Pablo Silvera siempre vivió a través de la cultura. Su adolescencia lo encontró con un carácter sin contaminar. Desprovisto de gran formación musical hasta el momento y sin conocer lo que era un algoritmo, creaba desde una pasión que no conseguía reprimir, pero que poco entendía de usos y técnicas. Hoy mira hacia atrás y recuerda estos años con nostalgia y gran cariño. Expresa que se trataba de una "libertad compositiva" que no volvió a conocer de la misma forma. 

Los 2000 llegaron sin avisar. Para ese entonces ya llevaba unos años integrando Once Tiros, una banda que se convertiría en un actor de suma relevancia para el panorama del rock nacional de los siguientes 20 años. Pero, por supuesto, no lo sabían. En ese entonces solo se preocupaban por reflejar su esencia. Sus canciones más exitosas lo constatan: "Lo más valioso", "Nos dijimos todo", y —por supuesto— "Maldición". Un himno que suena hasta el día de hoy en los rincones más conservadores de nuestro rock. Una canción que Pablo asegura que le desagradaba, que no entendía y que le resultaba "rara". Hoy, años después, la abraza con el más profundo de los respetos. Le recuerda a esta libertad compositiva que describe, una que nunca pudo retomar. 

En la actualidad, el contacto con la cultura sigue más presente que nunca. Forma parte del proyecto musical Mota, aunque explica que la esencia de Once Tiros sigue ahí. En sus palabras, en sus versos, en sus melodías. Ama su pasado y no reniega de él. A modo de bienvenida del año que comienza, se presenta este domingo 12 de enero en el club cultural Pionero, en José Ignacio. El show tendrá lugar a las 20 h y las entradas pueden adquirirse aquí.

Luego de Once Tiros desarrollaste el proyecto Mota. ¿Qué aprendizajes te proporcionaron ambas experiencias, que son tan distintas?

Mota lo que tiene es que mi participación arranca en la composición de las canciones, pero después la banda se pone mucho la camiseta en trabajarlas. Partiendo desde Matto, en una preproducción, también juega Gastón, que a veces oficia como de productor. Después Coppola y el Chino le van poniendo su impronta, y eso va generando la identidad de Mota. Pero mi forma de escribir, mi forma de cantar, mi forma de frasear, las melodías que elijo, tienen un contacto directo con lo que fue Once Tiros. Además, nunca busqué forzar que no fuera así, porque podría haber querido separarme completamente, pero era renegar de una historia que fue hermosa. Que terminó porque tenía que terminar, porque siempre estuvimos de acuerdo en que si en algún momento había cortocircuitos, lo mejor era que cada uno agarrara por su camino.

Lo de Mota surgió por insistencia de exmiembros de Once Tiros, de seguir haciendo cosas. Yo no estaba muy afín, pero, coqueteo va coqueteo viene, fui agarrándole el gustito de vuelta a la sala de ensayo. A conectar con la composición. Pero es mucho más chill, no tiene esa carga que eventualmente tuvo Once Tiros, que desde el primer disco nos fue muy bien. Pasamos a ser un actor clave dentro de la gama de bandas que había, y eso siempre implica otro tipo de presión. Ya con 42 años, y con 25 años de Once Tiros más o menos, me lo puedo tomar mucho más relax y que las cosas vayan fluyendo. Incluso en vivo, si nos equivocamos en algo, ya nos subimos al escenario sabiendo que van a pasar un montón de cosas y que está todo bien que pase lo que pase. Lo importante es mirarse y saber que lo estamos disfrutando, y el día que no suceda de esa manera, levantar la mano y decir "opa, no la estoy pasando bien". 

Después de tantos años participando en otro proyecto, ¿no te generaba inseguridad la idea de caer en la repetición? 

