Tras un largo tiempo sin visitar nuestra capital, Dolina y compañía volvieron a realizar en vivo su programa radial, esta vez desde El Galpón.

Con motivo de su visita, Dolina habló con Montevideo Portal.

Por Bernardo Borkenztain

- Hablemos primero un poco de literatura. Tu último libro, "Cartas Marcadas", no fue presentado aún en Uruguay, ¿verdad?

- No, no lo hemos presentado, pero tampoco es la idea presentar indefinidamente un libro. Me parece que después de un cierto tiempo, en que el libro es una novedad, que está fresco, ya presentarlo es un poco tardío, patético. El libro empieza a envejecer, uno se olvida de lo que decía. Te lo digo con toda sinceridad -sin asomo de paradoja- y a menudo uno empieza a arrepentirse. Durante el primer año sí, uno puede ir presentando el libro, siempre que los foros sean adecuadamente distintos. Además, frecuentemente comienza a escribir un libro distinto.

- ¿Estás en eso?

- Sí, pero con grandes dificultades...

- Dijiste en algún momento que "Cartas Marcadas" es el libro que más te representa en este momento.

- Me parece que sí. Te lo digo con toda la humildad posible, me parece que es un libro muy superior a las "Crónicas del Ángel Gris", no porque sea artísticamente más valioso, pero tiene unas aspiraciones mayores, que presenta recursos de complejidad que el otro no tiene. Estamos hablando de un trabajo de distinta arquitectura. Es por eso que me suele molestar un poco ser considerado por un libro como el Ángel, que escribí hace treinta años. Aunque cueste imaginárselo, era en ese tiempo un muchacho bastante joven, inexperto, y por eso es un trabajo que no podría representarme. No digo que esté mal ni bien, pero no podría hoy sentirme contento con ese libro, y aunque puede leerse tranquilamente, si uno no tiene muchas aspiraciones, lo que no puede hacerse es conjeturar lo que pienso ahora con un libro que casi podríamos decir fue un trabajo de juventud.

- Un segundo... voy a borrar una pregunta que tenía sobre bolitas.

- (Ríe)

- Permitime opinar que creo que sos injusto con las "Crónicas". Sin embargo, una vez al aire con Rolón dijiste que uno no puede vivir a expensas del hombre que fue, quizás estás siendo consistente con eso.

- Y al revés tampoco, uno no puede vivir soportando al hombre que fue, sin que a uno se le conceda la libertad ni la exculpación. Vive uno pagando deudas del hombre que fue.

- Tenías muchas ganas de escribir una novela, ¿verdad?

- Sí... de intentar el que me parecía el género más difícil de todos. Si bien tengo un fuerte desconocimiento de todos los asuntos literarios el de la novela era el que menos conocía, y así como uno está deseando aprender la pieza que no sabe tocar, también desea adentrarse en el género que desconoce, principalmente para aprenderlo, para... indagarlo, aprender con sus amigos, y para ver cómo le sale a uno, por supuesto.

- Hacerlo de la mano de Barthes, Bloom o Wagensberg no es ir muy solo, tampoco.

- No, claro, uno nunca entra solo a la literatura, va acompañadísimo por todo lo que leyó. Un escritor es antes que nada un lector, y un lector es uno que se hace ayudar por los que ha leído. Y para qué cosa lee uno sino para que lo acompañen en la vida estos tipos que acabás de señalar, para tener una barrita de amigos que te defienda en las esquinas... para eso lee uno.

- Alguna vez manifestaste no estar muy de acuerdo con la gráfica de la tapa del libro.

