Con tan solo 20 años, Pablo Ráez tenía un sueño: cambiar el mundo. Y lo logró. El joven, nacido en Marbella (España) fue diagnosticado de leucemia cuando tenía 18 y desde entonces se trazó el objetivo de concienciar a la gente sobre el cáncer y la importancia de la donación de médula ósea.

Gracias a su campaña #RetoUnMillón consiguió multiplicar las donaciones de médula un 1000% en España.

Tras someterse a varias sesiones de quimioterapia, le trasplantaron la médula de su padre y logró recuperarse. Sin embargo, la enfermedad reapareció y tuvo que volver a internarse. Luego de esa larga estadía en el hospital, decidió compartir en las redes sociales sus sentimientos y pensamientos durante las fases del tratamiento. Siempre con una sonrisa en la cara. Siempre con un mensaje de esperanza para otros luchadores como él.

Este sábado, escribía su último post en Instagram, donde, a pesar de reconocer que se sentía débil, agradecía cada momento de su vida. "Disfrutemos cada día que es único, de verdad, empiezo a valorar las cosas de una manera increíble y de verdad que la vida sabe mejor así.

Amad todo lo que forme parte de la vida, disfrutad de todo lo que forme parte de la vida, no os arrepentiréis. ¡Seguimos en el camino y cargado de fuerza! Ánimo a todas las personas que estéis en una dura batalla, ánimo a todas las familias que estéis pasando una dura batalla, ánimo a los que hayáis perdido a un ser querido, todo pasará y todo llegará. La muerte forma parte de la vida por lo que no hay que temerla sino amarla", fueron sus últimas palabras.

Pablo Ráez falleció este domingo, a los 20 años. Pero su lucha marcó un precedente imposible de borrar.