En la era de los asistentes virtuales, la inteligencia artificial, los chatbots y las aplicaciones para todo servicio, una curiosa tendencia ha ganado terreno entre los jóvenes.
Se trata del resurgimiento de los dispositivos analógicos —lisa y llanamente manuales— en la vida doméstica cotidiana. Objetos como el teléfono fijo y la clásica notita pegada con un imán en la heladera, símbolos de la comunicación familiar en décadas pasadas, están siendo redescubiertos por una nueva generación en busca de sencillez, cariño y desconexión.
El teléfono fijo, por ejemplo, aparece cada vez más en videos de redes sociales. En algunos casos, se presenta como un objeto decorativo vintage, pero también funcional. Algunos jóvenes afirman usarlo para establecer límites con la tecnología: "si es urgente, llama al fijo" se ha convertido en la norma en muchos hogares. Las notas manuscritas, adheridas con imanes decorativos, han regresado como forma de comunicación entre residentes, con mensajes cariñosos, recordatorios o listas de la compra.
En Estados Unidos, donde solo el 27% de la población tiene actualmente teléfono fijo, estudios revelan que existe un interés nostálgico entre los jóvenes de la Generación Z por reactivar sus dispositivos en casa.
Según consigna el periódico The New York Post, jóvenes sub-30 están retomando las llamadas telefónicas tradicionales debido al apego emocional, la diversión de pulsar teclas o girar un dial, y la conexión emocional con su infancia. Los expertos en comportamiento señalan que este regreso se debe principalmente al deseo de reconectar con personas fuera del entorno digital.
En tiempos de exceso de notificaciones, el gesto de escribir un mensaje a mano o escuchar un teléfono sonar sin pantalla puede ser reconfortante y brindar una sensación de presencia más auténtica.