Desde 2005 al presente el nombre del abogado Jorge Barrera está asociado a casos resonantes del derecho penal en el país. Barrera, también docente, da clases en universidades de Uruguay, Argentina y Perú. Como académico, cree imprescindible reflexionar y llevar a la práctica lo discutido en el aula y los libros para no transformar su actividad en la de un mero "saca-preso".

Barrera es también un connotado hincha de Peñarol, que renunció a la vicepresidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol para poder dedicarle más horas al club de sus amores. A los jugadores aurinegros que le ha tocado defender no les hizo saber sus honorarios: les pidió una camiseta para regalar o engalanar su museo de casacas en Punta del Este.

También colecciona habanos cubanos y dominicanos (sus preferidos) y cuando quiere celebrar, solo bebe champagne. No le molesta que le digan "gordo" y hasta comentó que sus quilos casi le jugaron una mala pasada en la cancha de Vélez, en 2011, cuando estuvo a punto de colgarse del alambrado. Quién diría que cuando era joven era "un 9 goleador" o jugaba al básquetbol como un flaco habilidoso con la pelota naranja.

En esta reveladora entrevista, Barrera habló de Milvana, Lola Chomnalez, el rol del periodismo en casos de secuestros, su amigo/contrincante Alejandro Balbi y hasta qué casos no tomaría por más dinero que haya sobre la mesa.

Como miembro del Opus Dei no concibe la vida sin Jesús y por eso concurre a misa todas las semanas. Allí, en la iglesia, se encuentra con su mejor amigo. "Y te digo algo: Dios es manya", me dijo cuando apagué el grabador.

Por César Bianchi
@Chechobianchi


-Mucho antes de que se hiciera público en los medios que se trataba de un secuestro, ¿la familia lo sabía y estaba negociando con los secuestradores?

-Soy de los que creen que el secreto profesional solo lo puede levantar el que da el secreto, ni siquiera un juez. Es una discusión filosófica fuerte: para mí el dueño del secreto es el que lo da, ni el abogado, ni siquiera un juez lo puede levantar. Es un pacto ético con el cliente. Pero hay aspectos públicos, que no forman parte de esa dimensión secreta. Frente a tu pregunta, hay elementos que se van a ir conmigo a la tumba, pero otros son públicos, están en el expediente, que no puedo negar. Entre ellos, la negociación con los secuestradores. Sí hubo una negociación.

-Y una intención de que los medios no se enteraran...

-Es lógico porque forma parte del éxito de la negociación el preservar la eficacia del resultado. No parece que sea una buena medida que temas que tengan que tener estricta reserva sean comunicados a la otra parte por vía de los medios, salvo que la otra parte lo pida. Es público y notorio que hubo conversaciones con los secuestradores y negociaciones, sin conocimiento de los medios de comunicación.

-¿Por qué cree que casos como el de Milvana Salomone calan tan hondo en la opinión pública? Había como un clamor popular para que apareciera con vida, como finalmente se dio.

-Creo que hay dos razones: por un lado, los temas que hacen a la aplicación del derecho penal, que antes estaban reducidos a la discusión de los académicos y los penalistas, hoy son temas de conversación pública. Por ejemplo, la legítima defensa. El instituto es tan viejo como el derecho penal mismo, pero si analizás el instituto de la legítima defensa en los últimos 10 años se habla en los asados, en los almuerzos familiares, en el bar, en los medios. O sea que notoriamente hoy los temas penales dejaron de ser un reducto inescrutable de pocos, para democratizar la discusión. (Jesús María) Silva Sánchez, un catedrático muy importante de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, dice "estamos en tiempos de derecho penal". Hoy, estos temas forman parte de la agenda que tiene el ciudadano común, que hace unos años no tenía. Hoy, el lavado de activos, la expansión del derecho penal en la economía, delitos de corrupción, de mayor influencia económica, se han globalizado. Y además, la sensación de la gente es: "Le puede pasar a cualquiera". Yo voy a una reunión y cuando doy mi tarjeta personal me dicen: "Ojalá no te necesite". Y hay una doble lectura de la gente, respecto al derecho penal: si se trata de los otros, piden "mano dura", pero si se trata de "yo y los míos": "dame garantías". Entonces, esa doble lectura -de que tiene que haber un derecho penal para nosotros y otro para los otros- genera una visión tan contradictoria que la hace irreal. Yo quiero un derecho penal que combine garantías con eficacia en la represión del delito. Y para eso tiene que haber un sistema penal que ampare a cualquiera. Y eso pasó con Milvana. La gente pensó: "Hoy es esta doctora, pero mañana me puede pasar a mí". Entonces quiero saber por qué pasa todo esto, porque me puede pasar a mí en cualquier momento. Cuando Milvana apareció y me llama desde la casa, y la pasé a buscar para ir al juzgado, la gente, los vecinos del barrio, habían salido a la calle a aplaudirla, como si se tratara de Suárez llegando al barrio... Lo mismo cuando hicimos el trayecto de la casa al juzgado. La gente que la reconocía, la aplaudía. Lo mismo con los funcionarios del juzgado, o gente que se enteró por los medios y fue hasta la Ciudad Vieja para testimoniarle su afecto.

