Escribe Jimena Bulgarelli | @jimebulgarelli
Cráneo, su primer álbum, con fecha de publicación el 24 de septiembre de 2021, nos deja conocer su mundo interior más alegórico. Cuenta historias que Charlie inventó. La instrumentalización es clásica y el aura, cerrada. Microondas, recientemente publicado el 26 de abril de 2024, nos presenta un cambio, tanto desde lo musical como desde lo lírico y estético. Sonidos más electrónicos y samples, con los bajos , pianos y guitarras por ella misma, y todas las baterías por Roberto Figueroa, conforman la instrumentación. Una exploración de nuevos ámbitos, de Charlie junto con Paul Higgs.
Un disco en el que el paisaje montevideano caracterizado por tonos grises, mensajes directos, y una exploración del sonido—que se volvió hacia la utilización de sonidos más electrónicos—, rigen durante todo el álbum. Una de las principales diferencias entre ambos discos es que en esta oportunidad, Charlie se abre conjugando el mundo interior con el exterior.
Al escuchar Microondas, distingo tres grupos de canciones. Sarcasmo lírico y rítmico, cadencia claustrofóbica y ternura despojada. Dejando la última canción, "Tornado reprise", como un magnífico resultado de esa conjunción, y un gran ejemplo de esa experimentación de sonido en la que Charlie se adentra.
En casos específicos sucedieron diferentes colaboraciones, en “X agencia” y “Audio 2022” el bajo es por Eugenia Leal; en “Circe” el contrabajo es hecho por Julieta Taramasso; “Billy el ratón” tiene coros y guitarras por Paul Higgs; “Así nomás” tiene piano y voces de Leandro Aquistapacie y bajo por Choki Giaquinta. En “4 PM en Uruguay” hay coros de Lía Almada; y en “Niño dormido” tiene flautas por Tamara Leschner.
Fue grabado por Luis Balcarce en QRZ Studio, grabado y masterizado por Maxi Leivas en CC Rirchards, y producido por Púrpura Discoteca.
Nos vimos a las cinco de la tarde en el bar Marbella, nos sentamos en una mesa redonda de adentro, al lado de una ventana enorme. Conversamos durante dos horas mientras tomábamos café. Charlie venía de su clase de canto y quería merendar. Los adolescentes salían de los liceos, se armó un barullo entre griteríos y bocinazos. Mientras pasaba la charla, comenzó una leve llovizna, y llegó la noche.
¿Qué pasó en el medio de Cráneo y Microondas?
Mientras editaba Cráneo ya empecé a cambiar. Hice “Bebé ojos tristes” mientras lo grababa. Ahí, empecé a hacer un cambio. Es gracioso, porque cuando sacás un disco ya no sos la misma persona de ese disco. Pasó que, bueno, primero me puse muy emo, escuché mucho Nick Cave, y empecé a querer mucho más intensamente transmitir emociones. Dolor, dolor de los humanos que pienso que todos compartimos. Entré más en ese viaje. No a romantizar, pero sí a abrazar mucho el tema de las emociones. Empecé a viajar cada vez más con la humanidad, las personas, y cómo todos sentimos medio que lo mismo. Con el mundo en general. No paré de pensar en la complejidad de las personas, en el estado del mundo, en todo, en la gente que duerme en la calle. Todo eso me obsesionó bastante.
Quise transmitir más la experiencia humana. Siento que Cráneo contaba historias, que es humano, pero distante. Y acá quise hablar de la experiencia humana de una forma más directa. La experiencia humana en un sentido también más sencillo, llorar, conversar con amigas, compartir.
¿Hay un cambio de estética fuerte o te parece una visión superficial? Musicalmente volteaste hacia otros lados ¿puede decirse que es una búsqueda o siempre estuvo ahí?
Siento que el primer disco dio un pie. No pasé del folklore al reggaetón. Se dan la mano de alguna manera. En el sentido de que algunas canciones son en formato banda, aún más en Microondas, porque fue una producción en la que hubo batería profesional, piano, bajos. En ambos discos hay un formato banda marcado, pero en este segundo álbum, la banda es aún más notable en la instrumentalización por haber grabado en un estudio con músicos profesionales. Se dan la mano en cierto punto instrumental, pero agarra para otro lado.