La verdad es que no, me adelanté a que sucediera eso como abrazando y amigándome con la persona que soy y con la forma que tengo de escribir. Sentí que no tenía ningún sentido buscar otras cosas si no me nacían. Siempre iba a terminar sonando falso. Si yo no me la creo, después va a ser difícil defenderlo. Entonces para adelante; soy lo que soy, el que quiera venir y disfrutar con eso buenísimo, y el que no, bien también. Creo que es una medida también de protección para con uno, así que me dije: "Vos tranquilo, liberate". A mí lo que me interesa es que mis compañeros de banda estén afín con las canciones que presento. 

Hoy trabajás en los medios, estás en Mirá Montevideo de TV Ciudad. ¿Cómo ayudó tu experiencia en la música a la hora de seguir tratando con públicos desde otro lugar?

Fue una sucesión de hechos afortunados, aunque al principio yo no lo veía. Pero había gente que me rodeaba que me decía que tenía aptitudes en la comunicación, y me insistían en que tenía que hacer algo con eso. Yo también estaba colgado con la cocina a full; donde me agarraban siempre estaba hablando de cocina, me pasa hasta el día de hoy. Pero desde la parte técnica estudié, me recibí, laburé en restaurantes y todo eso, pero también me encantaba leer. Tengo una colección muy grande de libros de todo tipo, desde recetarios hasta antropológicos, históricos, etc. sobre la cocina, y siempre enloquecía a la gente hablando sobre eso. Una vez di con alguien que laburaba en la televisión y me dijo que tenía que tener un programa. Yo le decía que ni loco, pero ida va ida viene, me fueron amoldando y me fui sacando también un poco los prejuicios que tenía con la tele.

En un momento me dijeron que ir a hacer televisión a TV Ciudad era alucinante; por ser un canal cultural de archivo, por la importancia que tiene para Montevideo y el país, y me mandé. Empecé jugando un poquito con un programa de cocina, después boca a boca yendo a difundir el panorama gastronómico y los locales que había acá en Montevideo, y terminé en un programa cultural con Noelia. Nos hicimos recontra amigos, una crack, me enseño muchísimo y me abrió la cancha. Xime también, cuando empecé con Xime Torres fue igual. Tuve grandes maestras en la televisión que me pasaron muchísimos piques. Hoy por hoy soy un agradecido de poder estar en un canal que difunde cultura de la manera que lo hace TV Ciudad. También Mirá Montevideo en particular, con este panorama de lo que pasa en el cine, en el teatro, en la música, en el deporte. Es alucinante porque agarrás un bagaje y vas aprendiendo un montón de cosas. Para mí al principio fue raro, pero hoy por hoy es una tremenda alegría. Es verdad que me siento comunicador de ciertas casas como es TV Ciudad, pero no es que salga de ahí y me ponga a buscar el trabajo de comunicador en otros lados. No es algo en lo que yo piense.

Tocas el domingo 12 en Pionero, José Ignacio. ¿Qué se puede esperar del show?

Es un arranque de año. Tiene esta cosa de festejo por haber tenido un año increíble en 2024 con los Graffitis, con la concurrencia a los shows, con un cierre hermoso en el anfiteatro Canario Luna, con la salida de un EP de cuatro temas, una cosa increíble. No íbamos a tocar en enero, recién íbamos a tocar el 20 de febrero acá, en Montevideo. Pero surgió esto de Pionero y quisimos hacerlo, porque nos extrañábamos entre todos. Va a ser un show largo, porque tenemos muchas ganas de tocar y de vernos. Es un centro cultural de rock increíble que le abre las puertas a todo, desde lo más under a lo consagrado, manejan un rango muy amplio. Es un lugar para todo el mundo, pero para la gente que le gusta la música y el rock n'roll es ideal. Hay pocos lugares así, hay que aprovecharlos, es en una zona en la que por lo general se hacen megaeventos. Entonces tener un boliche que recibe a una capacidad más limitada y de cercanía me parece que está buenísimo. Ese lugar respira y vive rock n'roll.