Con emoción y sentimientos encontrados, un grupo de "niños de la guerra", 13 de ellos llegados desde España, fue homenajeado hoy en Obninsk, 100 kilómetros al suroeste de Moscú, al cumplirse 80 años de su acogida en la Unión Soviética.

En esta ciudad se encontraba la "casa de niños" número 5, una de las más grandes habilitadas para su alojamiento, en la que fueron instalados inicialmente 500 españoles.

Rosa, Vicenta, Olvido, Victoria, Begoña, Juana y Manuel, todos ellos octogenarios y nonagenarios, vivieron en la casa de Obninsk y, pese a su avanzada edad, se animaron a hacer el viaje a Rusia para los actos de homenaje.

Rosa Ortiz, que viajó desde Barcelona, recuerda a Efe que tras llegar a Leningrado con apenas 7 años, les trasladaron "directamente a Obninsk", donde vivieron hasta 1941, cuando fueron evacuados a la región de Saratov por la llegada de los alemanes.

"Nos dieron estudios. Todo traducido, los libros traducidos, gramática, literatura... aquí conocí a Cervantes, a Calderón de la Barca... La casa de niños es un recuerdo inolvidable, algo único, y siento mucha emoción", afirma.

A sus 87 años, luce un aspecto y una vitalidad envidiables, que ella atribuye "a las vitaminas soviéticas", mientras conversa con el resto de 'niños' y familiares en el parque central de Obninsk, donde aconteció la primera actividad de este viaje de recuerdo.

En el grupo que voló desde Madrid llegó Manolo Arce, quien llegó a ser un prestigioso neurocirujano. A sus 88 años y en silla de ruedas recuerda emocionado que él y su hermano mayor vivieron hasta 1941 en la casa número 5, donde asegura que tenían todo lo que necesitaban: "educación, campo de fútbol, juegos...".

"Hoy conmemoramos algo triste, como la salida de España de estos niños huyendo de uno de los peores momentos que puede vivir un país, la Guerra Civil, pero también un momento de generosidad, la del pueblo ruso que los acogió con los brazos abiertos", aseguró el embajador de España en Rusia, Ignacio Ybáñez, en el homenaje.

El exsecretario de Estado de Asuntos Exteriores español aseguró que los niños de la guerra, muchos de los cuales pudieron regresar a España tras la llegada de la democracia, "siguen siendo un testimonio de la amistad entre España y Rusia" y que existe con ellos "un deber de memoria".

Dolores Cabra, de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE), una de las organizadoras del viaje de 47 personas desde España, destacó el "valor extraordinario, valentía, tesón y fortaleza de niños y niñas nonagenarios o casi que se han arriesgado a un viaje tan largo y lleno de actividades y se han puesto el mundo por montera para no perdérselo".

'Niños' y 'niñas', que en el parque de Obninsk bailaron pasodobles al son de una orquestina, cantaron "Noches de Moscú", rieron, se abrazaron y compartieron vivencias, casi todos con nostalgia por aquellos años de una infancia que, pese a todo, recuerdan como feliz.

Para Luis García, de 89 años, músico y maestro del coro del Centro Español de Moscú, enviado a Odessa hasta que comenzó la II Guerra Mundial, "hoy es un día feliz".

Posteriormente, todos juntos depositaron flores ante un sencillo monumento con la inscripción "aquí, entre 1937-1941, estuvo ubicada la casa de niños españoles".

Con el grupo viajaron familiares de otros 'niños' ya fallecidos, como Antonio Aparicio Cortés, que cuenta a Efe que en Obninsk vivieron su madre y dos hermanas suyas, Alicia, Esther y Mariluz Cortés. Esta última "murió de hambre en 1943", recuerda.

Cerca de 3.500 niños españoles procedentes de zonas bajo control republicano, de los que más de 60 permanecen en Rusia, fueron acogidos en la URSS huyendo de los bombardeos en España.

El primer contingente de 1.500 niños partió del puerto de Santurce (norte de España) el 12 de junio de 1937 y llegó a Leningrado el 20 de junio.

Fueron distribuidos en 14 casas y soñaban con regresar a España para reunirse con sus padres, pero el estallido de la II Guerra Mundial truncó su esperanzas.

Tras el ataque de Alemania a la URSS, la vida de estos niños cambió, y el 4 de agosto de 1941 fue dada la orden de evacuación de la casa de Obninsk.

Actualmente, esta ya no existe y en el lugar hay un instituto físico-energético dependiente de la agencia de energía atómica rusa Rosatom.

Por ello, solo dos de los niños y tres miembros de un equipo de documentalistas fueron autorizados a entrar al recinto.

Tras una visita al Museo de Historia, que alberga una sección de fotos dedicada a los "niños", una velada musical dedicada al 80º aniversario puso fin a una intensa jornada antes de que los protagonistas de esta historia abordasen el autobús que les llevó a Moscú.

 EFE