El piloto, un aeronauta amateur alemán, había bebido considerables dosis de alcohol y vino antes de abordar su Cessna.

Según la crónica que recoge el diario mexicano Milenio, el hombre continuó bebiendo mientras volaba, y, a las dos horas de haber despegado, estaba tan borracho que no podía leer sus instrumentos de navegación.

En ese momento, envió un mensaje a la base aérea de Schoengleida. "Vamos, sé que están por ahí. ¿Dónde demonios se han escondido?", dijo por radio.

Desde la base, se envió un helicóptero al rescate, que le indicó el camino de regreso. Al aterrizar, el beodo piloto bajó del avión y se subió a su automóvil. Obviamente, el mismo día, perdió su licencia de piloto y de chofer.