-Y está lo novedoso del delito en Uruguay. De repente, en México o Colombia está naturalizado, pero acá generó conmoción e intriga.

-Creo que sí. Pero los otros dos factores están presentes. Es decir, que hoy todos los temas de derecho penal son temas de dominio e interés públicos, y que a cualquiera le puede pasar cualquier cosa. Por eso la empatía con ella.

 

"De legítima defensa se habla en los asados, en los almuerzos familiares, en los bares y en los medios. Hoy los temas penales dejaron de ser un reducto de pocos"

-Antes de que se supiera que estaba secuestrada, era una mujer desaparecida. ¿Hay desapariciones clase A y desapariciones clase B en Uruguay? Lo pregunto porque la familia de Salomone tuvo acceso a entrevistarse con el jefe de Policía de Montevideo y el director nacional de Policía y, en otros casos, los familiares no tuvieron esa chance, ni esa atención mediática.

-No, no creo que sea así. Como en cualquier actividad existen profesionales que quieren darle determinada estrategia, y hay otros que les quieren ofrecer otra estrategia. Clase A o clase B estaría significando que a algunos casos se le dé importancia y a otros no. Y yo no creo que el Poder Judicial, la Policía o el Estado les pongan más atención a un caso que a otro. Ahora, que uno pueda acceder a que puedas tener una defensa paga, es como que me dijeras que quien puede pagar MP o Blue Cross tiene una salud, y quien no puede pagarlo, tiene otra atención de la salud.

-A ver... Estaría buenísimo que todos los padres de personas desaparecidas pudieran reunirse con Julio Guarteche o Mario Layera, pero eso no pasa. Los padres del joven desaparecido Andrés Pereira no accedieron a ellos...

-Yo trato de darles lo mejor a los que defiendo, tanto a los que me pagan, como a los que defiendo honorariamente. Cuando uno viene a mi estudio y necesita asesoramiento, es parte de mi trabajo buscar, por todas las vías posibles, darles un mejor servicio.

-¿Entonces fue por tu gestión que llegaron a tener esas entrevistas con altos jerarcas de la Policía?

-En algunos casos sí, como el caso Lola Chomnalez. En otros, como el de Milvana, ellos tenían conocimiento de algunos y la pidieron, y yo la pedí por mi lado. Lo que es claro es que desde el punto de vista particular, siempre que pueda dar un mejor servicio e impulsar la investigación, lo haré. Forma parte de mi trabajo.

"Tengo confianza en que (el caso Lola) se va a resolver, positivamente. Han habido avances: la existencia de ADN de una tercera persona es un avance. Hay movimiento judicial"

-¿A qué atribuye que hayan desfilado sospechosos en el caso Lola y el caso siga a fojas cero?

-Tengo confianza que se va a resolver, positivamente. Han habido avances: la existencia de ADN de una tercera persona es un avance, lo que no ha sido un avance lo suficientemente contundente como para dar las respuestas que la familia merece. Se ha trabajado mucho. Han habido algunas medidas de carácter reservado en curso, que hace pocas horas me comunicó el fiscal que ha solicitado la sede. Y por la reserva que habilita el código del proceso penal ni siquiera a nosotros se nos ha comunicado cuáles son esas diligencias solicitadas. Pero hay movimiento judicial.

