Por Cecilia Presa
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“Durante millones de años toda la vida se concentró en el mar: desde el océano, la vegetación y los animales invadieron progresivamente la Tierra. El hombre fue el último en nacer en esta fantástica aventura de la vida”, se escuchaba decir al francés Jacques Cousteau en uno de los cientos de capítulos de la serie El mundo submarino que grabó y produjo entre 1968 y 1976 el explorador y oceanógrafo más famoso de todos los tiempos.
La voz en off aparecía como telón de fondo de imágenes de peces, corales, medusas, moluscos y todo tipo de seres submarinos. Frente al televisor, un pequeño Alejandro Balbis quedaba maravillado con aquello que veía.
“Me provocaba una gran curiosidad y emoción ver cómo el hombre ponía luz sobre cosas que me asombraban mucho, me gustaban mucho, me identificaban mucho. Ahora, más de cuarenta años después, tengo la oportunidad de estar cerca de ahí, del momento cuando se cocina ese descubrimiento. Me parece emocionante”, destacó el músico, murguista y docente, que el próximo viernes 5 de setiembre se convertirá en uno de los integrantes de la expedición Uruguay Sub 200 que busca revelar “los misterios del mar uruguayo” a través de la exploración del fondo del mar territorial del país a miles de metros por debajo de la superficie, en un verdadero “viaje a lo desconocido”.
El artista acompañará a las decenas de científicos uruguayos y de otras partes del mundo que partieron el pasado viernes 22 de agosto a bordo del tecnológico buque Falkor (too) con el ya famoso ROV SuBastian, un submarino de exploración equipado con cámaras que transmiten imágenes en 4k y en tiempo real al mundo entero a través de YouTube.
Así como Cousteau hacía documentales a partir de lo que grababa, Balbis tiene el objetivo de generar música en base a ese universo inexplorado y hasta ahora desconocido.
Por ahora es poco lo que se ha visto debido a un desperfecto técnico que experimentó el barco este domingo, que ya fue solucionado, pero quedan semanas de arduo trabajo y descubrimiento. Mientras tanto, Balbis se prepara para una experiencia que será inolvidable y en la que se aventuró casi que por casualidad (o causalidad).
Resulta que, hasta poco tiempo antes de enterarse de que existía la posibilidad de que desde Uruguay se hiciera una exploración subacuática de estas características, Balbis desconocía que su amigo Alvar Carranza, con quien compartió “innumerable cantidad de jornadas de cantarolas, asados y niños jugando”, era un biólogo de prestigio internacional que se iba a transformar en el jefe científico de esta histórica expedición, junto a Leticia Burone.
Además de contarle del proyecto que llevaría adelante la Udelar a través del Schmidt Ocean Institute estadounidense, Carranza le comentó sobre un subprograma de la organización sin fines de lucro llamado Artistas en el Mar. “Antes de que terminara de explicarme lo que era le dije que sí, porque inmediatamente entendí la magnitud de la empresa”, relató Balbis en diálogo con Montevideo Portal.
Y en seguida contrastó: “Entendí cierta magnitud, pero, a medida que se va acercando la fecha, me voy dando cuenta de que la magnitud es mucho más importante de lo que uno imaginaba”.
La repercusión y masividad inusitadas que tuvo la transmisión en vivo de una expedición similar del Falkor (too) en el cañón de Mar del Plata (Argentina), terminada hace solo algunas semanas y realizada por científicos del Conicet, le abrió los ojos. “¡Fue uno de los streams más vistos en el mundo!”, exclamó el artista detrás de, casualmente, la canción “El gran pez” (2015).
Si bien el título de su enorme hit no tiene que ver con lo submarino, sino con los relatos humanos, y se inspira en la película de Tim Burton, las historias de las personas a bordo del buque serán, junto con los paisajes y las especies submarinas, la materia prima de los temas que surgirán en altamar.
“Mi intención es llegar y ver qué pasa, ¿Viste? Calladito, entreveradito entre la gente. Unos días escuchando en silencio”, indicó Balbis, y admitió que su proceso compositivo seguramente se verá forzado a cambiar debido a la imperiosa necesidad de silencio que tiene el trabajo en el barco.
“Soy muy de vociferar y hablar fuerte. Cuando compongo canto y toco. Tiro una, y otra, y otra como metralleta. Digo: ‘Esta idea no está muy buena’, pero igual la grabo. Toco, toco y toco. Me olvido; voy a otro tono, voy a otro ritmo. Y tiro una y otra y otra. Así, de repente, por un par de horas. Y en un momento me embolo y ya está. Me voy a tomar mate o me pongo a mirar una película para sacar la cabeza. Y después escucho y selecciono tres o cuatro cosas y mando al productor”, dijo.
De todo esto no sabe qué va a poder ejecutar a bordo salvo por el final: su productor Nahuel Betancourt va a recibir en tierra firme sus creaciones para darles otro vuelo e interactuar con ellas.
Y hay otro objetivo muy importante que Balbis busca generar en la comunidad científica del Falkor (too): un coro o una murga.
“No te olvides de que yo dediqué dos décadas de mi vida a hacer cantar a la gente, muchos de ellos que no se dedicaban a cantar. Pienso, y lo he comprobado, que la mayoría de las personas pueden cantar. De repente no van a ser cantantes, pero pueden cantar: los entrevero en un coro y cantan”, opinó.
Balbis se tiene mucha fe para convencer y animar a biólogos, geólogos, oceanógrafos, arqueólogos y una gran gama de especialistas a prestar su voz en estas nuevas canciones.
Además, en algún punto se siente muy cercano a todas esas personas a quienes, en su mayoría, aún no conoce.
“La parte artística tiene una cosa que es muy científica, que podría sonar opuesta, pero no necesariamente”, afirmó. “La emoción que percibí en el equipo científico argentino ante los descubrimientos: el asombro y la maravilla, me parece que tienen una gran similitud con lo que me pasa, por ejemplo, cuando termino una canción, cuando estoy en plena creación de un tema y cuando digo: ‘Este es el tema’. Te empezás a dar cuenta de que está bueno”, detalló.
Para Balbis eso que le sucede en su interior es “muy parecido a la emoción que ha sentido esa gente ante un descubrimiento”. “El descubrir tiene una gran diferencia con lo que uno aprende, con lo que a uno le enseñan. Podés entender y aprender una cosa, pero es otra cosa cuando lo descubriste vos. La canción tiene también una cierta parte de descubrimiento. Es que la canción ya estaba ahí, el artista fue y la descubrió; la encontró”, ahondó.
Entonces, reivindicó: “Esa sensación, ese sentimiento, esa vibra que te viene en el pecho cuando hiciste un tema que te gusta, me parece muy similar a lo que ha sentido esta gente ante el descubrimiento de la vida a 4.000 metros de profundidad, a donde jamás nadie fue. Nada ni nadie de los que estamos habíamos visto ese lugar y los seres que habitan ahí. Esos seres increíbles, inimaginables. Ni la ficción más creativa podría haber diseñado las formas de vida que mostraron en la expedición”.
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