Ricky Flores nació en el sur del Bronx en 1961. En los años 80 comenzó a dedicarse a la fotografía, y le tocó ser testigo de una época llena de claroscuros.

Por aquellos tiempos, el Bronx era un sitio dejado de la mano de Dios, o al menos de la administración pública. Sus habitantes eran afrodescendientes o latinos, una población no prioritaria para el gobierno local.

Entre edificios insalubres y carencias diversas, los enfrentamientos con las autoridades eran asunto corriente. La segregación, la represión y la falta de horizontes transformaron al Bronx en una olla a presión cuya válvula de escape resultó ser el arte: fue en esas calles donde nació el rap, donde el grafiti se transformó de vandalismo en plástica, y donde fraguaron los elementos que conformarían la cultura Hip Hop.

El Bronx y su gente estaban haciendo historia sin saberlo, y Ricky y su cámara estuvieron allí para registrarlo, en un puñado de imágenes que son harto elocuentes.