Nicolle Salle habla pausado. Su lenguaje corporal es relajado. No sube el volumen ni cambia el tono, incluso cuando se la cuestiona por la polémica más importante que ha tenido en su corta vida pública: un posteo que hizo a pocos días de haber sido electa diputada nacional por Identidad Soberana en el que vinculaba la inoculación con las vacunas contra el covid-19 con el siniestro ocurrido en la rambla de Pocitos el 26 de octubre de 2024, que dejó varios lesionados y una fallecida.

“Esta es la triste nueva normalidad. Sepan que quienes se inocularon son bombas de tiempo. Han destrozado la salud de billones de personas, y ahora a lidiar con las consecuencias”, escribió la odontóloga de profesión en su muro de Facebook, junto a la noticia del accidente cuatro días después del hecho.

Hoy, a casi un año de lo sucedido, reconoce a Montevideo Portal: “Fue una entrada bastante impactante en el mundo público”, aunque aclara que “no hacía referencia directa al caso del conductor”. “Simplemente señalé que estos episodios de desvanecimiento o pérdida de conciencia podían empezar a ser más frecuentes debido a la vacunación masiva contra el covid-19”, indica.

Las reacciones fueron inmediatas. No fue algo que me sorprendiera del todo”, dice, aunque, manifiesta que, a su entender, “se deformó lo que había dicho”. “No se discutió el fondo del asunto: si realmente hay datos sobre efectos adversos graves, si existe un registro transparente. Se quedaron con el titular”, cuestiona.

Salle no se autodefine como “antivacunas”, pero en la práctica las rechaza. Por eso, nunca vacunó a su hijo y aboga por la no obligatoriedad de estas. Su cuestionamiento a las vacunas surge mucho antes de la pandemia y se desprende de su propia historia de vida.

“De niña, tuve una trombocitopenia luego de una vacunación. Estuve internada, fue grave. Y mi hematólogo me dijo: ‘No la pueden vacunar más’. Eso me marcó mucho. Sentí que había un tema del que no se hablaba con claridad”, explica sobre por qué no recibió varias de las vacunas reglamentarias de niña.

Años después, durante su embarazo, se reactivó esa desconfianza. “Empecé a investigar por mi cuenta. Leí estudios, documentos y estadísticas. Quería tener información para decidir. Para mí, la clave es la libertad de elegir con información suficiente”, apunta acerca de la decisión de no inocular a su hijo.

Ahora impulsa un proyecto de ley para que la vacunación sea opcional. “Hay familias que fueron judicializadas por no querer vacunar a sus hijos. Eso no puede pasar en un Estado de derecho. Lo que proponemos es que el consentimiento informado sea real, no una formalidad”, reclama.

Su discurso no se parece en las formas al de su padre y compañero de bancada, el abogado, exfiscal y polemista Gustavo Salle, pero es muy similar en contenido. De hecho, fue ella la que lo llevó a adoptar una postura en contra de la “plandemia”, como ambos llaman a la pandemia que llegó a Uruguay en marzo del 2020.

Salle hija recuerda una conversación que tuvo con el abogado a fines de 2019, antes de que ella siquiera pensara en entrar en política, cuando recién aparecían noticias sobre la expansión de un nuevo coronavirus desde China. “Tuvimos una llamada telefónica y le dije a mi padre: ‘Esto es una farsa’. ‘Pero, ¿estás segura? Tené cuidado’, [me contestó él]. Había un cierto temor y creo que él lo expresó incluso en Twitter. Dijo: ‘Bueno, hay que tener cuidado, no sé qué, hay que ser cautelosos’, algo de eso. Yo le dije: ‘No, papá, esto es una farsa. Es lo que ya sabemos que va a suceder’. Obviamente eso fue el primer día, ¿no?”, relata.

Tras esto, vinieron el megáfono y la cruzada del exfuncionario del Ministerio Público en rechazo de la alerta sanitaria en Uruguay y en el mundo por la pandemia, a la que considera “una estrategia de guerra contra la humanidad”.

Cinco años después, Identidad Soberana llegó al Parlamento como una rareza política: un partido sin estructura tradicional, sin financiamiento de grandes sectores y con un discurso contra la “cleptocorporatocracia”, la “agenda 2030”, y una serie de términos que ya se tornaron patrimonio del neófito partido. Con todo, logró posicionarse como la cuarta fuerza política en votos, por encima de Cabildo Abierto y del Partido Independiente.

Pero esa tónica no identifica tanto a Nicolle Salle, que subraya que su padre es “auténtico”, pero destaca que, aconsejado por ella, “ha temperado bastante el discurso: no en el contenido, pero sí en la forma”.

“Nuestras formas muchas veces son muy diferentes, pero creo que también son complementarias. De todas maneras, la persona que lo llega a conocer a mi padre percibe a otra persona”, opina, y dice que Gustavo Salle es una persona “muy sociable, muy abierta y atenta”. “Toda esa faceta quizás muchos no la conozcan y vean de repente al abogado que está enojado o al parlamentario más efervescente”, reconoce.

Entre los dos legisladores de Identidad Soberana hay “matices”, como que Nicolle está de acuerdo con el matrimonio igualitario, aunque reconoce que su padre tiene un punto cuando cuestiona su inconstitucionalidad. “Él es muy constitucionalista. Yo entiendo, pero digo: ‘Bueno, no hace daño’. Es decir, si dos personas se quieren, y ese es el mecanismo para estar juntos, no lo veo mal. Entonces, tenemos algunas diferencias de matices con respecto a la ideología de género, pero no en lo estructural”, apuntó.

Sin embargo, el apoyo mutuo y las cosmovisiones comunes son evidentes. Por eso, en marzo, Identidad Soberana propuso una preinvestigadora en el Parlamento “para analizar en profundidad la gestión de la pandemia de covid-19 en Uruguay”.

Pese al naufragio de esta, que concluyó que no había elementos jurídicos ni científicos para crear una comisión investigadora, Nicolle hoy piensa que muchos uruguayos dejaron de pensar que su posteo sobre el accidente del 121 había sido “algo desquiciado” gracias la existencia de la preinvestigadora.

“Creo que el 99% de los uruguayos no entró en contacto con los documentos con estadísticas de aumentos de ACV vinculados con los efectos de las inoculaciones masivas hasta que no los hicimos públicos en el pedido de la preinvestigadora”, plantea.

Por eso, alega, no se arrepiente de haber hecho aquella publicación de octubre de 2024: Quizás no fue de la mejor manera: esa es la reflexión. De todas maneras, tuvo un impacto. Se me preguntó muchísimas veces al respecto y tuve la posibilidad de explicarlo y entonces eso creo que llegó a la gente”.