Este viernes se celebra Halloween, una fiesta que hará que muchos niños salgan a la calle disfrazados y a pedir golosinas. Repasamos brevemente la historia de esta celebración, su simbolismo y el largo camino que la llevó desde los celtas a las góndolas de nuestros supermercados.
La celebración de Halloween en nuestro país ha tenido siempre algo de resistencia por parte del público, aunque en los últimos años su aceptación ha crecido sin cesar. Las calabazas, los disfraces de bruja y las telarañas cuelgan cada vez en más tiendas, casas y lugares de trabajo.
Pese a algunos intentos por darle un toque criollo a esta fiesta, se trata de una celebración típicamente anglosajona.
Centenares de niños tocarán a las puertas mañana con la siguiente pregunta: ¿truco o trato? En ese caso usted (si no es uno de los que golpea la puerta) deberá entregar caramelos o algún tipo de dulces, arriesgándose a la travesura si no lo hace.
¿Cómo llega a nuestro país una celebración que se considera típicamente anglosajona y que no está arraigada en la historia de nuestro país?
Más allá de las explicaciones fáciles, que apuntan al oportunismo comercial o incluso a la invasión de costumbres foráneas y la globalización, se trata de una celebración histórica que llega indefectiblemente banalizada y desprovista de sus significados originales. Les
ofrecemos un poco de su historia y simbología.
Celtas cortos
Halloween tiene su origen en la historia de los celtas y en una festividad conocida como Samhain que literalmente significa "fin del verano".
Se celebraba en esta festividad el final de la temporada de cosecha y era considerada como el "Año nuevo celta", que comenzaba con la "estación oscura".
EFE/EPA/LUONG THAI LINH
Así, los antiguos celtas creían que la línea que unía este mundo con el otro se estrechaba con la llegada del Samhain, permitiendo a todos los espíritus atravesar esa frontera. De este modo, mientras los familiares fallecidos eran invitados en ese día, los dañinos eran alejados. De ahí, el origen de la utilización de los disfraces y las máscaras, que eran utilizados para ahuyentar a los malos espíritus.
Los celtas, desperdigados por las islas británicas, parte de Francia, Bélgica, Alemania y la actual Galicia en España, celebraban entonces cada 31 de octubre por la noche un año nuevo. En el festival despedían al sol y anunciaban la llegada de la temporada del frío y la oscuridad. Esa noche Samhain, Señor de la Muerte y Príncipe de la Oscuridad, venía para tomar prisionero al sol y convocar a los espíritus de los muertos. Ello explica bien el origen del nombre "La Noche de Todos los Muertos", una de las denominaciones populares de Halloween en español. ¿De dónde viene entonces lo de ''todos los santos''?
La palabra de "Halloween" como tal, comenzó a usarse por primera vez en el siglo XVI, y provenía de la variación escocesa de "All Hallows' Eve" que significa "víspera de todos los Santos".
Los santos van marchando
Hace unos 1.400 años, el Papa Bonifacio IV dedicó un templo cristiano en honor a "Todos los Santos", una festividad que se celebraba en mayo pero que el Papa Gregorio III cambió posteriormente para el 1 de noviembre.
Cuando un nuevo Papa (Gregorio IV) estableció que la fiesta se celebrara universalmente, la importancia que cobró hizo que sus preparativos comenzar en la víspera del 31.
"All Hallow´s Eve" fue el término adoptado por la cultura anglosajona para llamar a estos festejos, que traducido al castellano significa "víspera santa". Con el paso del tiempo la pronunciación se fue deformando: de "All Hallowed Eve" pasó a "All Hallowed Even" y, finalmente, a "Halloween".
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De esta forma, la fiesta rinde tributo a sus orígenes tanto paganos como cristianos, que se entrelazan hoy en día en las culturas de los diversos países que la celebran, pasando de las clásicas calabazas de Estados Unidos a los pequeños esqueletos azucarados de México.
Lo tenebroso, lo insólito, lo oscuro, grotesco y macabro remueve desde siempre en el hombre sensaciones familiares e intemporales, vinculadas no solo al miedo. Son también objeto de poesía y celebración desde el gótico al romanticismo.
Parte del éxito de este ritual radica en ello, y en países como Estados Unidos adquiere una importancia difícilmente comprensible para nosotros.
La festividad llegó en 1840 a EE. UU. a través de los inmigrantes irlandeses y fueron ellos los que difundieron la costumbre de tallar los «Jack-o'-lantern» (la calabaza gigante hueca con una vela dentro) inspirada en la leyenda de "Jack el Tacaño".
TIMUR MATAHARI / AFP
Sin embargo, la fiesta no comenzó a celebrarse masivamente hasta 1921. Ese año se organizó el primer desfile de Halloween en Minnesota y luego le siguieron otros estados. La fiesta adquirió una progresiva popularidad en las siguientes décadas.
Simbología
PEDIR DULCES: Se cree que empezó en Europa con una costumbre del siglo IX. El 2 de noviembre los cristianos solían recorrer los pueblos y pedir "tortas de alma" que eran pedazos de pan con dulces. Mientras más recibieran, más prometían rezar por los parientes muertos de los donantes. También se cree que el recorrido infantil en busca de golosinas probablemente enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín.
COLOR NARANJA: simboliza el color de las velas usadas para la ceremonia de los difuntos.
CALABAZAS CON VELAS: símbolo del alma condenada a vagar por la Tierra como un espectro. Procede del cuento de un personaje llamado Jack, a quien no se le permitió entrar ni al cielo ni al infierno. Forzado a recorrer el mundo como fantasma, Jack metió un carbón encendido en un zapallo hueco, para alumbrarse el camino por la noche. Aunque se dice que las brujas utilizaban los cráneos de las víctimas humanas y las adornaban con velas en su interior, el origen de las calabazas fueron los nabos, que se vaciaban para introducir un fuego en su interior e iluminar el camino a los muertos que venian a la tierra esa noche.
MÁSCARAS: En la antigua Europa, era costumbre de algunos pueblos usar máscaras para espantar a los espíritus del mal, hecho que solía darse cuando eran perseguidos por alguna calamidad. Otra teoría afirma que proceden de la idea de los druidas célticos, según la cual los participantes en una ceremonia debían usar cabezas y pieles de animales para adquirir la fuerza del ser vivo que representaban.