OpenAI reafirmó su ambición de transformar ChatGPT en un “superasistente” que trascienda su rol actual de generador de contenido y respuestas automatizadas, para convertirse en un colaborador inteligente, confiable y emocionalmente sintonizado con el usuario. Así lo indica un documento interno titulado ChatGPT: H1 2025 Strategy, al que accedió el medio The Verge.

El proyecto, que comenzó a ejecutarse en la primera mitad de 2025, busca aprovechar el salto cualitativo de sus modelos de IA —en particular, la arquitectura o3— para ofrecer asistencia personalizada desde múltiples plataformas, incluyendo navegadores, apps móviles, sistemas operativos y asistentes de terceros como Siri.

Una nueva generación de asistentes

OpenAI define este “superasistente” como una entidad inteligente con habilidades en forma de “T”: capacidades amplias para tareas cotidianas y profundas para resolver problemas complejos. Su misión es simple pero ambiciosa: “ayudar en cualquier tarea que pueda hacer una persona emocionalmente inteligente y confiable con un ordenador”.

Esto implica que ChatGPT no solo redactará correos o generará código, sino que podrá buscar propiedades, contactar abogados, planificar vacaciones o incluso gestionar múltiples calendarios de forma proactiva. La interacción será multimodal, es decir, mediante texto, voz, imagen o video, según la tarea.

Entre la asistencia y la competencia

Este movimiento supone una competencia directa para buscadores, navegadores, apps de productividad y hasta redes sociales. En su informe, OpenAI reconoce que su desarrollo amenaza el modelo de negocio de muchos gigantes tecnológicos: “No lo llamamos navegador, ni buscador ni sistema operativo. Lo llamamos ChatGPT”, enfatizan.

En esa línea, también considera como rivales a otros desarrollos de IA como Claude (Anthropic), Gemini (Google), Copilot (Microsoft) o Meta AI. Pero afirma tener una ventaja clave: ser la marca de más rápido crecimiento, con un equipo líder en investigación y con modelos que ya pueden “actuar con fiabilidad” y utilizar herramientas complejas.

¿Y la privacidad?

Uno de los retos implícitos será la gestión de la privacidad y la personalización. Para que ChatGPT pueda “conocer” al usuario, deberá acceder —con consentimiento explícito— a datos sensibles: hábitos, preferencias, contactos y agendas. El modelo de confianza y gobernanza en torno a esta nueva fase será clave.

Con información de Europa Press