El estudio fue financiado por el Foro de Fabricantes de Móviles (MMF) y realizado por la Universidad Estatal de Wayne, de Michigan, en colaboración con el Instituto Karolinska de Suecia.

La investigación se realizó entre hombres y mujeres de entre 18 y 45 años, la mitad de ellos sometidos a una radiación equivalente a la emitida por los teléfonos móviles. El resto, según informó Perfil, fue expuesto a emisiones inofensivas. Los primeros tardaron más tiempo que los segundos en entrar a la etapa del sueño profundo, y permanecieron menos tiempo allí.

Bengt Arnetz, catedrático de medicina de Wayne, explicó que "el estudio sugiere que el uso de teléfonos celulares está asociado con cambios específicos en las áreas del cerebro responsables de activar y coordinar el sistema de estrés."

Otra teoría explica que la radiación disminuye la producción de melatonina, que controla el reloj biológico del cuerpo, por lo que se aconseja no dejar los móviles en la mesa de luz, y utilizar el teléfono fijo ante la necesidad de realizar una llamada antes de dormir.