-¿Qué tienen en común los casos de Lola y Milvana?

-Son muy distintos. Quizás lo común es la repercusión pública que han tenido, pero desde su génesis hasta su desarrollo han sido muy distintos. Si bien ambas, en un inicio eran mujeres desaparecidas, en el segundo apareció con vida y en el primero se cejó una vida de una chica de 15 años. Los dos tuvieron gran impacto mediático. Claro que todas las vidas valen lo mismo, pero al tener 15 años, en una época de descanso, en un balneario tranquilo, siendo ella argentina, le dio una exposición pública que fue importante. Hubo mediciones -antes del caso Milvana- que decía que fue el caso de mayor repercusión mediática en 15 años, según dijo Jorge Chediak, presidente de la Suprema Corte. Después se dio el caso Milvana.

-En ambos casos hubo fuertes cuestionamientos a la conducta de algunos periodistas y la cobertura de algunos medios. Pero el periodismo juega un factor clave, a veces, incluso cuando las autoridades quieren mandarle una señal a los secuestradores o los victimarios. ¿Comparte esto?

-Tengo una posición muy firme respecto al rol de los medios de comunicación en esto. No sé cómo lo utilizan los demás actores. No opino sobre eventuales intencionalidades. Mi posición es: el principio rector siempre tiene que ser la libertad. Creo que hay valores que están por encima del derecho a la información y uno es la vida humana. Si al dar una noticia chequeada se puede poner en riesgo una vida, personalmente opto por preservar la vida.

"Cuando la persona no cometió delito, mi tarea es demostrar su inocencia. Cuando la prueba es concluyente de la existencia de un delito, es abogar por un proceso justo"

-Así esa información esté debidamente chequeada, sea veraz y las fuentes sean de fiar...

-Sí, creo que hay que preservar la vida humana como valor supremo. Ahora, esto no impide que quien quiera dar una información porque está debidamente chequeada -como decís- y acreditada su veracidad, lo haga. Ahí hay una falla en quien tenía la obligación de guardar secreto y no lo guardó. Nosotros hoy podemos hablar 10 horas pero hay determinadas preguntas que me las hagas como quieras, yo no te las voy a contestar. El hecho de que insistas o trates de conocer la verdad es tu legítimo derecho, y mi obligación es tratar de no revelar esa información. Entonces, esto pasa con los casos judiciales, estatales, temas políticos, económicos, pasa en un período de pases en el fútbol... Pero ahí pregunto: ¿quién incumple? ¿El medio en revelarlo o la fuente en darlo? La fuente en darlo. Ponele, en el caso Milvana: tengo excelente relación con algunos periodistas y mitad en broma, mitad en serio, me reprocharon que yo no les daban información que sabían que yo ocultaba (fueron reproches cariñosos), pero las dos partes tenemos claro que hay roles que cumplir. Si después esa información trasciende, uno no se puede enojar con quién lo divulgó, se tiene que enojar con quién debió guardar secreto y no guardó. Lo distinto es el manejo irresponsable de la información: cuando esa información no está chequeada, cuando no fue cierta. Se dijo que estaba y no estaba, se dijo que estaba en Paraguay y no estaba.

-Pasemos a su trabajo: ¿Elige pormenorizadamente los casos en los que participa, o siendo trabajo, acepta?

-Depende, siempre hay límites para el trabajo. Hay un primer límite que es el temporal. Mi trabajo es mi forma de vida, pero no mi vida. Antes que abogado soy padre, y quiero dedicarle tiempo a la vida familiar. El segundo es creer en lo que uno está haciendo y en el cliente, que el cliente me está diciendo la verdad, que no implica que yo esté de acuerdo con lo que me está diciendo. Un abogado penal no es el reflejo de sus clientes; trabaja y aboga por el interés del cliente, en algunos casos va a tratar de demostrar su inocencia y en otros casos buscará una pena justa.

-Con "una pena justa", ¿alude a los casos en los que su defendido es culpable?

-Es que uno es abogado, no mago. Cuando alguna persona me viene a plantear un asunto y lo que busca es un resultado que no va acorde a la realidad de los hechos, más que un abogado, necesita un mago. En los casos en los que la persona no cometió delito, mi principal tarea es demostrar su inocencia. En aquellos casos en los que la prueba es concluyente de la existencia de un delito, lo que hace el abogado es trabajar por el interés de un proceso justo y una pena justa. Que no se "cobre al grito", que la pena sea dentro del marco que establece nuestra legislación y que el proceso le haya dado garantías a todas las partes.

