El silencio del dormitorio se rompía con un sonido sordo. Un exfutbolista uruguayo venía sintiendo, en reiteradas ocasiones, que “algo” respiraba cerca de su cuarto.

Desesperado, llamó a un grupo que había visto en redes. Cuando Walter Pesah, Isabel Melesi y Aldo Goffi cruzaron la puerta, Melesi recordó haber sentido “una presencia espiritual fuerte”, y lo que empezó como una inspección paranormal terminó en un exorcismo.

Tenía a su familia en frente, y durante el exorcismo vomitaba, gritaba y se reía. Fue durísimo, pero se liberó. Hoy nos agradece porque le cambió la vida”, contó Pesah, quien asegura que casos como ese “no son habituales, pero existen, y demuestran que la energía, cuando se descontrola, puede tomar formas extremas”.

El episodio no pertenece a una película ni a un mito urbano, sino a una de las intervenciones del equipo Enlace Paranormal, un grupo uruguayo que combina tecnología, espiritualidad y método científico para estudiar fenómenos anómalos. “Nos apodaron los cazafantasmas uruguayos, y no nos molesta”, dice Pesah. “A veces la gente se ríe, pero cuando nos ve trabajar entiende que hay seriedad detrás. Nosotros no cazamos espíritus, tratamos de comprender qué ocurre”.

La primera aparición

Isabel Melesi, Walter Pesah y Aldo Goffi. Foto cedida a Montevideo Portal

Isabel Melesi, Walter Pesah y Aldo Goffi. Foto cedida a Montevideo Portal

El proyecto nació hace más de una década, cuando Isabel Melesi comenzó a investigar las visiones y sonidos que experimentaba desde niña. “Veía sombras, escuchaba mi nombre y percibía energías. Más que miedo, me generaba curiosidad: quería entenderlo, no huirle”, relata.

Walter Pesah, técnico en electrónica, decidió acompañarla desde un enfoque más racional. “Quise encontrar una explicación lógica. Fabricar un aparato fue mi manera de acercarme al fenómeno. Me llevó seis meses construir mi primer detector de campos electromagnéticos, y funcionó”, recuerda.

Con el tiempo, ambos formalizaron su preparación. Se formaron en el Instituto Universitario ICP y en la Escuela de Exorcistas de Europa, sumando cursos de teología, psicología y física aplicada. “No fue algo improvisado. Esto requiere estudio, paciencia y discernimiento. Ser investigador paranormal implica una responsabilidad enorme y se aleja del espectáculo que vemos en las películas”, aclara Melesi.

Los gajes del oficio en el Uruguay paranormal

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

De forma clara, Pesah explica que todo su trabajo parte del método científico. “Observamos, planteamos hipótesis y tratamos de repetir el fenómeno. Siempre empezamos por la explicación lógica”, dice.

Como ejemplo, utilizó el caso del científico británico Vic Tandy, quien veía sombras y oía voces que lo hacían sentir nervioso, por lo que comprobó que se debía a una vibración que el viento producía con una viga cerca de su ventana.

Una frecuencia de 19 Hz puede hacerte ver sombras o sentir presencias. Eso se conoce como la frecuencia del miedo. Es decir, muchas veces lo que la gente interpreta como paranormal tiene una explicación física. Pero también ocurre lo contrario: hay sucesos que se repiten, que no se explican con la física conocida, y ahí es cuando empezamos a medir otra cosa”, sostiene.

El grupo utiliza equipos similares a los de los investigadores internacionales: detectores de campos electromagnéticos, cámaras infrarrojas y la Spirit Box, una radio que barre todas las frecuencias del dial y capta voces entre los microcortes del ruido blanco. “No son voces que entran en la radio. El aparato las genera por manipulación energética. Hemos hecho pruebas sin antena y sigue captando las respuestas”, detalla Pesah.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

También crearon un instrumento propio que traduce rezos grabados en pulsos de luz. “Convertimos las ondas sonoras en luz y la hacemos vibrar en todo el espacio. Es una forma de armonizar ambientes: el sonido se transforma en energía visible, y con eso trabajamos la limpieza del lugar”, explica.

