Mario, un hombre de 54 años de edad y con discapacidad mental, trabajó toda su vida adulta en el zoológico de Diergaarde Blijdorp de Rotterdam. Una de sus tareas era alimentar a las jirafas y mantener limpio su recinto. Con el paso del tiempo, el hombre y los animales se hicieron grandes amigos.

Aquejado por un agresivo cáncer, Mario debió abandonar su puesto de trabajo y perdió contacto con sus queridos compañeros de cuatro patas. Tras entrar en fase terminal y ser informado de que su tiempo se terminaba, no quiso irse de este mundo sin saludar a los animales que había cuidado con esmero y cariño durante tantos años.

En ese momento entró a tallar la Stitching Ambulance Wens (Fundación Ambulancia de los Deseos), organización de beneficencia cuya misión consiste en complacer las últimas voluntades de enfermos terminales, siempre que esto sea posible.

Cuando la camilla de Mario fue acercada al recinto de las jirafas, una de ellas se aproximó a él de inmediato y le dio un tierno beso, situación que conmovió a todos los presentes.

"Los animales lo reconocieron de inmediato, y estoy seguro de que se dieron cuenta de que algo no andaba bien con él", dijo Kees Veldboer, creador de la Fundación, en declaraciones al periódico local Algemeen Dagblad.

"Fue un momento muy especial, y Mario estaba radiante. Fue algo muy hermoso poder cumplir el último deseo de este hombre", añadió.

La organización fue creada en 2007, y sus voluntarios se especializan en llevar a los pacientes con enfermedades terminales y que no pueden moverse, a que cumplan con sus deseos finales.

La institución cuenta con una flota de ambulancias muy distintas a las convencionales. Provistas de grandes ventanas, permiten que los pacientes vean el paisaje mientras son transportados.

El año pasado, trasladaron a un enfermo terminal de 86 años desde el hospital hasta su granja, para que pudiera despedirse de sus caballos.