Las reglas están para ser observadas, pero también para cuestionarlas. El mundo no sería como lo conocemos sin las nuevas ideas. Hoy, surge una de ellas. Manuel Serra, editor de LatidoBEAT, y Mauro Correa, director del sello discográfico Little Butterfly Records, se unieron para darle forma. Hoy, un año de trabajo después, lanzan Puntero Reloaded. Un álbum de Gonzalo Zipitria, pero esta vez en forma de vinilo.
Ya sea por lo que Manuel llama "un acto de justicia", o por la lógica espontaneidad de la confianza que describe Mauro, lo cierto es que la vida y los años de amistad los llevaron a un punto en el que las cosas caían por su propio peso. Tomando una decisión que desde la perspectiva de Manuel tenía "todo el sentido", se encargan de usar sus herramientas para darle voz a aquellas causas que consideran que valen la pena. Una es Puntero. Un trabajo basado, principalmente, en la honestidad y lo genuino.
En entrevista con LatidoBEAT, ambos cuentan qué los impulsó a la maduración de la idea, al desarrollo del proceso, y a la decisión de dar un paso de todo menos convencional. Su visión de la cultura nacional y su peso en los medios goza de una sinergia clave para la "búsqueda de la belleza", que según Manuel, es el punto del proyecto en su totalidad.
¿Sienten que falta difusión de la cultura en nuestro país?
M.C.: 100%. Hay muchas cosas para entender, somos un país chico en todo orden, hay muchas limitaciones. La carencia de difusión se hace más notoria. No sé si tiene que ver con falta de interés, yo creo que al mismo tiempo han cambiado muchas cosas para bien con el paso de los años, recuerdo de chico haberme criado sintiendo que al rock, que era en ese momento la causa de todos, no se le daba difusión. No había lugares para tocar. Hoy artistas emergentes, bandas recién salidas, tienen buenos instrumentos, salas de ensayo, tocan en salas públicas, se organizan sus toques en bares, en la calle suenan bien. El under tiene otra visibilidad porque hay un trabajo y una construcción, entonces en los medios convencionales, en lo que representa lo más mainstream, falta.
Pero en realidad, también falta que la gente busque más. Porque las cosas están, hay un medio de prensa alternativo que se llama El Bloque, que es un canal en el que trabajan increíble. Generan un montón de contenido audiovisual buenísimo, producen espectáculos, son personas que están trabajando con una militancia. Lo que pasa es que un nicho en un país chico, es todavía más chico. Algunos sobresalen un poco más, un poco menos, pero creo que siempre pasó. También cambió la comunicación, antes era prensa escrita y televisión, ahora va por otros lugares. Siento que falta, siempre siento que falta. Siempre me pregunto por qué.
Pero también hoy, desde el lugar que me toca personalmente, le dedico un montón de tiempo a dar visibilidad en todo eso. Entonces no estoy pensando en que otros no lo hacen, nosotros lo estamos haciendo. Cada hito de algo que sucede es una celebración el triple de importante. También hay mucha gente que se ha profesionalizado en el trabajo, ahora hay fotógrafos profesionales, realizadores audiovisuales profesionales, iluminadores, iluminadoras, hay una seriedad, una responsabilidad y un compromiso. Después, lo que suceda con la difusión a otra escala, para mí, se la están perdiendo.
M.S.: Desde mi lado, lo que destaco, y cada vez más, es que en la época de antes había más pica entre las bandas, había más rivalidades. Hoy en día hay un espíritu mucho más colaborativo, y todo ese tipo de cosas creo que son buenas.
M.C.: Lo que pasa es que por suerte ha cambiado todo bastante, también la cabeza te va cambiando. Yo no puedo dejar de mezclar aspectos sociales y políticos; acá se salió de una dictadura en el año 84 que fue brutal, y reconstruir un país culturalmente callado, vacío, y seco de ideas, es difícil. Veían un tipo de pelo largo y estaba todo mal, y pasaba con un montón de otros aspectos de discriminación. Pero hoy el asunto es muy diverso. En este país somos chicos, nos cuesta todo un poco más, pero somos bastante libres. Yo veo a los chicos de 16- 17 años mucho más libres en cómo se visten, las trancas son mucho menores. Podés ser, y eso es un trabajo que se viene construyendo desde muchas generaciones hacia acá. En otros tiempos había otras prioridades; en otros tiempos se luchaba por la libertad de prensa. Hoy yo me puedo hacer mi Instagram y opinar lo que se me cante. Eso también es un cambio.
M.S.: Hay un punto que me gustaría comentar de lo que dijo Mauro, que es verdad que hoy en día nunca hubo tanto acceso a la información, tanto acceso a la música, tanto acceso a poder culturizarte. El problema de hoy es que en realidad lo que falaé es la curaduría, ir y buscar. Creo que antes había un consumo de música mucho más activo. No es una crítica hacia nadie, pero hoy vivimos en esa cuestión vertiginosa. Hoy querés conocer a una banda y vas a YouTube, tenés un documental, vas a Wikipedia, te leés las cosas. Depende de uno también.
M.C.: Hay algo que es real, y es que los tiempos cambian. Quedarte con una forma porque es la que vos aprendiste es un mandato, y los mandatos a lo único que te llevan es a repetir. Yo me considero una persona que en su trabajo ha tratado de ser lo más rupturista posible. No me quedo esperando por nada ni por nadie. Por eso llevo esa bandera del "hazlo tú mismo" como forma de vida, en prácticamente todos los aspectos de la mía. Me adapto a mi realidad y a la persona que soy, y desde ese lugar, puedo construir y puedo tener la capacidad de juntarme con mis amigos más grandes, o con chicos del trap que paran al lado de la disquería, y escucharlos y ver que tienen también un montón de curiosidades para nutrirnos. Hay cosas que me gustan y cosas que no me gustan, pero no quiero decir "esto está bien" o "esto está mal".
M.S.: Como fenómeno social el trap, más allá de que te guste o no te guste, es súper interesante porque es hijo de los tiempos. Personalmente entiendo algunas cosas y otras no, pero leo sobre eso porque es lo que pasa.
M.C.: Sí, y está buenísimo. Las cosas que son genuinas están bien. Y en todos los géneros siempre hay cosas buenas y cosas malas. A mí no me importa estar pensando por qué esto es una mierda y le va bien, porque por algo le va bien. El otro día estaba con un amigo pasando música en la fiesta de Escaramuza, y estaba con la remera de Luis Miguel. Cuando yo tenía 20 años, a un rockero con una remera de Luis Miguel lo cagaban a piñas. Y está divino que tenga la remera de Luis Miguel. Eso es gracias al trabajo de muchas generaciones que se han ido ocupando de diferentes aspectos, hoy podemos sentir esa libertad de no ser juzgados. Que a nadie le importe que te digan nada, que te juzguen o que te encasillen por ponerte lo que se te cante.
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