Quien compone un hit se expone a la crítica de cierta porción del público y la prensa que caltaloga al músico de “comercial” y juzga su trabajo en función de los discos que vende y no en base a su desempeño artístico. El caso de Jorge Nasser es paradigmático. Al frente de Níquel durante más de una década, vivió una exposición superlativa con “Candombe de la Aduana”, y se ganó el desprecio de un importante sector de público y crítica.

“Sentí cierto desprestigio a partir de canciones que hice y fueron exitosas”, dice Nasser. “En este país el rock tiene una “Guardia de Hierro”, una falange compuesta por músicos frustrados, críticos o gente que le tiene aversión al éxito. Esa porción de la crítica no es “el público”, es una especie de zona intermedia entre el artista y la gente, el famoso “medio”. Ese ‘medio’ ha sido muy destructivo, muy ingrato; le ha “pegado” a Jaime Roos, a Mateo en su momento. Creo que somos una cultura caníbal que gusta de despedazar al que hace algo que a la gente le gusta. Yo lo sufrí, y me perjudicó, pero por suerte sobreviví para contarlo. Incluso hoy hay quienes opinan sobre un sombrero que llevo puesto y no escuchan un disco mío, lo juzgan a través de los rumores. Afortunadamente hay un público que desconoce eso, y vive la música con cierta inocencia”.

Para Nasser, “frases como ‘éste se vendió’ forman parte de un espíritu muy conservador del rock en castellano. Tengo amigos argentinos que se alarman ante ese estado del rock en Uruguay. La mayoría de los que hoy hacen esa crítica se formaron en una ‘esquina’ del rock, y no siguen la historia. Engancharon a partir de los 80, y en esa época había mucha pastilla. Hoy es el poder en Uruguay, son los que dictaminan qué es el rock, y son quienes han echado una maldición sobre la música pop, que es un género de donde han salido las cosas más removedoras y revolucionarias de la música”.