La última novela de Claudia Piñeiro, La muerte ajena, confirma su lugar central en la narrativa argentina contemporánea: una historia anclada en un hecho policial que se ramifica en temas como el poder, el trabajo sexual, la manipulación mediática, la justicia desigual, los lazos familiares rotos y el valor de la verdad en tiempos de desinformación.

Con una estructura de tres versiones narrativas que desconciertan y desafían al lector, Piñeiro construye un rompecabezas en el que ninguna pieza encaja del todo y la realidad parece siempre escaparse. “No es una novela que busque dar respuestas, sino incomodar, poner en duda lo que creemos saber”, afirma la autora. La protagonista, Verónica Balda, es una periodista que descubre, a partir de la muerte de su hermana a la que apenas conoce, un mundo que mezcla el trabajo sexual, el espionaje y la política, y la obliga a revisar también sus propios prejuicios y elecciones.

Durante su paso por Montevideo, Claudia conversó en profundidad con Montevideo Portal sobre los temas que atraviesan la novela y también sobre los dilemas que propone el presente: la precariedad de la verdad, las tensiones del oficio periodístico, la mirada social sobre los cuerpos femeninos, la crisis de las instituciones y el quiebre generacional de las expectativas de futuro.

La novela está cargada de tensiones: sexo y poder, verdad y ficción, familia y abandono. Pero la relación entre sexualidad y poder parece estar en el centro.

La sexualidad y el poder están vinculados desde siempre. Lo sabíamos desde Foucault, pero hoy hay algo nuevo, más impúdico. Antes los hombres poderosos tenían amantes, pero lo ocultaban. Ahora se muestran con mujeres hipersexualizadas al lado, como un símbolo de masculinidad. Eso se ve tanto en la política como en el poder económico. Y no importa la ideología: pasa en la derecha y en la izquierda. En la novela, las trabajadoras sexuales tienen un rol central, pero no como víctimas pasivas. Son mujeres inteligentes, que escuchan, que observan y que toman decisiones.

¿Decís que no es una novela sobre el trabajo sexual, sino sobre su uso por parte del poder?

Exacto. No es solo sexo. Hay explotación en otros niveles: para espiar, para manipular, para usar a estas mujeres como herramientas políticas. Incluso para rellenar las listas de candidaturas femeninas, por el tema de los cupos. Muchos partidos, al no haber formado mujeres para ocupar esos espacios, buscan en donde pueden encontrar mujeres manipulables.

La novela presenta tres versiones del mismo hecho, tres puntos de vista.

No, los puntos de vista asumen que hay una realidad común que se observa desde distintos lugares. Acá lo que cambia es la realidad misma. Usé el recurso del narrador poco confiable. Cada versión contradice a la anterior. Vos como lector tenés que decidir en cuál creés. Es un poco lo que nos pasa hoy con las noticias: no sabés a quién creer. Las fake news son ficciones que no avisan que lo son. Y eso es una estafa.

Ese vínculo con la verdad también está en el periodismo, profesión de la protagonista.

La base del periodismo es la verdad. Pero hoy, en pleno siglo XXI, ni justicia ni verdad. Estamos rodeados de noticias falsas, versiones interesadas, notas sin firma. Y la gente queda desorientada. Entonces, la ficción que avisa que es ficción resulta más honesta. Yo solo confío en notas firmadas por periodistas que conozco, incluso si no comparten mi ideología.

La protagonista, Verónica Balda, tiene un recorrido dentro de la profesión: pasa de la investigación al trabajo radial y lo vive de diferente manera.

Sí, hay una tensión entre el periodismo de investigación, el más clásico, y el radial, que en Argentina tiene mucha fuerza. En la novela, su jefa la desprecia por haber pasado a la radio, como si fuera un formato menor. Yo amo el periodismo radial. Hay periodistas políticos y económicos que seguimos todos los días en la radio. Porque dan contexto, llaman a muchas voces. Incluso en medio de la polarización, algunos programas ofrecen una mirada más compleja. Eso me interesa.

