En una reunión interna reciente, el vicepresidente de Google Cloud y responsable de la infraestructura de inteligencia artificial de la compañía, Amin Vahdat, reveló una cifra que ilustra la escala del desafío que enfrenta el gigante tecnológico: duplicar su capacidad cada seis meses, con el objetivo de multiplicarla por mil en los próximos cinco años. La afirmación, difundida por CNBC, deja al descubierto el desequilibrio entre la ambición del desarrollo de IA y la infraestructura física disponible para sostenerlo.
En paralelo al entusiasmo que genera la inteligencia artificial generativa, crece la preocupación por una posible burbuja. Sin embargo, en el terreno de los centros de datos, tanto Google como OpenAI y otros actores clave están en una carrera contrarreloj para desplegar suficiente poder de cómputo, almacenamiento y eficiencia energética, al menor costo posible.
El cuello de botella: chips, energía y eficiencia
Google, al igual que sus competidores, se ve limitado por la escasez de GPU de Nvidia, esenciales para el entrenamiento y despliegue de modelos de IA. La alta demanda llevó a que Nvidia reportara un aumento de US$ 10.000 millones en ingresos trimestrales en su división de centros de datos, mientras admite que sus chips están agotados.
Para mitigar esta dependencia, Google acelera el desarrollo de sus propios chips personalizados, como la TPU Ironwood, que sería hasta 30 veces más eficiente que su primera TPU lanzada en 2018. Este enfoque también busca reducir el consumo energético, un factor crucial en la expansión masiva de centros de datos, cuyo impacto ambiental ya genera debate.
¿Crecimiento sostenido o burbuja inflada?
Los planes de Google y sus rivales se enmarcan en un contexto ambiguo: por un lado, la IA está siendo integrada masivamente en productos existentes como Gmail, Búsqueda o Workspace; por otro, no está claro cuánta de esa “demanda” es impulsada por usuarios reales frente a decisiones corporativas que fuerzan el uso de funciones automatizadas. El riesgo es que el ritmo de inversión supere el de adopción efectiva.
Aun así, para Google, el costo de no invertir es aún más alto. Como admitió el CEO Sundar Pichai, incluso lanzamientos exitosos como Veo, su herramienta de generación de video, se vieron limitados por falta de infraestructura. Por ello, 2026 será, según sus palabras, un año “intenso”, marcado por la presión de escalar sin comprometer confiabilidad ni rentabilidad.