Camila Ferrari siempre fue cercana a la música. Es parte de Coralinas, un grupo vocal integrado exclusivamente por mujeres. También es Ingeniera Química, de hecho, su plan era dedicarse profesionalmente a esa profesión. Pronto, supo que no era para ella. Que, tal vez, había que tirarse a la piscina y ver qué pasaba. Su pasión se escribía en acordes y no en ecuaciones ni en fórmulas. Según ella, al ver a otras artistas femeninas uruguayas animarse, la envalentonó.

Nacho Mateu transitó otro camino. Bajista, compositor, productor, codirector del Conservatorio Sur, fue y es parte de las bandas de artistas como Ruben Rada, Julieta Rada, Martín Buscaglia, entre otros. En sus principios, incluso, llegó a ensayar con Gustavo "El Principe" Pena. Además, comparte la autoría de Los Bajos del Candombe (2020) junto a Marcos Expósito.   

Nunca es tarde. Entonces, en 2021, Camila comenzó a grabar lo que componía, a abrirse camino en la música. Es claro que no se equivocó, que el cambio de destino distó de ser en vano. En su primer EP, Caer, invitó a Nacho Mateu y en De Los Bordes (2022), también. Se gestó una dinámica lo suficientemente buena y efectiva para que, casi que enseguida, comenzarán con Se Renueva (2023), un álbum en conjunto. 

¿Cómo influyó en vos, Cami, el hecho de haber sido parte de un coro durante tanto tiempo? 

C.F.: En Coralinas somos una red de contención, hay varias que nos dedicamos a la música como única fuente de trabajo y otras de manera hibrida, pero atravesamos las mismas experiencias, frustraciones y el mismo éxtasis cuando pasan cosas buenas. Entonces, en ese sentido, para mí, es un refugio importante. Es lo que tiene tener una pasión, tocas puntos álgidos, pero cuando te frustrás, te pega duro. Yo me replanteo mi vida unas dos o tres veces por año. Sé que le puedo escribir a una de las pibas y me va a entender exactamente porque ella también lo vivió. También, me llevo de ahí el canto a voces, la armonía vocal, que es mi principal fuente de inspiración.

Se Renueva tiene una armonización marcada y un sonido desenchufado, sin tanta presencia de instrumento eléctrico. Cami, vos dijiste en una entrevista que tu mayor inspiración era Eduardo Mateo. ¿La búsqueda de este sonido fue consciente o espontánea? 

C.F.: Desde un principio, fue una decisión consciente.

N.M.: La idea era que tuviera esa sonoridad media acústica, media folk, porque tiene bastante guitarra a cero y también bastantes guitarrones. La idea es que sea despojado, tiene varios candombes, pero están insinuados. Trabajamos de manera detallada en los arreglos y en la producción, que fue bastante minimalista y, a veces, es difícil lograr decir algo con pocos elementos. Ahora, como dice Hugo Fattoruso, hay mucho tráfico, escuchás un tema y tiene mucha información, mucha data. El batero, que es Juanma Cayota, me decía que el disco le había gustado porque, de repente, había un tema que nunca terminaba de explotar y mantenía siempre una línea. Es parte de lo que se buscó. Ya está todo inventado, pero por lo menos había que intentar salir un poco de lo obvio.

También requiere un desaprendizaje, como músico tal vez hay más facilidad, pero para el oyente es un desafío. ¿Cuando compusieron las canciones tenían el impulso de inercia de caer en lugares comunes?

N.M.: Viste que cuando compones, venís tocando el tema hasta un lugar y ahí parás de tocar el instrumento y cantás para el lugar que vas. El primero es el más obvio, porque es algo que te suena. A ese es al que hay que intentar no ir de entrada. Las estructuras son bastante estándar, sí es verdad que hay un tema que arranca A, B, C y va de corrido, sin repetir ninguna parte. O algún interludio que es un instrumental cortito, también varias codas finales. Tiene un formato más cancionero, que Cami está más acostumbrada a hacerlo porque en otros discos lo ha hecho. Para mí, era más un desafío, porque en los discos instrumentales que tengo es más fácil, es hacer cualquier cosa con las formas de los temas e ir y volver, es más puzzle. La canción tiene otra presencia.

En este disco la idea era no complejizarlo. Que sea lindo de escuchar en el sentido de que hay pocas rítmicas que no sean en 4 por 4 o en 6, que sea una escucha amable. Después estás acostumbrado a componer cosas instrumentales, fue otro desafío no hacerlo acá y que fluya un poco más.

Cami, vos tenés una formación profesional ligada a la ciencia. Nacho, vos estudiaste en la sede de Buenos Aires de Berklee. ¿Cómo se unieron creativamente esos dos mundos? 

