Con un Parlamento repleto, con las bancadas de los partidos políticos que lo integraban en aquel entonces, con los expresidentes Jorge Batlle, Julio María Sanguinetti y Luis Alberto de Herrera, el vicepresidente Danilo Astori, su “querida” Lucía Topolansky, invitados y el público a través de las pantallas, el expresidente José Mujica juraba el 1° de marzo de 2010 ante la Constitución y se convertía en el líder de los uruguayos por los próximos cinco años.

Mujica juró ante su esposa, Topolansky, quien en aquel entonces presidía la Asamblea General. Ante un Palacio Legislativo repleto, el flamante mandatario decía: “Desearía que el título de presidente electo no desapareciera de mi vida de un día para el otro, tiene la virtud de recordarme a cada rato que soy presidente solo por la voluntad de los electores”.

“'Electo' me advierte que no me distraiga y recuerde que estoy mandatado para la tarea. No en vano, el otro sobrenombre de los presidentes es mandatario. Primer mandatario, si se quiere. Pero mandado por otros, no por sí mismo”, dijo Mujica.

El presidente se comprometió a “cumplir los mandatos constitucionales, cumplir los que aluden a las formas de organización política del país, por supuesto”. También “en cumplir los enunciados constitucionales que describen la ética social que la nación quiere darse”.

“Hoy es el día cero o el día uno de mi gobierno. Yo agregaría: hoy es un día de cielo abierto; mañana comienzan los pasos hacia el purgatorio. Para mí, gobernar empieza por crear las condiciones políticas para gobernar. Por si suena como un trabalenguas, lo repito: para mí, gobernar empieza por crear las condiciones políticas para gobernar”, expresó el líder del Movimiento de Participación Popular (MPP).

En su discurso de asunción, Mujica dijo que le “gustaría creer” que su nuevo gobierno crearía “las condiciones para gobernar durante 30 años con políticas de Estado”.

Me gustaría creer que esta de hoy es la sesión inaugural de un gobierno de 30 años. No míos, por supuesto, tampoco del FA. Sí de un sistema de partidos tan sabio y potente que es capaz de generar túneles herméticos que atraviesen las distintas presidencias de los distintos partidos y que por allí, por esos túneles, corran intocadas las grandes líneas estratégicas de los grandes asuntos, como la educación, la infraestructura, la matriz energética o la seguridad ciudadana”, expresó.

En ese momento, Mujica expresó una frase icónica. “Permítanme un pequeño subrayado: educación, educación y otra vez educación”, destacó.

“Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas como en la escuela escribiendo cien veces debo ocuparme de la educación. Porque allí se anticipa el rostro de la sociedad que vendrá. De la educación depende buena parte de las potencialidades productivas de un país, pero también la futura actitud de nuestra gente para la convivencia cotidiana, y seguramente cualquiera de los aquí presentes podría seguir agregando argumentos sobre el carácter prioritario de la educación”, sostuvo el exintegrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

“Lo que probablemente nadie pueda contestar con facilidad es a qué cosa vamos a renunciar para darle recursos a la educación, qué proyectos vamos a postergar, qué retribuciones vamos a negar, qué obras dejarán de hacerse, con cuántos 'no' habrá que pagar el gran 'sí' a la educación”, insistió Mujica.