Roger Tullgren, de 42 años de edad y vecino de la localidad sueca de Hässleholm, podría ser la primera persona del mundo a la que se le diagnostica semejante condición crónica.
El hombre es tan fanático de la música heavy que tres psicólogos independientes coincidieron en su diagnóstico, afirmando que su obsesión amerita ayuda económica y asistencia social, para evitar que sea discriminado. Ahora, según el periódico The Local, los servicios de seguridad social del país nórdico aseguran estar dispuestos a pagar parte de su salario para que pueda dedicar más tiempo a rockear.
La afición de Tullgren por el metal es verdaderamente intensa. El año pasado acudió nada menos que a 300 recitales. En declaraciones a Globe and Mail, contó que su primer recuerdo musical data de cuando tenía dos años, y sacudía la cabeza al ritmo de Black Sabbath.
Esta adicción le ha acarreado diversos problemas de adaptación y le ha significado un importante lastre a la hora de conseguir empleo
Si bien Tullgren es el primer adicto al heavy metal "oficialmente" reconocido, otras extrañas obsesiones han derivado en reclamos de dineros públicos. Tiempo atrás, el neoyorquino Stanley Thornton se hizo beneficiario de una pensión luego que Seguridad Social reconociera como una enfermedad el estilo de vida infantil que él llevaba. El caso era tan extremo que Thornton fue calificado como "bebé adulto".
Actualmente, Tullgren trabaja como lavacopas en un restaurante local, y parece haber hallado el empleo ideal. Si jefe le permite armar sus horarios de trabajo en función de los conciertos que se realizan en el país, e incluso acepta que sacuda la cabeza al son del metal pesado mientras trabaja, siempre y cuando la música no esté lo suficientemente baja como para no molestar a la clientela.