El animal en cuestión vio la luz en la aldea rusa de Chirka, en la costa del Mar Caspio y cerca de la república de Daguestán.

El dueño del cordero es un hombre de 45 años llamado Blaisus Lavrentiev, quien afirma haber recibido ofertas diez veces mayores de lo que se paga usualmente por un cordero recién nacido. Sin embargo, aún no decidió que hará con el "pequeño con cara de viejo".

Interrogado por la prensa local, el granjero reconoce no tener idea de lo que pudo causar tal deformación congénita en el animal.