Un informe recientemente filtrado cuestiona el desempeño financiero de BYD, el mayor fabricante de autos eléctricos de China y una de las principales apuestas del gobierno de Xi Jinping en la transición energética.

Según informó la cuenta Muskonomy sobre el documento, la empresa presentaría un modelo de negocio insostenible, basado en diferir pagos, maquillar beneficios y trasladar presión financiera a sus proveedores.

En 2024, BYD declaró ingresos por 777.000 millones de yuanes y una ganancia neta de 41.600 millones, con un margen del 5,4%, muy por encima del promedio industrial chino. Sin embargo, el análisis advierte que esas cifras podrían estar distorsionadas por prácticas contables que permiten ocultar costos reales y simular rentabilidad.

Uno de los puntos críticos es el uso sistemático de mecanismos para demorar pagos a proveedores. El informe describe una cadena de retrasos que incluye inspecciones de producto por tres meses, demoras similares en la aprobación de facturas y la emisión de pagarés comerciales a seis meses. Además, se mencionan programas de “financiamiento de la cadena de suministro” que amplían aún más los plazos. Este patrón recuerda al utilizado por la inmobiliaria Evergrande antes de su crisis.

Según las cifras internas, el negocio automotor representa el 68% de los ingresos de BYD, con 4,27 millones de vehículos vendidos el año pasado. El ingreso promedio por unidad fue de 125.000 yuanes, mientras que el costo informado por vehículo, con impuestos, fue de 105.000. Esto arrojaría un beneficio de 19.500 yuanes por auto. No obstante, al considerar un déficit de capital de trabajo de 125.000 millones de yuanes —diferencia entre pasivos corrientes y activos corrientes—, la rentabilidad se diluye.

Aplicando la proporción del negocio automotor a ese déficit, se estiman 85.500 millones de yuanes en costos no reconocidos directamente. Dividido entre los vehículos vendidos, representa unos 20.000 yuanes adicionales por auto, lo que anularía la ganancia informada. El resultado final sería un punto de equilibrio o incluso una pérdida de hasta 500 yuanes por unidad.

El informe también cuestiona la sostenibilidad del negocio a mediano plazo. Solo en 2024, BYD tuvo gastos por 33.200 millones en depreciación y 54.200 millones en investigación y desarrollo. Para mantener su estructura, se estima que necesitaría crecer un 16,4% en 2025.

Una de las estrategias señaladas para sostener ese crecimiento es la exportación de vehículos registrados como usados, pero que nunca fueron conducidos. Las unidades son enviadas a destinos como Rusia, Medio Oriente y Asia Central. Según la filtración, los autos se registran dos veces —una en origen, otra en destino—, lo que permitiría inflar estadísticas de producción y comercio exterior. El esquema contaría con el respaldo de gobiernos provinciales que otorgan permisos, subsidios y logística acelerada.

Otro episodio que generó tensiones fue el intento de ingresar al mercado taiwanés a través de Denza, una marca de lujo originalmente fundada con Mercedes-Benz. El plan consistía en reexportar los vehículos desde Tailandia, pero fue rechazado por el gobierno de Taiwán, que denunció una maniobra para eludir restricciones comerciales.

Finalmente, el informe advierte sobre los efectos en cadena de esta dinámica. De confirmarse, el modelo de BYD estaría basado en acumular deuda operativa, trasladar presión a terceros y depender de un crecimiento constante para evitar el colapso. Aunque la empresa cuenta con fuerte respaldo político y acceso a financiamiento preferencial, los autores del análisis sugieren que los riesgos financieros podrían ser mayores a los percibidos por el mercado.

Hasta el momento, BYD no se ha pronunciado públicamente sobre las filtraciones ni sobre el contenido del documento.