La novela también habla de las rupturas familiares, del resentimiento heredado cuando una parte de la pareja se va con un nuevo amor y los hijos quedan en el medio.

Verónica se distancia de su padre porque él se va con otra familia. Hay una lealtad a la madre, pero también una desvinculación innecesaria. Si los adultos hubieran actuado de otra forma, el vínculo se podría haber salvado. Eso pasa mucho. Hay divorcios mal gestionados, donde los hijos quedan en el medio. Y eso deja huellas. Además, la relación con su hermana, que apenas conoció, se construye después de su muerte. Y eso la obliga a mirar de nuevo su historia.

La hermana de Verónica es una chica escort, con objetivos bastantes claros.

Sí. Esta generación joven sabe que va a tener menos que sus padres. Eso los desesperanza. No se imaginan alquilando ni comprando una casa. Entonces, algunos buscan salidas rápidas: cripto, juegos online, trabajo sexual. No hay juicio en eso. Trato de entender qué los lleva ahí. Hay una fractura del futuro, y eso también genera dolor. Algunas chicas, como la protagonista de la novela, entran al trabajo sexual por una necesidad puntual, y después ya no pueden salir. Otras lo ven como una forma de independencia. Hay que poder mirar esa realidad sin prejuicios.

El libro está lleno de referencias a hechos reales. ¿Cómo los elegiste?

Intenté que hubiera ejemplos de todos los colores políticos, desde Obama hasta presidentes más cercanos. Porque esto no es una cuestión de ideología, sino de estructura. De cómo algunos varones entienden el poder, el sexo, el uso del cuerpo de las mujeres. También me interesaba que las mujeres de la novela no fueran solo víctimas, sino personajes con agencia, con inteligencia, con decisiones propias.

El título, La muerte ajena, es muy significativo.

Hay muertes que no duelen. O que no indignan. Y eso es muy grave. Porque cuando una sociedad no reacciona, la justicia se vuelve inoperante. Hay muchos casos donde los expedientes duermen. Y no solo cuando están implicados poderosos. También pasa con gente pobre, con mujeres vulnerables. Está lleno de personas presas sin juicio, esperando que alguien mire su causa. Eso es parte del paisaje judicial de muchos países.

Claudia Piñeiro: una voz clave de la narrativa argentina contemporánea

Nació en Buenos Aires en 1960. Escritora, guionista y dramaturga, Claudia Piñeiro es una de las autoras más leídas y traducidas de la Argentina. Su obra abarca el policial, la crítica social y el drama contemporáneo. Algunas de sus novelas más conocidas son Las viudas de los jueves (Premio Clarín de Novela), Tuya, Betibú, Elena sabe (finalista del Booker Prize Internacional) y Catedrales. Varias fueron adaptadas al cine y la televisión. Activista por los derechos de las mujeres y la legalización del aborto, Piñeiro también colabora en medios como Página/12 y Radio con Vos.

El libro

“Juliana cae al vacío, lleva un vestido blanco, vaporoso, que se agita en el aire, pero en vez de estrellarse contra el piso, justo antes de llegar, mueve sus brazos y vuela como una mariposa.”

Verónica Balda es periodista y conduce uno de los programas de radio más escuchados de la mañana. Cierto día, recibe una noticia que cambiará por completo el curso de su vida: una joven cayó de un quinto piso en el barrio de Recoleta, en Buenos Aires. El departamento pertenece a un reconocido empresario agropecuario y la muerte de la mujer es mucho más que una noticia alarmante. Verónica sabe quién es, una historia densa y secreta las conecta. A medida que se desarrolle la novela, el lector conocerá diferentes versiones de los hechos, revelando cómo un relato puede ser multifacético y subjetivo, repleto de artificios y supuestos.

Maestra en la construcción de atmósferas inquietantes y el manejo de la tensión narrativa, Claudia Piñeiro aborda de forma audaz un tema de escalofriante actualidad, y desnuda, a través de la siempre fascinante posibilidad de la ficción, uno de los vínculos más oscuros, íntimos y antiguos: el de la prostitución VIP con el poder de turno.