Una frase del presidente Luis Lacalle Pou se incrustó en el archivo de esta pandemia y de la política nacional: "Yo soy el presidente de todos los uruguayos, incluso de los que se dedican a caranchear" pronunciada en la ciudad de Bella Unión la semana pasada.

No hay dos interpretaciones, el carancho es ampliamente conocido en el Uruguay, es un ave que prefiere alimentarse de carroña, aunque su asombrosa inteligencia y versatilidad sumada a su contextura física, le permiten también cazar animales diversos, desde garzas y palomas hasta liebres. Es decir que él presidente considera que hay uruguayos que se dedican a "carroñear" en medio de la pandemia. Sería bueno que aclarara si solo se refiere a comer carroña o también a cazar.

Las preguntas que emergen de este ataque feroz son múltiples. ¿A quiénes se refiere cuando habla de caranchear? ¿A los médicos de todas las especialidades y opiniones políticas, integrantes de diversas organizaciones que alertaron muchas veces sobre la necesidad de adoptar medidas complementarias a la vacunas para contener el crecimiento exponencial de las muertes por covid 19 que nos situaron durante más de un mes en el primer lugar en el mundo en este triste record? ¿Estaban carancheando?

¿Incluye a los opositores que se atrevieron a llevarle diversas propuestas con el mismo objetivo de reducir los contagios y la mortalidad? ¿O a los propios integrantes de la coalición que con extrema delicadeza hicieron conocer sus propuestas? ¿También podría tratarse de todos aquellos que hablaron de muertes evitables, incluyendo varios periodistas, no muchos por cierto? La otra posibilidad es que se trate de todos aquellos que consideren que hay responsabilidades institucionales de parte del Presidente en primer lugar por no haber adoptado las mismas medidas que el mismo aplicó a principio de la pandemia, en marzo del 2020, o que diversos países utilizaron para complementar la vacunación masiva.

Lo cierto es que el presidente comenzó a transitar una ruta compleja, que hasta ahora había evitado, la de insultar, de agredir a los que no opinan como él. Rasgo que siempre conduce a un tipo de relaciones políticas complejas y peligrosas. Es posible que Lacalle se sienta muy cómodo barricado detrás del 60% de apoyo que le da una sola empresa de encuestas. Otra por ejemplo muestra que desde junio del 2020 a mayo del 2021 la lucha contra la pandemia pasó de un saldo positivo de opinión pública de +69% al +1% en la actualidad Habrán sido los caranchos, habrán sido.

Un hecho es indiscutible, superamos los 5.000 muertos por covid 19 ( más de 5 veces, 500% el promedio mundial de los contagiados) y para tomar una fecha base de comparación, el 7 de febrero del 2021 fue cuando el GACH emitió un informe con 27 recomendaciones, desconocidas en su mayoría por el gobierno. 

A esa altura de la pandemia se habían producido 490 muertes (en 11 meses desde el inicio de la peste), se habían contagiado en total en ese periodo, 45.311 personas, y ese día el 7/2/21 los nuevos contagios eran 499 y el total de casos activos eran de 4835.

En algo más de 4 meses, es decir hasta la fecha (14/6/21), la cantidad total de muertos es de 5.036, el total de contagiados es de 340.818 ( un contagiado por cada diez habitantes de todas las edades) y en este momento hay 3.902 personas cursando la enfermedad. Las cifras desgraciadamente son tan elocuentes que ni siquiera requieren adjetivos destinados al gobierno y sus responsabilidades.

Todos los estudios comparativos en el mundo, nos sitúan entre los 5 peores países y en algunos casos, como en el de los muertos por número de habitantes durante los dos últimos meses fuimos el peor país de todo el planeta.

¿Al presidente le molesta que se haga referencia a las muertes evitables? Sabemos y hemos sufrido su firme decisión de seguir por la ruta que emprendió desconociendo las fundamentales recomendaciones del GACH y de los especialistas. Él es el Presidente de la República y desde el principio afirmó que se haría responsable. Como corresponde. Y le tomamos la palabra. ¿O solo se haría responsable si las cosas salían bien?

¿No se podía hacer otra cosa y este era un camino obligatorio? No, tal es así que en muchos otros países que ya están en un franco proceso de caída de la mortalidad y el contagio se adoptaron otras medidas, básicamente reduciendo al mínimo la circulación de manera compulsiva. En muchos de esos países los resultados están a la vista, sus cifras son proporcionalmente e, incluso directamente mucho menores que las nuestras. Por lo tanto las propuestas del GACH eran posibles, no se aplicaron por una definición político-gubernamental. Totalmente legítima como discutible.

Los costos de esa resolución, o mejor dicho de esa falta de medidas, concentradas todas en la vacunación, son los pésimos indicadores de la pandemia de los últimos meses en el Uruguay. También es cierto que "bajar la térmica" "blindar en serio abril y/o mayo" hubiera tenido un costo económico. El gobierno se negó a pagarlo y esa fue una definición política, por lo tanto, todos tenemos derecho a discutir de política y a considerar con dolor la cantidad de muertos que produjo y está produciendo la peste. ¿O el gobierno, su máxima autoridad decidió silenciarnos con insultos de este calibre? ¿En esa caso quien es el carancho, porque está carancheando ideas y discrepancias y eso en democracia es muy grave?

Si al presidente lo apoyan no el 60% sino el 90% de los uruguayos en su política y están dispuestos a pagar el precio de varios miles de muertos innecesarios, muchos de ellos amigos, compañeros e incluso parientes de muchos de nosotros y de ellos, a mí me importa un reverendo pito, yo la considero la política del avestruz, que a diferencia de lo que hizo al inicio de la pandemia, cuando escuchó a los que saben y adoptó las medidas drásticas necesarias y todos lo apoyamos, hace meses que tiene la cabeza en un lugar inconveniente para los uruguayos. Bajo tierra.