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Así la recordamos, y el mundo también

A ritmo de candombe
Cientos de personas, entre las que se encontraban personalidades
de la cultura y el Carnaval, acompañaron el viernes 16 de
agosto, los restos de la vedette Marta Gularte hasta su sepultura
en el Cementerio Central.
El cortejo fue acompañado por un grupo de tamborileros que
entonaban la denominada "llamada fúnebre", un ritmo
lento donde suenan principalmente los tambores de sonido más
grave mientras el resto hacen un acompañamiento tenue.
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MUERE MARTA GULARTE A LOS 83 AÑOS DE EDAD
Adiós Carnaval...
12.08.2002
A los 83 años de vida, falleció hoy una de las vedettes
más significativas de nuestro carnaval, toda una leyenda:
Marta Gularte. Si bien aún no se oficializaron las causas
de su muerte, se presume que la diva falleció de muerte natural.
A la hora 13:15 fue encontrado, en su hogar, el cuerpo sin vida
de Marta Gularte (83). Aún se desconocen las causas del fallecimiento
de la leyenda del Carnaval y su cuerpo será trasladado a
una dependencia de Salud Pública, para que se realice la
autopsia.
Según las primeras informaciones, la vedette habría
fallecido el sábado de noche, ya que fue la última
vez que alguien tuvo contacto con ella. Su cuerpo fue encontrado
en el cuarto y si bien el personal de Homicidios concurrió
al lugar, se presume que la causa es muerte natural, ya que Martha
estaba deprimida tras el grave estado de salud de su hijo, Jorginho
Gularte.
El
hijo internado
En mayo pasado, el hijo de la ex vedette, el músico Jorge
Gularte, permaneció en estado de coma luego de haber sido
encontrado en grave estado, frente a la discoteca W Lounge. El artista,
conocido como Jorginho, había estado actuando en una fiesta
en esa discoteca el domingo 6 de mayo. A la hora 2 llevó
a su novia al domicilio y regresó al local y a la hora 4
fue encontrado en coma caído frente a la discoteca.
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AYER AL MEDIODIA FALLECIO MARTHA GULARTE
Su reinado será eterno
13.08.2002
Fermina
(tal su verdadero nombre) "Martha" Gularte, una leyenda
viva de la cultura afrouruguaya que a fines de los años cuarenta
modificó radicalmente el rol femenino en el Carnaval montevideano
al desfilar al frente de una comparsa para exhibir su exuberante
figura y sus sensuales contoneos, falleció ayer a los 83
años de edad.
La simple mención del nombre de Marta Gularte evoca instantáneamente
toda una leyenda. Su existencia, llena de exageraciones, mitos,
rumores e increíbles historias, se inició el 18 de
junio de 1919 en Paso de los Novillos (Tacuarembó) en un
tiempo lleno de agitación social y efervescencia artística.
Nadie, ni ella misma, hablaba mucho de sus años de infancia
y hace poco tiempo dijo que "haber llegado a la vejez con buena
salud y resto para seguir bailando es sencillamente un triunfo,
una bendición de Dios''.
Músicos y poetas se inspiraron en ella y hace cinco años
sorprendió a todos al escribir su libro El barquero del río
Jordán. Canto a la Biblia, una especie de biografía
plena de poesía y humanismo.
Su nombre está indisolublemente ligado al desfile anual
de las Llamadas que se realizan por los barrios Sur y Palermo, cuna
de la cultura afro en Uruguay, pero también se lo vincula
a improvisados shows bailables en el Mercado del Puerto, ese tradicional
lugar al que muchos montevideanos suelen concurrir a almorzar los
sábados al mediodía. "Hablo con la gente"
--explicó Martha-- "recito poemas que la gente me pide.
Pero también me acerco a las barras de muchachos. Los aconsejo
y ellos me escuchan. A veces les digo que estén alegres y
que no metan la pata para que la alegría les dure muchos
años. Si veo a alguna mujer llorando por un hombre, le digo
que no beba, que se pone fea y barriguda y que el que viene después
siempre es mejor que el anterior".
Reina indiscutida de la danza negra desde que, a los treinta años
de edad y en pleno esplendor, apareció por primera vez como
vedette de una comparsa lubola, cuando, hasta entonces, la coreografía
reservada para las mujeres en el candombe era de "mama vieja",
habitualmente una señora gorda, veterana y bastante maltrecha.
En declaraciones recogidas por Autogestión Vecinal, Martha
cuenta que "antes de ser la primera vedette pasaron muchas
cosas en mi vida. Resolví hacer el libro por las tantas cosas
que quiero que sepa la gente. sobre todo viví una niñez
muy dura. Me castigaron mucho. Me castigaron. Pero nunca me prohibí
nada porque la que me mandé siempre fui yo".
Luego, refiriéndose a su época de bailarina y a la
creación de la figura de la Vedette contó que primero
fue coreógrafa. "Después el director me propuso
que me integrara como bailarina. Y le dije que, como en una tribu,
yo sería la reina, bailando delante del cuerpo de baile y
de los tambores. Para bailar tenía que ser la primera. Las
otras no podían bailar como yo. La que iba adelante tenía
que ser exótica, elegante. Ahora hay mil y los directores
eligen. Pero lo que bailaba yo no lo baila ninguna".
Entre sus confesiones cuenta que "como me dediqué tanto
al whisky perdí un montón del tiempo. No es lo que
mucha gente dice de la santulona que se arrepiente. En parte es
arrepentimiento de haber perdido el tiempo, de haber estado en cosas
que te destruyen, que te malogran y que no te dejan avanzar. Luchar
destruyéndome para hacer dinero no lo haría. Si lo
tengo lo gasto. Ni el rico se lleva el dinero ni el negro el tambor
al cielo".
