Un nuevo estudio clínico publicado en The Lancet Rheumatology confirma que una modalidad psicoterapéutica conocida como terapia cognitiva funcional (TCF) logra reducir de forma sostenida la discapacidad y el dolor en pacientes con lumbalgia crónica. El efecto, que se extiende por al menos tres años, convierte a la TCF en el primer tratamiento con evidencia robusta de largo plazo para esta afección incapacitante.

El ensayo, liderado por investigadores del Consejo Nacional de Investigación Médica y Sanitaria de Australia y la Universidad Curtin, dio seguimiento al estudio previo ‘RESTORE’, que ya había documentado mejoras significativas en los primeros 12 meses. Esta nueva fase evaluó a 492 adultos con dolor lumbar persistente durante más de tres meses, todos con niveles moderados o altos de limitación física.

Los pacientes fueron distribuidos aleatoriamente entre tres grupos: atención habitual, TCF sola, y TCF combinada con biorretroalimentación mediante sensores de movimiento. Tras un protocolo de hasta siete sesiones en 12 semanas y una sesión de refuerzo a los seis meses, los grupos que recibieron TCF mostraron mejoras significativas tanto en la reducción del dolor como en la funcionalidad física, en comparación con la atención convencional. Las diferencias entre aplicar o no la biorretroalimentación fueron mínimas.

Una intervención con potencial transformador

A diferencia de los enfoques tradicionales que suelen centrarse en tratamientos farmacológicos, quirúrgicos o exclusivamente físicos, la TCF aborda el dolor desde una perspectiva biopsicosocial. Esto implica trabajar sobre las creencias del paciente, sus miedos al movimiento y su comportamiento frente al dolor, promoviendo una reapropiación funcional del cuerpo y la movilidad.

Los resultados del ensayo sugieren que el efecto terapéutico es duradero, lo cual representa una oportunidad para rediseñar la forma en que se aborda el dolor lumbar crónico, responsable de una parte significativa de la discapacidad global.

Con información de Europa Press