- No es del todo cierto eso, me gusta el diseño del libro, pero ocurre que se han cometido ciertos errores, que dan un poco de risa, porque fueron muy conversados y sin embargo se cometieron igual. Por ejemplo fingir que la carta está sucia es un fingimiento al menos superfluo en la mayoría de los casos, ya que efectivamente, está sucia. Digo, imprimir mal o poner marcas en la tapa es una idea que nunca se me hubiera ocurrido y me parece que proviene de la idea de creer que una carta marcada es una carta sucia. Y primero que no se marca del lado del número sino del lomo, y esas marcas deberían ser invisibles a casi todos los jugadores menos a uno, de manera que el que hizo eso posiblemente sepa mucho de literatura, pero muy poco de cartas... capaz que fue por eso que me enojé un poco.

- En este libro hay un quiebre de estética, más cruda, personajes explícitamente mostrados como miserables, con un lenguaje duro.

- Sí, es la diferencia, un discurso crítico, y el lenguaje de los personajes es un poco desengañado... podría decirse que nunca fueron ilusos, pero me parece que además están un poco enojados.

- Para ellos también pasaron treinta años...

- Claro, claro...

- En otro orden de cosas, en el libro creo detectar algún homenaje oculto, el capítulo de la muerte de Artola parece un palimpsesto de Emma Zunz

- Puede ser, pero, ¿vos sabés que no lo recuerdo bien?, no lo anduve leyendo. Debe ser sin duda uno de esos continuos homenajes que uno le hace a los grandes escritores, especialmente a Borges, un homenaje no decidido, pero sí decidido por la memoria de nuestra sensibilidad, que se sigue conmoviendo aún por cuentos que no recuerda del todo bien.

- La estructura del libro es muy definida: 108 capítulos, dos mazos de la baraja francesa, con sus comodines y con el dibujo del naipe ilustrando el inicio del capítulo.

- Así es.

- ¿Está la idea de leerlo según un orden alternativo, siguiendo los palos por ejemplo, como "Rayuela"?

- No, no... hay un sentido de vecindad, para quien quiere jugar a relacionar las respuestas, algunos por los personajes, otros por las épocas en que ocurrió la anécdota, otros un crimen, creo que cada vez que hay un as es un crimen.

- La muerte de Artola es uno de los ases de trébol.

- Ahí está... esa fue la idea, un juego más para hacer la novela un poco más divertida, pero no señala una forma de leer, ni mucho menos.

- También hay un texto escrito para seguir las tachaduras.

- Sí, también, es otro chiste, es muy fácil de seguir, tampoco estoy de acuerdo con esas novelas muy estructuradas, como algunas de Ellery Queen que tenían el dibujo del lugar dónde se cometió el crimen. Pero esto puede hacerse sin desmerecerlo, especialmente en estos tiempos, regalándole un jueguito más al lector... hace veinte o treinta años yo estaba en contra de esto, y hasta por ahí me indignaba, pero el posmodernismo ha traído esto, ha resuelto que por ahí ya no basta una mera novela, como no lo hace un mero pianista, de forma tal que si todo se articula, y el lector percibe sus impresiones en su forma correcta, está bien ponerle un placer más.

- ¿Y en cuanto a la onomástica? Hay nombres que capturan la atención. El mozo Mansilla, por ejemplo, ¿no había un mozo llamado así en el Tortoni?

- Sí, claro... yo creo que la onomástica es importantísima y me gusta creer que a veces hay cuentos que fracasan porque se ha elegido mal el nombre. Esto desde luego es mentira, pero lo que quiero decir es que paso largas horas pensando nombres. Muchas, pero muchas veces, elijo un nombre de la realidad que me ayuda de algún modo, en algunos procesos que son meras elecciones. Como saber si el tipo tenía o no bigote. Pero sí, ese era un mozo del Tortoni, y yo me lo imaginé todo el tiempo con esa forma.

- Yendo un poco al programa, hace un tiempo que las formaciones variables del equipo conforman casi dos programas diferentes. No es lo mismo con Gillespi que con Dorio.

- Es así, es verdad.

- Con un poco de fe poética, ¿Dorio sería Góngora y Gillespi Garcilaso?