Sólo Rosa Luna, fallecida años atrás en Canadá
durante una gira artística, pudo eclipsar por algunos años
su reinado.
Pero salvo Rosa, que compartió la preferencia popular durante
décadas, nadie --ni Kathy Gularte, su hija quien actualmente
se encuentra radicada en Barcelona (España) y que hace tres
meses tuvo una hija, ni otras exuberantes jóvenes surgidas
en los últimos tiempos-- pudo destronar a Martha.
Y es que su lugar en lo más alto del podio fue obtenido
por sus grandes dotes de bailarina --que la destacaron desde muy
joven en distintos escenarios de nuestro país, de América
y del mundo--, y que luego fue mantenida a fuerza de carisma y simpatía,
y un irresistible don de seducción, más allá
ciertos aspectos controvertidos de su personalidad.
El poeta uruguayo Fernán Silva Valdés dijo que Martha
era "una flor negra con pétalos de tamboril" y
años atrás, el diario Clarín de Buenos Aires
la llamó "la auténtica reina del Plata''.
Su padre, el brasileño Benigno Gularte, hijo de esclavos,
murió dos meses antes de su nacimiento. Su madre la dejó
huérfana a los dos años, y entonces fue traída
a un asilo montevideano, donde se crió y lució su
destreza para la danza.
Aunque reconocida por todos como uno de los emblemas de la cultura
popular uruguaya, los últimos años de su vida no fueron
los mejores, la intelectual francesa Simone de Beauvoir --compañera
de Jean Paul Sartre-- dice en su célebre ensayo sobre la
vejez, que el grado de justicia de una sociedad puede medirse por
el tratamiento que ésta reserva para los ancianos. En el
caso de Martha, la sociedad uruguaya mantiene una deuda con ella.
Desde muy joven se rebeló contra las injusticias grandes
y pequeñas que a diario ocurren en la sociedad, sobre todo
cuando afectan a la mujer.
Mientras su hijo Jorginho continúa internado en el Hospital
Maciel, tras ser hallado sin conocimiento hace un par de meses en
los accesos un restaurante del Parque Rodó y en circunstancias
que aún no han sido aclaradas, Martha ha pasado a la inmortalidad
y seguramente desde ese lugar al que sólo acceden los elegidos,
seguirá "plumereando su reinado" como le canta
El Sabalero José Carbajal.
LA REPÚBLICA
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Marta Gularte, una gran mujer
Con la muerte de Marta Gularte desaparece tal vez la más
importante figura femenina de la farándula canavalera de
todos los tiempos y la más fulgurante vedette de la máxima
fiesta popular uruguaya.
Durante muchos decenios su presencia escultural se paseó
majestuosa al frente de encumbradas comparsas.
Su pasaje era aclamado y saludado por la multitud que se apiñascaba
en las aceras, durante las Llamadas o los desfiles inaugurales del
carnaval montevideano.
No obstante la admiración y el cariño popular, Marta
Gularte debió luchar denonadamente a lo largo de toda su
vida por la supervivencia propia y de sus hijos, con un enorme coraje
y sin desmayos, muchas veces en medio de la sordidez que rodeaba
el submundo de los espectáculos del viejo varieté,
del que nunca renegó.
Las dificultades y penurias jamás fueron mengua para, poseedora
de un espíritu solidario envidiable, tener siempre algo que
ofrecer con generosidad extrema, a quien lo necesitase.
Su verdad jamás puedo ser acallada y más de un "poderoso"
tembló cuando su voz clamó por justicia y se alineó
en defensa de los más humildes, a los que nunca abandonó,
pese a halagos y oropeles.
La muerte la sorprende luchando otra vez junto a uno de sus amados
hijos, Jorghino, de cuyo lecho de enfermo por meses no se apartó,
alentando una recuperación, en parte lograda, con empecinamiento
y tozudez, en contra de todos los pronósticos científicos
y que para muchos, ha sido punto menos que milagrosa.
Ha muerto Marta Gularte, aquella bellísima casi adolescente,
que el legendario Carlos Albín "Pirulo" presentase
a José Antonio "Macho" Lungo y que éste
incluyera en la comparsa Añoranzas Negras como vedette en
1949, iniciándose a partir de allí, su carrera de
gran estrella de los espectáculos carnavaleros, en sus años
más brillantes.
Ha muerto la poetisa, cuyos versos entrañables han quedado
recopilados en una edición pocos años atrás.
Por siempre quedará el recuerdo de la gran bailarina que
el director catalán Xavier Cugat incluyó en su orquesta,
al frente de la cual bailó en las grandes veladas carnavaleras
del Teatro Solís.
Ha muerto la que asombró al director del Banco de Seguros
por los años cincuenta, cuando por entonces, un juvenil Servando
Ruiz, animador de los espectáculos del Macho Lungo donde
participaba Marta Gularte, le planteó una solicitud asegurando
las piernas de la diva en dos millones de pesos...
Mil anécdotas podrán hilvanarse para rememorar su
figura y su trayectoria. Estoy seguro, no obstante lo curiosas o
espectaculares que éstas sean (y muchas lo son), dudo aporten
a su recuerdo y veneración más que reconocer y proclamar
a viva voz que ha muerto una gran mujer.
Marta Gularte ya es parte de la mejor historia de nuestra cultura
ciudadana y en especial de un Montevideo que a través de
sus autoridades y de su pueblo sabrá, seguramente, brindarle
el gran homenaje que se reserva a sus hijos más dilectos.
LA REPÚBLICA
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