El protozoario Toxoplasma Gondii altera los instintos de sus animales anfitriones -en este caso ratones- en beneficio propio, según indica un estudio realizado recientemente por científicos de la estadounidense Universidad de Stanford.
Investigaciones realizadas con ratones infectados con el parásito, mostraron que los pequeños mamíferos pierden el miedo a sus enemigos naturales, se arriesgan a inusuales exploraciones territoriales, llegando a aproximarse a la orina de los felinos sin mostrar ninguna señal de alerta.
Este comportamiento es evidentemente negativo para los ratones, ya que los expone a ser devorados. Sin embargo, es excelente para el protozoario, ya que se reproduce sexualmente en el intestino de los gatos. El Toxoplasma Gondii pude infectar a otros animales, siendo el causante de la enfermedad humana conocida como toxoplasmosis.
Los autores del estudio explican la manipulación del parásito, señalando que el mismo actúa sobre una región del cerebro responsable de la atracción sexual, poniendo en marcha ante el olor de la orina de gato, el mismo mecanismo que se disparan cuando un ratón se encuentra con una hembra sexualmente receptiva.
"El parásito puede provocar algún tipo de inflamación, causando reacciones que afectan el cerebro" afirma Patrck House, uno de los autores del estudio, en declaraciones recogidas por el periódico estadounidense New York Times. "De seguro, las infecciones por toxoplasma en humanos no afectarían el comportamiento del mismo modo que en los ratones", aclara el profesional.
Unos dos millones de personas enferman de toxoplasmosis cada año en el mundo, siendo el consumo de carne infectada una de las formas más habituales de contraer la dolencia.