Dormir con el televisor prendido es una costumbre arraigada en muchos hogares. Lo que parece un gesto inofensivo para conciliar el sueño, sin embargo, puede tener implicancias más profundas tanto en lo emocional como en la calidad del descanso. Desde la psicología clínica se interpreta como un posible mecanismo de regulación emocional o una señal de malestar subyacente.
El televisor como refugio emocional
Según la psicóloga clínica Sarah Silverman, para quienes viven solos o atraviesan procesos de ansiedad, el sonido constante de la televisión actúa como una forma de “presencia” que mitiga el silencio. Ver (o simplemente oír) contenidos ya conocidos genera una atmósfera de previsibilidad que transmite seguridad. Esto es especialmente frecuente en personas que han sufrido pérdidas recientes, estrés prolongado o que experimentan soledad emocional.
Consecuencias en la calidad del sueño
Desde lo fisiológico, la exposición continua a luz azul —emitida por pantallas— afecta la producción de melatonina, hormona clave para el sueño. Esto puede traducirse en interrupciones nocturnas, dificultad para alcanzar fases de descanso profundo o despertares frecuentes.
Además, contenidos con estímulos intensos —como noticieros, películas de acción o programas con cambios abruptos de sonido— mantienen al cerebro en estado de vigilancia, aunque el cuerpo esté aparentemente en reposo.
Una forma de “apagar” la mente
Hay quienes aseguran que la televisión les ayuda a dejar de pensar. Para personas con pensamientos intrusivos o preocupaciones persistentes, el televisor funciona como una distracción que facilita la transición al sueño. No obstante, los especialistas advierten que, aunque efectivo para conciliar el sueño, este método afecta su profundidad y calidad.
¿Qué dice este hábito sobre el estado emocional?
Dormir con la televisión prendida puede ser, según los expertos, un intento inconsciente de evitar el contacto con emociones no resueltas o pensamientos difíciles. El silencio nocturno puede funcionar como amplificador de miedos, inseguridades o culpas. Ante eso, el ruido de fondo actúa como un escudo.
Este comportamiento se asocia con ciertos perfiles psicológicos: personas con ansiedad, estrés crónico, duelos, o estados de vulnerabilidad emocional. No se trata de una patología en sí, pero sí puede ser un indicio de que algo más profundo necesita atención.
Alternativas para un descanso más saludable
Los especialistas no recomiendan eliminar el hábito de forma abrupta, sino implementar cambios progresivos:
- Activar el temporizador del televisor: permite que se apague automáticamente tras un tiempo.
- Elegir contenidos neutros o relajantes: evita tramas intensas o sonidos bruscos.
- Reemplazar la TV por ruido blanco, música suave o audios de meditación guiada: técnicas menos invasivas que promueven un descanso más profundo.