-A veces da la impresión que un abogado es capaz de defender al peor de los asesinos o torturadores con tal de llevarse su tajada. Como que lo importante es encontrar el vericueto legal que permita una buena defensa del acusado, por más censurable éticamente que sea. ¿Cuál es su límite?

-El abogado no es el cliente. El abogado, como trabajo profesional, aboga por la situación de su cliente, que no quiere decir que comparta las conductas de esa persona. Si lo que te planteás es que primero defendés el estado de derecho, y luego las garantías de esa persona frente al Estado. En definitiva: si creés que todo ser humano, aun el que haya cometido errores y horrores, si tiene dignidad y derechos humanos, la defensa de esa dignidad en un juicio merece una defensa. Otra cosa distinta es si esa defensa la voy a hacer yo. He rechazado muchos casos...

"Elegí ser penalista, más que abogado. En materia civil y comercial los que están en juego son los Bienes. En materia penal lo que está en juego es la libertad"

-A eso iba: le pregunto a Jorge Barrera en qué casos ha preferido no involucrarse.

-He rechazado muchos... (Piensa mucho cómo articular la frase) Algunos casos relacionados con determinados delitos... Siento que no los voy a defender bien, y prefiero no aceptarlos. Me refiero a algunos que tienen una carga ideológica, entonces no voy a estar a gusto para dar un buen servicio. Por ejemplo, todos los casos que tienen que ver con episodios que se dieron entre 1973 y 1985, en general he tratado de no tener ninguna participación. Salvo un caso puntual... Pero los demás los he rechazado.

-¿Por qué? ¿Por no compartir la ideología de los defendidos? Habló de "carga ideológica"...

-Hay un tinte ideológico de la defensa de determinadas situaciones en las cuales, para mí, son esenciales. Creo en la democracia como sistema, por lo tanto, aun reconociendo que cualquier persona puede haber cometido una violación de una ley penal, pero tiene derecho a una defensa, yo prefiero no agarrarlos, porque no me sentiría con fuerza para defenderlas. Tampoco podría defender a violadores. Si me preguntás si tengo algún criterio rígido, te diría que tan rígido, rígido, rígido -salvo esas excepciones que nombré- no, porque uno defiende una persona. Si mañana algún amigo cometió un delito y lo que se pretende es una pena justa, es lógico que uno se cuestione qué tan inalterable es el criterio. Pero, mientras pueda elegir, hay dos delitos en los que más he trabajado: los delitos económicos y los culpables, aquellos que no se cometen con intención, sino por imprudencia, impericia o negligencia. O casos de mala praxis, difamación e injurias. Esa es mi especialización.

-Le pongo un ejemplo: lo llama una persona acusada de violación a los derechos humanos y le dice que le paga lo que sea, pero quiere que usted lo defienda. ¿Qué hace?

-Hay delitos en los que respondo automáticamente que no. Ese es un caso. Otros son casos de aborto, donde el más indefenso de todos es la víctima (yo estoy en contra de la despenalización del aborto), o casos de violaciones. En esos casos digo que no. Salvo que sean acusados y yo tenga la plena convicción de su inocencia. Ahí sí.

-¿A qué persona, en Uruguay, no defendería?

-Nunca te lo diría.

-¿Por qué?

-(Piensa) Uno debe valorar a quien ha confiado en el conocimiento técnico de uno, y tengo claro que es de bien nacido ser agradecido. Esa persona ya vino a mí y apeló a mi idoneidad. Una cosa es no asumir una defensa, otra es decir públicamente quién es.


-Es docente de Derecho y tiene cinco libros publicados sobre derecho penal. ¿Qué lo motiva a ser tan activo en la academia?