A la vez que hay piano acústico y cosas de esa índole, también hay otras cosas más electrónicas, como samples. Empecé a estar en ese viaje. Esto ya es más actual y no del disco, pero ahora re estoy con Bajofondo, en el viaje de los ruiditos. Un poco entré en ese viaje. O en canciones como “Así nomás”, que son modo canción pero diferente. En fin, sí. Se dan la mano, pero agarran su propio rumbo.
En un tiempo en donde el show es incluso más importante que la música ¿Lo encaras estéticamente hacia algo más profundo?
Me pasa que no sé si hago mucha estética o mucho show. O sí, pero muy de la mano con la música, obviamente no voy a estar cantando con cara de nada. Hago un show a partir de lo que estoy diciendo. En cuanto a la ropa me he esmerado muchas veces. Me importa la estética, es importante la puesta en escena. He tenido que pensar que capaz que, a veces, está bueno hacer algo más porque pienso, "voy a tocar y ya está".
Siento que el show es lo que hay, canto tal canción de una manera, a veces más histriónica, también me voy relacionando cada vez más con el escenario, por lo tanto puedo hacer más un show. Hacer más como toda una energía. Antes, capaz, era sólo tocar las canciones.
¿Priorizás la letra sobre la composición musical, o viceversa?
Si lo pienso te digo que no. Que siempre me importa más la música. Igual, me importan mucho ambas. No tendría una canción en la que no me guste la letra. A veces, me gustan las canciones cuando la letra es repetitiva y, por ahí, no te estoy diciendo mucho. No soy snob de las letras, a veces el mensaje simple está demás. Bastante de la mano. Pero si lo pienso rápido, me importa más la música.
En general, la música y la letra surgen a la vez. Se me hace más fácil cuando encuentro unos acordes y, a partir de eso, puedo empezar a escribir. Muy pocas veces tengo un texto y después le pongo música, ponele que dos veces hice eso nada más. Del disco por ejemplo, “Bebé ojos tristes” hice primero la letra, la única. Después, “Billy el ratón” tuve primero sólo la música, y quería demasiado una letra, porque me encantaba. A veces, hago un par de acordes, luego un poco de letra, y así se va armando medio que a la misma vez.
Al presentarte en vivo, ¿todo converge sobre el escenario?
Sí, re. La performance está demás, últimamente me importa mucho. También siento que sale sólo cuando estás ensimismada con lo que estás haciendo. La vivís de verdad y se nota. Está demás expresarse corporalmente. Me re gusta cuando me sale, porque es una forma más de expresión. No es sólo la música, para eso te ponés los auriculares o no vas al toque, no mirás a la persona. Estás mirando a la persona que lo está haciendo. Por eso, en un momento me metí con la ropa también, que puede ser una forma de decir algo. Bowie, por ejemplo, que se ponía todo raro y bizarro, pero era parte de la música también. Siento que tiene sentido estar en el escenario.
¿Qué es la libertad para vos?
Me interesa mucho ese concepto. Es difícil, porque hay libertades dentro del mundo en el que vivimos. Pero, en realidad, la libertad en sí es otra cosa. Yo creo que es tan simple el concepto, y a las personas nos asusta lo simple. La libertad es poder hacer lo que quieras, poder estar tranquila. Suena estúpido, pero no podés hacer lo que querés porque tenés que trabajar para comer. O nuestra mente que nos dice cosas horribles. Liberarse un poco de la mente tiene que ver un poco con eso para mí.
Tenés varios proyectos en paralelo, como el colectivo y la banda.
Bueno, tengo mi "yo", Charlie. Después toco con mi banda. También estoy en un colectivo de artistas, Cerezas Cremosas. Dato curioso, ese nombre se me ocurrió en un sueño, porque íbamos a hacer un toque en la casa de Felipe que está en el colectivo. Un día que íbamos a tocar, prácticamente todos los que estamos en el colectivo ahora, dijimos que le teníamos que poner un nombre a la fecha. Me fui a dormir de noche, y soñé que le decía a Felipe que le podíamos poner cerezas cremosas, o treinta y mil. Así se llamó la fecha, y después quisimos hacer el colectivo, por la inquietud esa de querer colectivizar y darnos autobombo.
Formar una red, tener una lógica de comunidad en el sentido de apoyarnos entre los artistas, de tirarnos para arriba, de organizar eventos para invitar artistas emergentes de la vuelta y que muestren su arte visual o cualquier tipo de arte. Que haya un espacio que diga, "mirá estos son los artistas jóvenes que hay, tómalos y cómprale cosas". Es esa lógica de autobombo y comunidad.