El agravamiento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y Europa reconfiguraron las prioridades estratégicas de la Unión Europea (UE), que ahora se ve forzada a diversificar sus alianzas económicas en un contexto de creciente incertidumbre global. En ese marco, el largamente postergado acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur recobra centralidad y genera nuevas divisiones internas en el bloque.
El nuevo escenario geopolítico, precipitado por la reciente política arancelaria adoptada por Washington, afectó un intercambio bilateral de cerca de 1,8 billones de dólares y encendió alarmas en Bruselas. Como respuesta, la UE busca cerrar acuerdos pendientes y fortalecer lazos con socios como China y el Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
"La realidad es que el equilibrio mundial está cambiando, y los europeos necesitamos nuevos socios comerciales con rapidez", declaró Friedrich Merz, próximo jefe de gobierno de Alemania, quien apoya con fuerza la aprobación del acuerdo con el bloque sudamericano.
Francia: el principal obstáculo
Sin embargo, Francia sigue siendo el principal opositor, alegando que el pacto afectaría de forma negativa a su sector agrícola, un pilar político y económico para el Elíseo. Pese a los intentos de Alemania por convencer a Emmanuel Macron, la posición francesa se mantiene inalterada. Una fuente diplomática del país señaló: "El texto no ha cambiado y, por lo tanto, sigue siendo inaceptable tal como está".
La ministra francesa de Agricultura, Annie Genevard, fue más explícita al afirmar que "sacrificar la agricultura francesa en el altar de un acuerdo a cualquier costo está fuera de consideración". Estas declaraciones han generado tensiones con Berlín, que ve en el Mercosur un mercado clave para la exportación de manufacturas.
No obstante, también dentro de Francia hay voces favorables al acuerdo. El gobernador del Banco Central, François Villeroy de Galhau, transmitió a Macron que el tratado podría ayudar a compensar los efectos negativos de la política arancelaria estadounidense.
Europa dividida
España y Portugal se han pronunciado públicamente a favor del acuerdo, mientras que Polonia, aliada de Francia en este tema y presidencia rotativa del Consejo de la UE durante el primer semestre de 2025, no ha impulsado un debate de fondo, lo que sugiere un estancamiento institucional.
La esperanza para los promotores del acuerdo reside en el segundo semestre del año, cuando Dinamarca asuma la presidencia del Consejo y concluya la revisión legal del texto, abriendo una nueva ventana de oportunidad para avanzar en la ratificación.
En paralelo, Austria mostró señales de flexibilización. Aunque el gobierno de coalición aún mantiene una postura oficial de rechazo, su ministro de Economía, Wolfgang Hattmannsdorfer, afirmó que “lo necesitamos ahora”, en referencia al acuerdo.