- Yo no sé si hay tanta diferencia... para decirlo brutalmente, a mí el programa me gustaba siempre más con Gillespi, en principio porque además es músico, pero últimamente no estoy tan seguro de eso. Mirá lo que me atrevo a decir, ¿no? Pero no creo que sea una cuestión tan diferente como entre gongoristas y garcilasistas. ¿Vos dijiste Garcilaso para Gillespi?

- Sí

- Sí, claro, es obvio... me estás diciendo que prefiero el programa con Gillespi... si es así, estamos todos claros que prefiero pastillas de Garcilaso para desgongorizar.

- Sin que eso implique hablar mal de Góngora.

- No, ni mucho menos, pero siempre me manejo mejor por calles de Garcilaso que por las gongorianas, pero últimamente estoy desandando ese camino y a veces aparecen en Dorio pinceladas de Garcilaso, y otras veces flechas, inspiraciones que vienen de otro lugar. De modo que ya no estoy seguro de cuáles me gustan más ahora y cuales estoy soñando. La gente tiene algunas preferencias pero tampoco son tan notables, por ahí vienen un poco más los martes que los lunes por razones que son privadas.

- Los momentos en que Dorio dedica la charla son bretonianos, ¿lo lleva preparado ese discurso vertiginoso o es improvisado?

- No, no lo lleva preparado, no tenemos un guión y él mucho menos. Sí toma notas mientras voy hablando y si me faltara eso tendría un programa bastante incompleto, porque muchas veces siento un enorme placer en cierto peloteo que se arma con Jorge y que no puedo hacer de otra manera.

- Ha llegado el momento de las denuncias: hay unas instancias de gran crueldad en las que Dorio y tú se ponen a hablar en octosílabos y lo dejan a Barton afuera.

- Sí, pero también hay momentos en que hablo solo con Barton.

- Sí, pero ese es un momento artístico para el que lo agarre y chau...

- Bueno, sí... pero quizás es una compadrada un poco adolescente. Pero alguien tiene que hacerlo (ríe) por ahí es lindo que algunas de esas gracias de estudiante compadrón no queden en el olvido... pero eso no quiere decir que Barton se quede afuera ni mucho menos.

- NO fue lo que dije... solo en ese juego.

- Sí, pero él hace a veces de Rolón incluso en el sentido de que cuando repartimos el programa le tocó el papel más ingrato.

- ¿El de corroborador general?

- Claro, en un programa en el que todos están locos, en el que se esgrimen sobre la mesa las cartas de la ilógica inevitablemente el que está loco es él... nunca tiene razón.

- Ahí es dónde Dorio presenta una de las grandes diferencias, es el más rápido para asumir el rol de ser el oponente de Barton.

- Sí, ahí el único que cumple perfecta y completamente ese rol es Dorio, Gille no tiene esa idea.

- Esos instantes en que Gillespi dice "momento", o "yo de eso sé mucho" son surrealistas también.

- Sí, son otra cosa. A veces remiten a lo actoral, a veces quizás inconvenientes para el desarrollo del programa, y a veces son lisa y llanamente geniales. Así es Gillespi. Dorio en cambio, claramente sabe lo que quiere.

- En el juego de improvisar, quizás por su profesión, Rolón era el que tiraba más de la madeja del discurso, pero las interacciones entre Barton y Dorio son más picantes. Eso contribuye a la variedad.

- Eso es verdad. Hay por ahí épocas en que el programa es muy gracioso, a veces no, y hay otras en que se torna interesante desde el punto de vista del pensamiento, y otras no es interesante en punto alguno. El programa va variando. Por suerte creo yo.

- Me permito discrepar, hay una impronta diferente de la alineación Dolina-Rolón-Stronatti que le da menos uniformidad, pero a cambio de una imprevisibilidad que recae en Barton a veces y su especial naivité para encarar los temas. Arriesgando otra opinión, creo que Barton ha logrado ser el mejor en esa improvisación inicial trayendo la relación de lo que hizo en el día.

