Muchos ciudadanos, dirigentes y analistas políticos se preguntan qué repercusión tendrá la flamante reforma tributaria sobre el electorado y cómo impactará en el futuro político de Danilo Astori. Una vez despejado el escenario del 2009 con la renuncia del presidente Vázquez a una eventual reelección, el ministro de Economía se convirtió en el enemigo a vencer. Así fue que, en la última semana, debió enfrentarse a blancos y colorados, que se oponen a la reforma, y a la mayoría del Frente Amplio, que lo embretó con su reclamo de mayores partidas presupuestales para los docentes.
Según el gobierno, el IRPF sólo perjudicará a una minoría de altos ingresos. Claro que se trata de un sector estratégico, con capacidad de incidir sobre el resto de la sociedad, incluso sobre aquellos que presuntamente se beneficiarán de la reforma. El caceroleo del domingo pasado contra el temido impuesto fue un aviso. Aunque tímida, la protesta se hizo oír bastante en Pocitos, pero pasó sin pena ni gloria en Malvín, una zona en la que todavía pesa más la corrección política que la pérdida patrimonial.
¿Será tan riesgoso jugar todas las cartas a la fidelidad y comprensión de la influyente clase media? La mayoría de los uruguayos parece aceptar el nuevo sistema tributario en el entendido de que algo había que hacer y que la reforma propuesta responde a ciertos criterios adoptados, aunque nunca discutidos, de justicia social. En esta delicada coyuntura, Astori aparece como un gobernante capaz de hacer lo correcto, aún a riesgo de perjudicar el bolsillo de su propio electorado. Su estilo no cosechará aplausos pero trasmite seriedad y coraje político. Para quienes tienen algo que perder, que en Uruguay no son pocos, el ministro de Economía sigue siendo una garantía de estabilidad. Mientras tanto, sus rivales de la oposición amenazan con recursos de inconstitucionalidad o con la derogación del IRPF. En la interna frenteamplista, dominada por los sectores ideológicos, Astori iba a ser igualmente acorralado con cualquier reforma o medida económica que no responda a sus códigos tardoizquierdistas.
Es probable que las capas medias manifiesten su malhumor si no obtienen alguna contrapartida por sus mayores aportes, pero no será la única variable a la hora de decidir el voto. Un sistema electoral es un juego de suma cero: para que alguien pierda votos otro tiene que estar en condiciones de tentar al elector con mejores perspectivas. Pero además, los que esperan una caída en la popularidad de Astori deberían tener en cuenta el largo plazo.
Entrevistado por Sergio Puglia el sábado pasado, Astori salió al cruce de quienes sueñan con nuevas repartijas a cuenta de un eventual incremento en la recaudación. De ocurrir tal cosa, dijo el ministro, habrá rebajas en el IVA y mayores deducciones. Esta batería de medidas, o segunda etapa de la reforma, puede convertirse en la válvula de escape de una propuesta demasiado riesgosa o bien en el combustible que impulse definitivamente a Danilo Astori en su carrera presidencial.