Lo que debía ser un vuelo de rutina de Corfú (Grecia) a Düsseldorf (Alemania) se convirtió en una pesadilla. El vuelo DE 3665 de Condor, con 273 pasajeros y ocho tripulantes a bordo de un Boeing 757, despegó del aeropuerto Ioannis Kapodistrias cuando la aeronave emitió llamas desde el motor derecho, sumiendo a los viajeros en el horror y llevándolos a enviar desesperados “mensajes de despedida” a sus seres queridos.
En el momento del incidente el vuelo había alcanzado 36.000 pies de altura, cuando el avión tuvo una interrupción en el flujo de aire de la turbina.
“Fue una experiencia horrible. Ya le había enviado mensajes de despedida porque pensé: 'Ya se acabó'”, señaló un pasajero, según consignó el medio británico The Sun.
Tras evaluar la situación, se decidió desviar el avión a Bríndisi (Italia). Apenas 40 minutos después del despegue, el avión tocó tierra en una maniobra que culminó sin heridos.
La razón señalada de forma oficial sobre la causa del incidente fue “una reacción que normalmente tiene lugar en la cámara de combustión del motor, lo que lleva a una reacción visible”.