C.F.: Para mí, es necesaria la unión en cualquier forma del arte. Yo al menos, entiendo que es necesaria una mitad racional y otra más emocional o creativa, que no entra mucho dentro de los parámetros de la razón. Traigo constantemente a la música mi cabeza matemática. A la hora de pensar en la armonía, en estructuras, esas herramientas más matemáticas que me ayudan a resolver cosas que, antes de estudiar música, no sabía, entendía como quería que sonara, pero no sabía qué era. Hacer música solo pensando en eso tampoco tendría sentido para mí, o hacer música solo sintiendo no me parece que esté mal, pero es un poco más limitado. Intento hacer el ejercicio de unir esos dos mundos, no dejarme llevar mucho por ninguno de los dos lados. Después, el resultado es una canción que no hay que entender, te gusta o no.

N.M.: Yo hice sexto de Arquitectura en el liceo, metí un poco de matemática, también. Mi viejo y mi hermano son ingenieros. Entiendo que esa parte racional y estructurada es fundamental, no para los tres minutos mensuales de inspiración, sino para el desarrollo de todo lo demás. A no ser algunas cabezas muy únicas que conozco, que de repente no le dedican tanto tiempo, todos nuestros referentes están todo el día trabajando y pensando en la música 100%. Eso ayuda. Por eso, también hay mucha gente que estudió otras carreras además de dedicarse a la música y que, en ese sentido, les facilita un poco, porque entiende otros métodos más estructurados para llevar adelante algo que, a veces, a los músicos solos no nos da, nos divagamos un poco. En la composición, también hay elementos que aprendés, hay acordes que vos los ponés y sabés que suenan bien, no tenés como errarle con eso. En la música también está ese mundo que es re métodico y matemático.

En términos líricos, De los Bordes era bastante confesional. ¿El género te inclina un poco y te permite esa continuidad en este disco?

C.F.: Las letras es algo en lo que más me gustaría mejorar. Me gustan las letras del disco, pero es algo que estoy constantemente revisando. En este disco, por la confianza que tenía con Nacho de mostrarle cosas, me tomé la libertad de hacer primero las melodías y ver qué letras aparecían. Varias de las canciones fueron revelaciones. Por ahora, la mayoría de mis letras han surgido de esa manera, lo que me invoca determinada armonía o melodía. A muchas, las redirijo hacia algo más concreto en el proceso, lo primero que me sale no tiene mucho sentido. Siguen en el mismo perfil del disco anterior, ese contacto del inconsciente.

¿Podrías asumir esa manera de escribir como algo identitario de tu carrera?

C.F.: Sí, la palabra y la música, para mí, necesitan aparecer juntas. Es clave que la musicalidad misma de cualquier palabra tenga sentido con la melodía que se está cantando. Creo que priorizo eso, que quede bien la palabra o la frase en esa parte. Me gustaría incursionar un poco más en la poesía, pero me parece más importante eso. Siento que lo logro bastante bien.

¿Sentís que es sano que un músico sea autoexigente?

C.F.: Hasta cierto punto. Para mí la exigencia es un motor a estar constantemente realizándome y mejorando. Esta buenísimo, a veces, permitirse ese espacio de orgullo y reconocerse el laburo, pero jamás diría, “este es el mejor disco que hice y haré”, me gusta pensar que siempre hay algo que puedo hacer mejor. También manejar los limites, a veces me voy para el lado de sobreexigirme y me sobreparaliza.

¿Cómo gestionaron la producción del disco?

N.M.: Fue rara la producción, Cami se iba a vivir afuera, entonces grabamos las voces y las guitarras que tocó ella. Después, yo me quedé laburando en el estudio, armando todo lo otro. Inicialmente, hice unas maquetas de cada tema. La composición fue online. Nos vimos re poco, nos estamos viendo más ahora con la presentación.

Eso requiere un montón de confianza.

N.M.: Es un lenguaje, en ese sentido, no importa el nivel que tengas, si hablas el mismo lenguaje, está todo bien. Más o menos sabés lo que hay que hacer. Fue raro, porque Cami grabó la voz antes.

¿Qué tienen planeado para el show?

C.F.: La idea es ser lo más fieles posibles a lo que está grabado, que sea una representación en vivo del disco tal como está. No perder ese carácter acústico. Vamos a ser nosotros dos y nos van a acompañar Juanma Cayota en la batería, Andoni Gajduk en guitarra eléctrica y Sofi Zorrilla en guitarras acústicas. Esa es la formación. Va a abrir Lipe Gómez, es maravilloso lo que hace y soy su fan. Después, tenemos a Juanma Cola en sonido y a Leti Martinez en luces. Va a ser algo intimo, en círculo, viéndonos con la gente alrededor.

¿Es importante generar ese encuentro con la banda?

C.F.: A mí más que nada, que estoy acostumbrada a estar adelante, no me gusta. Me siento mucho más cómoda si estoy como en los ensayos, que estamos viéndonos. Cuando estás cantando, estás de espaldas a toda la banda. También te sentís super expuesta parada ahí adelante. Esto también me gusta, la comunicación visual es muy importante tocando en vivo. A medida que pasa el tiempo, voy agarrando más confianza en lo que hago y me va pasando cada vez menos. Pero, a veces, me pongo muy nerviosa, después se me pasa. Son muy pocas las veces en las que no disfruto el toque, son nervios antes y después ya me siento en mi casa.