Las luces se apagaron y el murmullo en La Rural de Buenos Aires se volvió un silencio expectante en la tarde del martes 4 de noviembre. Sobre la alfombra amarilla, las cámaras capturaban sonrisas, abrazos y miradas cómplices de un gran elenco. No era una noche más: era el regreso de Yiya Murano, la mujer que envenenó el té, la amistad y toda una época.
Flow presentó su nueva coproducción original YIYA, realizada junto a Kuarzo e Idealismo Contenidos, con dirección y showrunning de Mariano Hueter, guion de Marcos Carnevale y producción de Martín Kweller. Son cinco episodios intensos, de media hora cada uno, que combinan el pulso del true crime con el retrato psicológico de una mente tan fascinante como peligrosa.
La historia revive el caso real de la primera asesina serial argentina, condenada a perpetua por envenenar a tres amigas —una de ellas, su cuñada— a fines de los años setenta. En la serie, Cristina Banegas y Julieta Zylberberg encarnan las dos caras de esa misma mujer: la Yiya madura, internada en un psiquiátrico, y la joven que empieza a tejer su telaraña de manipulación y deseo. Pablo Rago completa el trío protagónico como el periodista que intenta reconstruir su historia, moviéndose entre la realidad y la imaginación.
Todo está cuidado al detalle, con una estética cautivante que traslada al espectador a esa Buenos Aires de época: maquillaje, peinados, vajilla, masitas, y esa ironía flotante que perfuma el aire con un veneno elegante.
La avant première fue una inmersión en esa ciudad dorada y decadente. Juana Viale ofició de anfitriona mientras los flashes buscaban a las figuras del elenco: Mónica Antonópulos, Cecilia Dopazo, Laura Novoa, Boy Olmi, Malena Narvay, Miguel Ángel Rodríguez, Rochi Igarzábal, El Purre y más.
En las mesas, porcelanas antiguas, flores y luces cálidas recreaban la atmósfera del engaño. Nadie podía evitar pensar en aquella mujer que servía el té y las masitas más mortales del país, rellenas de cianuro.
Sombras, ilusión y poder
Para Julieta Zylberberg, interpretar a la Yiya joven fue un desafío entre el mito y la memoria colectiva. “Yiya es un personaje que todos tenemos aprendido. Es siniestra, pero pintoresca. Me divertía mucho poder darle mi versión. El elenco era un lujo absoluto, todos felices de estar ahí, y eso se siente en pantalla”, contó a Montevideo Portal.
Cristina Banegas, que encarna a la Yiya en sus últimos años de vida, lo experimentó como una experiencia intensa y casi ritual. “Yo me pasé fumando cigarrillos de salvia en todas las escenas”, relató, entre risas. “Yiya era muy histriónica, psicópata. No podía querer ni amar, pero disfrutaba de su propio show. Cuando fue al programa de Mirtha Legrand fue épico, algo surrealista.”
Zylberberg destacó que la conexión entre ambas versiones del personaje surgió sin necesidad de ensayos conjuntos. “El equilibrio entre la Yiya joven y la Yiya madura fue casi un milagro. No hubo mucho encuentro previo, pero nos conocemos como actrices y cada una imaginó a la otra. Cuando ves la serie, estamos superempatadas.”
Pablo Rago, en tanto, destacó en conversación con Montevideo Portal la potencia interpretativa de Banegas, con quien filmó mano a mano muchas escenas: “Actuar es como jugar al tenis: si tenés a una Martina Navratilova enfrente, jugás mejor. Con Cristina fue así. La serie está muy bien filmada, con una factura técnica impecable. Me sorprendió cómo unieron los dos mundos: la Yiya anciana y la joven, por la fantasía de la imaginación del periodista”.
Detrás del veneno y el glamour, Yiya también retrata a un país. Una Argentina donde las mujeres comenzaban a salir del ámbito doméstico, chocando con un sistema que todavía las quería en silencio.
“Era una Argentina muy pura, pero machista”, reflexionó Laura Novoa, que interpreta a una de las amigas asesinadas. “Las mujeres tenían poco espacio y mucha ilusión. Me interesaba mostrar esa ingenuidad frente al poder, esa ambición con poca información. Además, la estética te lleva directo a esa época: las uñas, los colores, los peinados… hasta cómo agarrás una masita, cambia tu lenguaje corporal”, expresó.
Cecilia Dopazo, que da vida a la cuñada de Yiya, la primera víctima, subrayó el costado más oscuro del relato: “Yiya es la maldad personificada. Lo interesante es hasta dónde puede llegar la mente humana cuando deja de ver al otro. Hay un gran poder de manipulación en Yiya, una personalidad avasallante. Verla en acción en YouTube fue clave: la forma en que hablaba, cómo convencía y su autoridad. Todo eso está en la serie”, explicó a Montevideo Portal.
El guionista Marcos Carnevale, que desde hace años sigue la figura de Yiya Murano, contó que la serie busca trascender la mera reconstrucción policial: “Queríamos ir más allá de la crónica y meternos en su mente. Entender qué la llevó a cruzar ese límite.”
El director Mariano Hueter celebró el resultado y el clima de trabajo: “Fue un rodaje con mucha alegría. Casi no hubo padecimiento. Cuando hay confianza, en el producto se nota. Este está increíble, de los mejores que hicimos”.
Desde Telecom Argentina, Antonio Álvarez, responsable de la estrategia de Flow, destacó que “YIYA levanta la vara en calidad de casting y contenido. Es una de las producciones más importantes de la plataforma”, que ya suma más de 60 coproducciones en el país.
Por su parte Martín Kweller, director y productor de Kuarzo, resaltó que quedaron impresionados con la realización del equipo y más que satisfechos por “poder representar una serie de una historia tan conocida, con conocimiento, calidad y otra forma de grabar”.
El jueves 13 de noviembre, YIYA llega a Flow con sus cinco episodios disponibles on demand, junto a un documental sobre el caso real.
En el avant, entre copas, luces y nostalgia, una pregunta quedó flotando:
¿Hasta dónde puede llegar la desesperación humana?
Y mientras la pantalla mostraba a esa mujer sonriente ofreciendo té y masitas, el público, entre fascinado y perturbado, entendió que no se trataba solo de un crimen: era el retrato de una época, una herida que aún deja gusto a veneno.