Entre los lugares donde han trabajado mencionan el Castillo Pittamiglio, las bóvedas de Montevideo y el Castillo de Villa Artigas, aunque subrayan que la mayoría de los casos se da en casas comunes. “A veces el mito crea su propio poder. Cuando todos repiten que hay un fantasma, esa energía colectiva termina manifestándose”, sostiene Melesi.

Para ellos, lo paranormal también puede representar un espacio de alivio. “Una madre que había perdido a su hijo nos pidió ayuda, ya que estaba convencida de que oía su voz. Fuimos a su casa, realizamos las pruebas y logramos registrar una psicofonía en la cual se escuchaba con claridad: ‘Mamá, te amo’. Ella reconoció la voz inmediatamente y se quebró. Desde ese día pudo dormir tranquila”, recuerda Pesah.

El caso, aseguran, es uno de los que más los marcó. “No buscamos probar nada ni convencer a nadie. Nuestra tarea no es demostrar que algo existe, sino ayudar a comprender lo que sucede. Cuando una familia encuentra paz, eso ya es suficiente”, afirma el investigador.

Melesi coincide y sostiene que muchos de los fenómenos tienen una dimensión emocional. “Hay mensajes que parecen quedar en el aire, y cuando finalmente se escuchan, todo cambia. A veces el alivio también llega por ese lado, no porque se haya resuelto un misterio, sino porque se pudo cerrar algo que estaba abierto”.

Ambos coinciden en que algunos fenómenos dejan huellas y continúan en el tiempo. Han vuelto años después a lugares donde habían registrado voces o presencias y notaron nuevas coincidencias. “Nos pasó que una voz hablaba sobre un tema muy específico, algo que en ese momento nadie entendía. Años después, las personas que vivían allí nos contaron que eso terminó ocurriendo. Fue como si la entidad ya lo supiera”, cuenta Pesah.

Hay una continuidad en lo invisible —agrega Melesi—. Las energías no desaparecen; cambian de forma o de lugar. A veces lo que uno investiga hoy tiene sentido recién mucho tiempo después”.

En otros casos, la ciencia termina resolviendo el misterio. “Una mujer nos llamó porque sentía que algo la atacaba en su dormitorio. Descubrimos una antena 5G muy pegada a su casa que la irradiaba. Era radiación, no un espíritu”, cuenta Pesah, y subraya que hechos como este ratifican su objetivo: “demostrar que lo paranormal y lo técnico no son mundos separados, sino complementarios”.

Mito vs. realidad

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

El grupo asegura que su fin no es “probar la existencia” de los fantasmas, sino promover la investigación responsable y la prudencia.

Esto existe, pero no es un juego. No se trata de prender una vela y hablarle a lo desconocido. Hay riesgos emocionales y psicológicos para quien no sabe manejar esas energías”, advierte Melesi, quien insiste en que cada caso “se aborda con la misma seriedad que una investigación científica o clínica”.

A lo largo de los años, Enlace Paranormal afirma haber comprobado que muchos episodios dejan huellas y vuelven a manifestarse con el tiempo. “A veces una voz o un mensaje grabado en una casa parece no tener sentido, y años después entendemos que anticipaba algo. No lo vemos como predicción, sino como continuidad energética”, explica Melesi. “El fenómeno no siempre termina cuando nos vamos. Puede reactivarse o transformarse, y por eso también hacemos seguimientos, añade.

Para ellos, lo esencial es que el público entienda que lo paranormal no pertenece solo al terreno del miedo o la superstición. “Lo invisible no tiene por qué ser sinónimo de amenaza. Puede ser una manifestación más de lo que no comprendemos aún. Por eso necesitamos abordarlo con respeto y sin fanatismo”, dice Melesi.

Enlace Paranormal evita la espectacularización y prefiere hablar de estudio antes que de fe. “La curiosidad nos llevó hasta acá, pero la responsabilidad nos mantiene”, resume Pesah. “La ciencia y el más allá no son opuestos. Pueden encontrarse, si se los aborda con respeto”, concluye.