-La necesidad no solo de estar actualizado, sino la de incorporar el conocimiento a la acción práctica. Creo que una acción profesional que no esté sustentada en un estudio y una tarea académica, es un mal servicio que se da. La tarea académica alejada de la praxis también genera, para la persona que va a ser defendida, una situación indeseable. Dentro del derecho penal -como las horas de vuelo para un aviador- va generando experiencia, pero si no está sustentado en una teoría del delito, en el estudio de las nuevas tendencias, en la incorporación del debate a nivel penal, creo que el servicio que se da es malo. Los operadores del derecho debemos reflexionar sobre la teoría del delito, sobre la culpabilidad, porque si no, el ejercicio profesional termina siendo una actividad de "saca-preso", en donde lo único que importa es si alguien es responsabilizado, cuando lo importante es averiguar la verdad de los hechos e interpretarlos a la luz de lo que dicen las normales procesales. Siempre tuve claro que el conocimiento académico es la herramienta fundamental para el ejercicio profesional. Por eso en 2005 me fui a hacer una maestría a la Universidad Austral de Buenos Aires, estuve dos años repasando la dogmática penal en general, e incorporé el trabajo académico como parte fundamental de mi día. Todos los días intento leer algún artículo para poder dar mejores clases como docente, y estar actualizado.

-¿Por qué quiso ser abogado cuando era adolescente?

-Más que abogado: elegí ser penalista. Elegí hacer derecho penal cuando estaba en segundo de liceo, porque creo que es el derecho en donde tiene consecuencias más negativas y dolorosas la injusticia. En materia civil y comercial los que están en juego son los Bienes. En materia penal lo que está en juego es la libertad, y la consecuencia de un encarcelamiento injusto genera dolores personales y familiares que son muy difíciles de cicatrizar.

-Junto al Dr. Alejandro Balbi defendió a Luis Suárez ante la FIFA tras el episodio de la mordida a Giorgio Chiellini. Con las cartas vistas, ¿entiende que fue un error haberle sugerido que negara la mordida? ¿Haberla admitido desde el inicio pudo haber rebajado su pena? ¿O sigue creyendo que fue una buena defensa?

-Jamás asesoramos a Suárez que declare lo que declaró. El paso del tiempo y el ejercicio de la profesión hace que uno no tenga que andar aclarando permanentemente qué cosas son ciertas y cuáles no. Lo más clarificador fue hace poco una entrevista que le hicieron a la esposa de Suárez (habla del programa "Por la camiseta" de Canal 10, con Rafa Cotelo), donde queda claro que Luis le reconoce el hecho a la propia esposa 10 días después.

-¿Y a ustedes?

-Es que nunca escuché de boca de Suárez que haya mordido al jugador. La declaración de Suárez fue de motu proprio. No le recomendamos nunca que negara la mordida. Acá hubo dos defensas: la del propio jugador y la de la AUF, en la que yo participé. En la defensa personal de él yo no tuve nada que ver. Nuestra defensa -desde la AUF- fue que no estaban debidamente acreditados los hechos, con la prueba que existía en el expediente. Por lo tanto, la discusión jamás fue negar la mordida. Lo que se defendió fue que desde el punto de vista procesal, con los elementos que la FIFA tenía, debía existir una presunción de inocencia. ¿Por qué? Porque el elemento que da plena certeza, que es el informe confidencial del árbitro y de los veedores, no hacía referencia al hecho.

-Usted sabe que se lo cuestionó por, supuestamente, haberle sugerido al jugador que negara el mordiscón...

-Por supuesto. Fue de los momentos más duros que he vivido en mi carrera. Pero en esta actividad, al saber que tu defensa tiene connotaciones públicas, cuando el resultado es malo, indudablemente la primera reacción es responsabilizar al abogado; cuando el episodio es bueno, quizás -como en el caso de Milvana- no se señale la buena labor del abogado. Y quizás no seamos tan determinantes ni en un caso ni en otro. Pero al tener tanta exposición por algunos casos, hay que tener la suficiente espalda para escuchar las críticas (justas o injustas), así como escucho los elogios.

-Usted fue nombrado vicepresidente de la AUF en representación de Peñarol (Balbi por Nacional) y renunció el 31 de julio de 2014 al puesto para acompañar a Juan Pedro Damiani en las elecciones del club. Y tenía los votos para seguir. ¿Por qué lo hizo? ¿Por acatar un pedido de Damiani o la institución?

