El actor sueco Björn Andrésen, recordado en todo el mundo por su papel como Tadzio en la película Muerte en Venecia de Luchino Visconti, falleció a los 70 años en Estocolmo. La noticia fue confirmada por medios suecos, aunque no se ha hecho pública la causa de su muerte.
Andrésen tenía apenas 15 años cuando fue elegido por Visconti para interpretar al joven que encarna la belleza idealizada y fatal de la novela de Thomas Mann. El director lo descubrió en un casting en Estocolmo y, al verlo, pronunció la frase que marcaría su destino: “The most
beautiful boy in the world”.
Esa etiqueta —que nació como un elogio— se transformó con el tiempo en una
carga. La película lo convirtió en símbolo de una belleza imposible, pero
también en objeto de deseo y proyección. Su imagen dio la vuelta al mundo y, de
pronto, aquel adolescente sueco se vio atrapado en un personaje que lo
superaba.
Después del estreno, Andrésen fue recibido como una estrella en Japón, donde su rostro inspiró canciones, cómics y campañas publicitarias. Sin embargo, él describió esa fama como una experiencia traumática: “Me arruinó la vida bastante bien”, diría años después, en
una entrevista con The Guardian.
Intentó continuar su carrera en el cine y la música, pero la industria seguía
viéndolo como aquel “niño hermoso” que nunca volvió a ser. Durante décadas
evitó hablar del tema y vivió alejado de los focos, entre papeles menores y una
vida discreta en Estocolmo.
Su historia volvió a cobrar relevancia en 2021 con el documental The Most Beautiful Boy in the World, donde, ya adulto, revisó el costo personal de haber sido convertido en un ícono estético global. Allí habló del dolor que lo acompañó desde la adolescencia: la pérdida de su madre, la exposición mediática y la muerte de su hijo menor, Elvin, a los nueve meses de vida.
En los últimos años, había vuelto al cine con un pequeño papel en Midsommar (2019), de Ari Aster. Vivía en un apartamento modesto, rodeado de libros, gatos y recuerdos, y seguía siendo, sin quererlo, una figura de culto para cinéfilos y nostálgicos de la belleza perdida.