujiquismo, sin Mujica, ¿va a existir? ¿No va a pasar lo que pasa siempre con los ‘ismos’: el pachequismo, el wilsonismo, el lacallsimo, el sanguinettismo, el batllismo?”, cuestiona.
Da Silva insiste en su crítica a la dirigencia frenteamplista: “Toda esta generación del MPP se autopercibe pobre, pero les sirven café chasqueando un dedo. Ese es el problema que tienen. Se autoperciben pobres. Ninguno de ellos es pobre. Son todos una generación hecha gracias a Mujica. Hoy son unos burócratas del voto. ¿Pensás que esos van a representar lo que era Mujica?”.
Así, Da Silva dice que, ante una eventual herencia de “ese caudal de votos impresionante”, su “pronóstico” es que “va a aparecer lo peor de la política”: “Gente que se autoperciba más importante, el codazo. Salvo que Lucía [Topolansky] y el fuego sagrado tupamaro lo logren dominar. Pero cuando estás malacostumbrado al auto oficial, al viajecito, es difícil”.
Orsi de asado con los intendentes y… el Parlamento
Hoy en día, el relacionamiento entre oficialismo y oposición se ve plasmado en dos ámbitos distintos: uno legislativo, como es el Palacio, y otro ejecutivo, como es el Congreso de Intendentes.
Desde un punto de vista externo, los vínculos en el Parlamento hacen cortocircuito al compararlos con cómo se desenvuelve el presidente Yamandú Orsi entre sus excolegas intendentes, mayoritariamente del Partido Nacional.
“Yo a Orsi lo puedo predecir porque es geminiano igual que yo. En algunas cosas me identifico. Cuando a Orsi lo agarran y él sale a talentear diciendo ‘bueno, vemos, no sé’, eso es bien de que no estudió la bolilla. Los geminianos somos buenos payadores en el examen, pero si te agarran con la bolilla... A él le tocó ser presidente de la República, entonces podrá hacer morisquetas, pero debe estudiar más los temas. O que organice mejor las conferencias de prensa, porque si no se desgasta. Además, viene antecedido de un [Luis] Lacalle Pou, que era siniestro en eso”, manifestó Da Silva sobre la figura del mandatario.
Asimismo, el senador afirma que “el ser intendente genera un sindicato”, que inclusive “mira con cierta desconfianza” al propio Da Silva. “Porque yo les marco: ‘Che, este camino está hecho pedazos’”, dice.
“Nicolás Olivera dice ‘el Partido Nacional necesita más justicia social’. ¿Vos pensás que hay un blanco en este país, en la historia del país, que se levante y diga ‘vamos por la injusticia social’? No existe. Todos queremos una sociedad más armónica. Algunos intendentes entienden que a través del usufructo de los impuestos de sus ciudadanos pueden generar justicia social. En algunos casos se logra, en otros no. Es un valor vacío. Nadie anda en política por la injusticia social”, asegura.
Según Da Silva, “Orsi, que es vivo, administra”.
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