Existen varios tipos de ginseng, aunque tres son los más conocidos y utilizados: el ginseng blanco, la raíz ni bien es recogida, el ginseng marrón, la raíz ya seca, y el ginseng rojo, la raíz tostada al vapor y secada al sol.

Esta raíz milenaria se emplea con varios fines, pero entre todos, su función energizante es quizá la más difundida, pero no la única. Según consignan en Nosotras, ayuda a equilibrar el organismo, reducir dolores y a tratar diversas enfermedades.

Energizante: ideal para tratar el cansancio y la falta de energía, el ginseng es un estimulante natural que energiza, pero sin provocar sobreexitación. Se utilizaba en Oriente para que los soldados recuperaran energía tras los combates. Está indicada asimismo para los depotistas y para reducir la fatiga crónica y el insomnio.

Combate el estrés: los betacarotenos que aporta esta raíz ayudan a contrarrestar el estrés diario, al tiempo que favorece la piel y la salud en general. Ayuda a regular la producción de cortisol, conocida como la hormona del estrés, al tiempo que incrementa la sensación de bienestar.

Favorece el rendimiento mental: gracias a sus propiedades vasodilatadoras, mejora la circulación de sangre al cerebro aumentando así también el rendimiento intelectual. Ayuda a la memoria, facilita la comprensión y la concentración, de ahí que sea utilizado por jóvenes en épocas de exámenes o siempre que se necesite de un trabajo mental arduo.

Reduce el colesterol y equilibra el azúcar en sangre: gracias a sus benéficos componentes, el ginseng también mejora la calidad de la sangre, eliminando el colesterol malo y equilibrando el nivel de azúcar y la tensión arterial. En las personas diabéticas, estimula la producción de insulina.

Fortalece las defensas de forma natural: para reforzar el sistema inmune, la raíz de ginseng puede ser un gran aliado. Además, hay evidencia que daría cuenta de ciertas propiedades antitumorales de la planta: evitaría o neutralizaría el crecimiento de células malignas en el organismo.

No obstante sus beneficios, ha ciertas contraindicaciones. No se recomienda su uso en mujeres embarazadas o lactantes, en bebés y niños de menos de 12 años, en mujeres que hayan tenido o tengan cáncer de mama y en personas con enfermedades autoinmunes.