Con su explicación sobre los alcances del "nunca más", el presidente Vázquez evitó una inminente derrota política. Su discurso transcurrió delante de una escenografía de aspecto patriótico y artiguista, con una decena de banderas uruguayas dispuestas de tal manera que remitían a los fastos patrios de 1830, más que a la estética gris-metalizado del "presidente del cambio".
Su iniciativa de convertir las celebraciones del 19 de junio en un acto de reconciliación de todos los uruguayos había cosechado más rechazo que aprobación. A los familiares de desaparecidos se había sumado en las últimas semanas la central sindical, diversas organizaciones sociales y de derechos humanos, así como el rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arocena. Varios dirigentes oficialistas de primer nivel habían anunciado ya su decisión de no concurrir al acto promovido por Vázquez. Su movida de ayer, le permitió restablecer sus antiguas alianzas. Además, lo dejó con la iniciativa intacta con respecto al 19 de junio y lo mostró nuevamente como el conductor de una tropa disciplinada.
Tras su decisión de enviar al Parlamento el proyecto de García Pintos, la polémica se había instalado en torno a si era correcto equiparar a los familiares de las víctimas de los militares con los de los grupos guerrilleros, lo que derivó en una discusión sobre el alcance del "nunca más". El asunto era saber si, en el ánimo presidencial, la convocatoria del próximo 19 de junio se limitaba a condenar el terrorismo de Estado, como pretendían las organizaciones sociales y algunos dirigentes frenteamplistas, o si se incluía en el memorando las violaciones a los derechos humanos cometidas con fines políticos por particulares.
Luego de la explicación de Vázquez, quienes pretendían limitar el "nunca más" al terrorismo de Estado intentaron acomodar sus discursos de las pasadas semanas a la nueva semántica presidencial. Ahora se sabe que para el presidente de la República el "nunca más" comprende todos los enfrentamientos políticos violentos ocurridos durante los años `60,`70 y `80, entre los cuales el terrorismo de Estado es sólo un capítulo.
Pero si alguien piensa que la renuncia de Vázquez a realizar el acto del 19 de junio supone una derrota, se equivoca. Es cierto que ya no será un desfile cívico militar como planeaba, pero no porque lo considere un error sino porque, siendo un "presidente serio", comprende que "la realidad es la realidad" y sabe que el asunto todavía genera "rispideces". En cambio, Vázquez marchará a homenajear al prócer acompañado por quienes quieran seguirlo y escoltado apenas por "una reducida guardia de blandengues". Busca atemperar un grave error de cálculo exponiéndose en su relativa soledad. En todo caso, no es que se haya equivocado sino que vio más lejos. No puede haber una puesta en escena más típicamente artiguista.