- Totalmente, yo creo que fue el único que lo logró completamente de hecho. El único. Trae siempre cosas y las presenta de un modo consistente. Vamos, no importa lo que trae, eso lo sabemos todos, pero las presenta de tal forma que son rápidamente aceptadas como propuesta de trabajo y genera respuestas de modo muy eficaz. Sí, eso lo hace muy bien.

- Volviendo a Dorio, una duda personal, ¿es políglota?

- ¿Jorge? No... habla muy bien inglés porque estuvo allá trabajando en UNESCO, y habla francés también pero algo menos ahora por falta de práctica [Nota - habla también italiano] Sí tiene como yo una curiosidad muy grande por los aspectos culturales y se aprende algunas gracias. Culturalmente es un hombre muy sólido, en eso es el más sólido de todos.

- Puede seguirte por ciertos caminos que implican un bagaje amplio. Eso le aporta mucho al programa.

- ¿Cómo no le va a aportar? En los años en que no estuve con él, el aporte cultural lo hacía una persona extraordinaria que es Rolón, que tiene una cultura más ordenada desde el punto de vista profesional, entonces no parece tan variopinta, pero es muy sólido también y si no estás escuchando las cosas que está haciendo te aconsejo que lo hagas, está aprendiendo todo el tiempo, adquiriendo destrezas nuevas todo el rato, y es fantástico.

- El mensaje de Rolón cuando fuiste premiado recientemente [Premio Sarmiento del Senado argentino] fue conmovedor...

- Sí, lo fue. Fue también la única cosa conmovedora del episodio.

- ¿La única realmente?

- Y la presencia de los que había invitado yo: mis chicos, la gente del programa y los oyentes que se pudieron enterar, que de todas maneras no eran tantos. De la gente que me entregó el premio había los necesarios para sostener el cuadro. Si me das un premio tenés que asegurarte de que alguna persona del organismo que lo hace asista y ponga un poco de entusiasmo... si no, me das un cuadro y me tengo que llevar la gente, me tengo que homenajear yo mismo. Te digo, yo pensé incluso que alguien me iba a preparar alguna sorpresa... de mi entorno o del de ellos. Algún amigo que hace tiempo no veía, o la recuperación de algo que me había pertenecido, alguna foto, alguien que me cantara una canción, no sucedió nada de eso. La pregunta es ¿para qué me das un premio si no tenés ganas de que yo esté feliz? ¿Para qué sirve un premio si no te simplifica la vida? Cualquier premio digno tendría que tener una recompensa económica tal que a mí me facilitara las cosas... ¿se entiende lo que digo? Si el premio es un cuadro cualquiera, al menos encontrá una forma de que yo sea feliz en ese momento, y no se encontró porque no se buscó.

- ¿Como la historia que contaste en el programa del músico que le querían hacer una estatua?

- Rossini, claro, preguntó lo que iba a salir y ofreció ir a sentarse el mismo por la mitad. Yo mismo he ido a participar en actos similares y lo hecho con entusiasmo, he escrito algunas palabras con gran profesionalismo, buscando alguna punta para atacar la situación, otras veces he cantado, o hemos hecho un coro, acá no hicieron nada de eso. Fijate que las palabras de Rolón fueron escritas en Brasil.

- No quisiera terminar sin referirme al segmento del Sordo Gancé. Es la mejor alineación que has tenido en esa área, ¿verdad? Manuel es un cantante prodigioso, y Ale y Martín también.

- Sí, son muy buenos, y Gillespi es un gran trompetista. Las mezclas, lo que está preparado y lo que no está, suena siempre bien. Eso para mí es una alegría. Últimamente no estoy con tanta salud como para cantar tan seguido, pero supongo que ya me arreglaré.

Montevideo Portal / Bernardo Borkenztain
borky@montevideo.com.uy