Contenido creado por María Noel Dominguez
Entrevistas

A los golpes

Oscar, el boxeador uruguayo que venció al dolor con guantes y orgullo

Superó la violencia, el bullying y la pobreza. Hoy es boxeador profesional y símbolo de resiliencia y orgullo.

20.07.2025 10:24

Lectura: 6'

2025-07-20T10:24:00-03:00
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Por María Noel Domínguez

Oscar Bonifacino es del barrio Benedetti, un asentamiento en Maldonado, y su infancia estuvo marcada por la violencia. "Sufrí mucha violencia física por parte de mi padre y bueno, y sufrí un poco de bullying en el barrio donde estudiaba", contó en entrevista a Montevideo Portal. Esa agresión constante lo llevó a reaccionar, a "terminar a las piñas porque yo no me dejaba decir nada".

Con una familia numerosa de diez hermanos y un entorno hostil, Oscar encontró un refugio inesperado. Fue su cuñada, quien le tendió la mano: "Me dijo "che, vas a tener que hacer algo de deporte, hacer boxeo o porque vas a terminar en una cuneta o preso". Aunque al principio dudó, pensando que se sacaría los guantes y seguiría peleando en la calle, ella lo impulsó y le pagó el primer entrenamiento.

Fue a los 18 años cuando Oscar pisó por primera vez un gimnasio de boxeo. Y lo que encontró allí le cambió la vida: "Creo que el deporte salva vidas, el boxeo en general a mí me salvó". Le dio las herramientas para crecer como persona y deportista, canalizando toda esa ira y frustración en disciplina.

El debut relámpago y la resiliencia tatuada

Lo más increíble de la historia de Oscar es la velocidad con la que todo sucedió. "Con un mes de entrenamiento yo ya llegué a pelear, a fallo. Ni siquiera hice una exhibición", recuerda. Su entrenador vio en él unas ganas inmensas y lo mandó "a la guerra". Su primera pelea fue en Montevideo y la ganó. "Fue como una locura, dije 'wow', o sea, gané una pelea, o sea, no puede ser".

La palabra resiliencia la lleva tatuada y es el motor de su vida. "Las cosas que me pasan creo que me las merezco porque no pude tener lo que cualquier otro chico tenía, por ejemplo, una familia, el amor de una familia", confiesa. Oscar sube al ring a pelear "por todo lo que pasé" y con la convicción de que puede abrir puertas para otros chicos que vienen de situaciones similares.

En su camino, Elizabeth, su entrenadora, se convirtió en un pilar fundamental, una "madre" que lo formó. Y no es la única. Oscar es profundamente agradecido con las mujeres que lo ayudaron y le dieron el amor. "Yo a todo el mundo le digo, yo tengo siempre dos mamás", dice con una sonrisa, mostrando una luz y una humildad que deslumbran. "Mantener la humildad y ser agradecido, vos podés llegar a la cima realmente".

Al deporte no le importa la orientación que vos tengas... vos podés ser la persona que vos quieras ser

Un boxeador gay rompiendo barreras

A medida que su carrera avanzaba, Oscar cargaba con un peso personal: era un boxeador gay y no se sentía libre de ser quien era en un ambiente que percibía machista. "Me escondí durante muchos años por miedo a lo que iban a decir, lo que iban a decir mi familia, que no me iban a aceptar, la sociedad", explica.

El click vino tras una pelea en la que, pese a ganar, no se sintió bien. Le confesó a Elizabeth su orientación sexual, y la respuesta de ella lo liberó: "Me dijo 'vamos arriba, o sea el único que no sabía o no quería aceptarlo eras vos'". A partir de ahí, su vida dio un giro. "Se me abrieron un montón de puertas", cuenta emocionado. Entró en la selección, consiguió un buen trabajo y su carrera despegó.

Oscar se propuso "romper todos los estereotipos y las barreras" en el boxeo, un deporte donde "hay un tabú" y las mujeres, por ejemplo, suelen ganar menos. Su mensaje es claro: "Al deporte no le importa la orientación que vos tengas... vos podés ser la persona que vos quieras ser". Su valentía ha inspirado a otros boxeadores que, como él, no se animaban a salir del clóset. La buena noticia es que en el boxeo uruguayo, lejos de sentirse discriminado, encontró una "familia". Sabe que los rivales querrán ganarle con más fuerza, pero eso solo lo motiva a prepararse "al 101%".

El salto al profesionalismo y el sueño mundial

Su gran salto fue en la selección, cuando viajó a Chile y ganó la medalla de oro, venciendo incluso a un boxeador mexicano en la final. Esa actuación fue clave para que Samson Lewkowicz, su actual promotor uruguayo radicado en EE. UU., viera su potencial.

En febrero, Oscar debutó como boxeador profesional. El cambio fue brutal: guantes más chicos, sin cabezal, y los golpes duelen más. "Una mano puede cambiar la historia", reconoce. En su debut, se quebró la mano, pero la mentalidad que lo define no lo dejó rendirse. "No es mi momento para fracasar", pensó. Salió al segundo round con la mano rota y "no quiso" quebrarse la otra.

 Si no hubiese vivido todo lo que viví, hoy en día no sería esto y no estaría acá

Luego, peleó en el Casino Buenos Aires, un evento de peso mundial, y se llevó una victoria por decisión unánime. Ahora, su promotor le ha pedido dedicarse 100% al boxeo, dejando su trabajo en administración de empresas. Es una apuesta fuerte, ya que en Uruguay "no hay apoyo, no contamos con el apoyo del Estado, entonces como que es todo a pulmón y todo cuesta".

Entre Montevideo y Maldonado

Actualmente, Oscar se está radicando en Montevideo para tener más nivel de entrenamiento y sparring, algo que Maldonado, al ser más chico, no le ofrece. A pesar de las dificultades vividas, ama Maldonado. "Yo amo Maldonado porque también tengo toda mi gente allá", dice con cariño. Ha logrado perdonar y soltar, entendiendo que todo lo malo que pasó lo formó en la persona que es hoy. "Yo creo que si no hubiese vivido todo lo que viví, hoy en día no sería esto y no estaría acá", reflexiona.

El boxeo le dio "mucha autoridad, mucha confianza, mucha seguridad" y sobre todo autocontrol. "Yo en mi adolescencia yo no tenía autocontrol", admite. El deporte le enseñó que "si hacés las cosas mal te pasa factura y te pasa rápido arriba del ring". También le dio algo invaluable: amigos que hoy son fundamentales en su vida.

Oscar Bonifacino hoy está soltero, enfocado 100% en su carrera. Su sueño es grande y claro: ser el primer campeón mundial masculino de boxeo de Uruguay. Su próxima pelea sería en setiembre u octubre, y la de noviembre ya está confirmada. La disciplina, la resiliencia y su enorme corazón son las armas de Oscar.

Por María Noel Domínguez


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