-Cuando asumí, el 2 de abril (de 2014) lo hice con la condición de que iba a ser hasta el 31 de julio de 2014, porque era un gobierno provisorio, para darle un respaldo institucional a Uruguay, para poder competir en el Mundial. Nunca tuve vocación de vicepresidente de la AUF, ni aspiré al puesto. ¿Por qué? Y... Soy enfermo de Peñarol... Yo sufro con Peñarol, me apasiona.

"¿Por qué dejé la AUF? Y... Soy enfermo de Peñarol... Yo sufro con Peñarol, me apasiona. Si puedo dedicarle más horas a Peñarol, se las quiero dedicar"

-Balbi no es menor hincha de Nacional, y está en la AUF. El sentimiento es inalterable.

-Pero si puedo dedicarle más horas a Peñarol, se las quiero dedicar. Es incompatible estar en la AUF y tener militancia o trabajar por el club. Mirá, lo único que lamento de haber sido vicepresidente de la AUF es no haber podido gritar los goles del 5 a 0. Como una señal de unidad, justo el presidente de la AUF nos pidió a Balbi y a mí ir los tres juntos a un palco neutral. Y nos pidió antes que, cualquiera fuera el que ganara, no gritara los goles. Cuando terminó le dije: "¿No podías elegir otro clásico para dar una señal de unidad?". Si estás en la AUF, tu corazón seguirá siendo el mismo, pero tus horas de tiempo, limitadas, se las tenés que dedicar a la asociación, y yo prefiero dedicárselas a Peñarol. Y no cobro en ninguno de los dos lados, ambos son trabajos honorarios.

-¿Con Balbi son cara y cruz? ¿Qué lo asemeja y qué lo distingue de él?

-Somos muy distintos, y nos tenemos mucho afecto. Lo considero un amigo más que un colega. Cuando tenemos intereses contradictorios, de esos temas no hablamos. Pero somos muy amigos. Me parezco en que los dos hacemos las cosas con mucha pasión, y tenemos estilos distintos. De pronto nos distinguimos en algunas concepciones de trabajo... Pero le tengo mucho cariño.

-¿Qué es lo máximo o más insólito que ha hecho por Peñarol?

-El recuerdo que más atesoro está asociado a mi padre, que es hincha de Nacional. En el año 83, como saqué buenas notas en el liceo, mi padre me había prometido que me llevaría a un viaje. Y le pedí que me acompañara a Porto Alegre, a la final de la Libertadores de ese año ante Gremio, donde jugaba Hugo De León. Fuimos en ómnibus. Es uno de los recuerdos más lindos que tengo, a pesar de la derrota, por lo que significó el gesto de mi padre, que es hincha del otro cuadro. Pero como locura... Casi me subo al alambrado en la cancha de Vélez festejando el penal que erró el "Tanque" Silva, por suerte lo evitaron porque con el peso que tengo no sé qué podía haber pasado. Ese 2011 lo tengo grabado a fuego, fui a todos los partidos acá y en el exterior. Veo la película Manyas, y recuerdo esa espina clavada, por lo cerca que estuvimos.

-¿Le molesta o en algún momento le afectó que lo llamen "el gordo" Barrera?

-No. Lo tomo como una referencia, y si me escucha el médico, se va a enojar, porque me manda a adelgazar, por motivos de salud. Más joven era flaco, cuando jugaba al básquetbol en Neptuno y en Liverpool. Pero nunca me molestó, no.

-¿Es parte del Opus Dei? ¿Va a la iglesia y confiesa sus pecados?

-Si, soy parte del Opus Dei. Creo que la mejor forma de estar ligado a Dios es hacerlo gracias al trabajo profesional bien realizado, como pregonó Escrivá de Balaguer. Me cuesta mucho comprender la vida sin Dios, y en los últimos años veo a Jesús como un amigo. La vida de los sacramentos no es una imposición. Entonces, cuando voy a misa, voy a encontrarme con un amigo. En vez de esperarme en la pizzería Trouville, me espera en la misa, en los sacramentos. Me confieso con regularidad, y lo recomiendo. Una vida espiritual plena ayuda a ver las cosas de distinta forma.

-¿Es feliz?

-Estoy en proceso de. Todos los días se puede ser más feliz. Y la fórmula es ser amigo de Dios.


Montevideo Portal | César Bianchi

Fotos: Juan Manuel López